Capítulo 6: Pánico

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Narrador

—Todo el mundo está tomando trenes para huir al este... —comentó Hattori viendo como a su alrededor era un caos. —Hay serios problemas de tránsito en la autopista de Osaka que se dirige al este... todos los oficinistas y guardias de seguridad han evacuado, ¿no es ridículo? —dijo de forma irónica.

—No es cierto, los guardias de seguridad están por todas partes. —contradijo el niño de golpe.

—No es momento para hacer bromas y no te metas en mis conversaciones. —se quejó Hattori regañando al mocoso.

En alguna parte del dirigible, justo en ese instante tocaron el hombro del pequeño detective que solo podía refunfuñar ante semejante conversación con su amigo.

En ese instante le tocaron el hombro a Conan, el pequeño se sobresaltó y giró con nerviosismo.

—¡Hey! —comentó Kaitou Kid al ver girar el rostro de Kid Killer.

 —¡He! —soltó un largo suspiró, había sentido por un instante que su corazón se iba a salir. —¿Qué pasa? —reprochó con molestia. —Me asustaste... —se quejó.

—Encontré algo interesante. —comentó el ladrón sin darle mucha importancia a su reacción.

El ojiazul mantuvo silencio por unos momentos antes de hablar. —Lo siento ya te llamaré. —concluyó. 

—¡Hey! —trató de quejarse pero fue demasiado tarde, un molesto pitido llego a los oídos del moreno. —¡Demonios! Ha vuelto a colgar. —se quejó molesto. —¿Qué le pasa? —reprochó para él mismo.

—Oye, Kazuha-neesan. —llamó el pequeño Satoshi.

—¿Dime? —preguntó amable la joven agachandose para quedar frente a frente con su primito.

—¿Con quién hablaba el Heiji-ojisan? —preguntó desconcertado el niño.

—Con Conan-kun. —respondió sin más la cola de caballo.

—¿Conan-kun? —preguntó el niño confundido al no reconocer ese nombre.

—Es un niño de primaria que es tan listo como tú, es amigo de Heiji. —explicó amablemente la chica.

—Pero. —habló extrañada. —¿Por qué un mayor querría...? —trató de preguntar el niño, se encontraba muy confundido.

—¡Ya basta! —se quejó malhumorado. —Dejen de decir tonterías. 

—De acuerdo, ya paramos Heiji–ojisan. —se burló con toda la intención Kauzha.

Kaitou le indico un camino donde estaban los criminales prendiendo bombas de humo, despertando el pánico en los habitantes de los lugares cercanos. 

—Todos en esta ciudad deberían de haber evacuado ya. —comentó Kid sin dejar su porte de elegancia. —Si ocurriese eso en Nara, sería una gran oportunidad para para esos ladrones.

—¡Idiota! A pesar de que aquí no hay nadie los guardias de seguridad están por todos sitios.  —contradijo Edogawa. —¿Guardias? —se dijo asi mismo, cuestionandose así mismo, sin darse cuenta una gran sonrisa se dibujo en el ladrón fantasma. —¿Podría ser que por eso van a Nara? —cuestiono dándose la vuelta para ver al de blanco.

—Quizás. —respondió de forma evasiva. —Pero, ¿por qué usarían los virus? ¿Qué es lo que ellos quieren?

—————

—Ah, ya veo, entiendo. —respondió Heiji caminando por un callejón estando al teléfono, seguido por sus dos acompañantes. —Cuenta conmigo. —concluyó antes de colgar y subirse a su motocicleta.

—¡Heiji! ¿A dónde vas? —preguntó extrañada al ver a su amigo de la infancia.

—A Nara, voy a Nara. —afirmó.

—¿A Nara? —cuestiono ella extrañada. —¿Tiene algo que ver con el dirigible? —preguntó viendo al moreno abrochar su casco.

—Si y es peligroso, así que ustedes ¡se quedan aquí! —ordenó el detective del oeste.

—¡Por favor llévame contigo! —exclamó Satoshi.

—¡Tonto! He dicho que se queden aquí. —regañó Heiji.

—¡Conozco a Nara muy bien, déjeme ir contigo podría ayudar! —argumentó el pequeño firme.

—¡Yo también voy! —le siguió Toyama.

—¿Es que tú tampoco lo entiendes? —soltó fastidioso Hattori. —De todos modos, una moto no puede llevar a 3 personas.

—No hay problema, tengo una idea. —dijo Kazuha con una brillante sonrisa.

Así los tres fueron a Nara, mientras el pequeño detective preparaba sus cosas para enfrentarse a los criminales y vio que Ran era llevada a la zona de fumadores.

Luego de pensarlo un rato lo entendió todo, en Nara los policías llevaban a los monjes lejos del lugar sin que nadie pudiera evitarlo con tal de como seguir lo que querían.

De vuelta en el dirigible Conan empezó a hacer sus jugadas, poniendo a dormir a todos los que fueron tras él, y a cada uno lo noqueo con éxito, claro luciendose mientras lo hacía.

Eso sería emocionante, después de todo solo había una persona que podía vencer al Sherlock Holmes de la nueva era y esa era la científica por la que estaba buscando salvar el dirigible.

—¿Cat B, qué ocurre? —preguntó el hombre que lo tiró del dirigible. —¿Qué estás haciendo, gato B?

—Cat B ahora mismo está tumbado en el suelo. —dijo astutamente Conan una vez tomó la radio. —Aunque es extraño. —cuestionó infantilmente manteniendo una sonrisa atrevida. —Este gato no ha caído de cuatro patas. —continuó de forma juguetona, a veces pensaba que se le estaba pegando mucho el sarcasmo y divertirse al ver frustrar a la gente de la chica de sus sueños, ya sea dormido o despierto.

—¡¡Es Conan!! —exclamó Genta emocionado al oír la voz de su amigo y compañero de clases.

—¡Ha vuelto! —gritó Mitsuhiko extasiado.

—¿Estará Kid con él? —preguntó curiosa y alegre Ayumi.

Shinichi... —pensó Ai sintiendo su corazón temblar de emoción y de alivio.

—Kid no está conmigo... —contestó Edogawa rodando los ojos como fastidio. —¿Quién sabe en qué parte andará? —cuestiono.

—¡Silencio! —gritó el hombre. —Cat C,D, E, ¡vayan y traigan a ese mocoso! ¡No mejor disparen en cuanto lo encuentren! —ordenó con molestia, cosa que preocupo a todos.

Cuídate, mi Holmes. —pensó la pequeña cerrando los ojos, casi deseando que alguien escuchara su deseo.

—¡De acuerdo!

Todos fueron tras él, incluso activaron el piloto automático para ir tras el pequeño niño que no debería ser tan problemático, pero claro el niño de orbes azules era mejor por lo que cada uno de ellos; ninguna bala llegó a darle, después de todo por algo lo apodaron Kid Killer.

Subió rápido con ayuda de los tirantes alejándose del que lo perseguía y de paso agotándolos para el agobio de los ladrones. Le dispararon desde el ascensor destrozándole la patineta; claramente él salió librado de otro criminal. Uno de ellos lo siguió hasta donde estaba el anillo y lo encerró bajo el piso, a otro le apuntó con un arma y le pidió las manos arriba.

—¿Las puedo tener así de alto? —preguntó con ternura, interpretando a un pequeño niño que no rompe un plato.

—No hagas nada estúpido. —le dijo el hombro.

—Vale. —exclamó en un tono infantil.

—¡No soy como los demás! —afirmó en un tono orgulloso.

Sin ser capaz de ver una sonrisa juguetona del pequeño, un fuerte sonido de "bang" sonó, un puño de boxeo que salió de una de las trampas del artefacto protector del anillo al hombre golpeó en el rostro al hombre, dejándolo inconsciente.

—Ah. —dijo con una fingida sorpresa. —Para eso servía... —murmuró otra vez como un pequeño ángel, que cada uno de los caídos negarían que vieron.

Barco Perdido En El CieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora