Capítulo XII

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Mi enfermero me veía atento a todo lo que decía, parecía no querer perderse ningún detalle de toda mi historia.

–Y ya, así llegue aquí–su mirada seguía atenta más no decía nada.

El sol ya había caído, tampoco había nadie en el patio, solo nosotros dos.

–Vaya debió de ser duro. Pero créeme yo se que no estás loca–una risa burlona abandono mis labios.

No le creía, a nadie. Había aprendí eso a lo largo de mi corta y insignificante vida.

–No te rías yo te creo, Ivonne–sus palabras solo aumentaban mi risa que se había vuelto escandalosa

El enfermero me tomo por los hombros y se acercó más a mi, su sonrisa parecía desfigurarse, no sabía si eso pasaba en la vida cotidiana o era culpa de los tantos medicamentos que me inyectaban para mantenerme dopada.

–Soy yo Ivonne, ¿no me recuerdas?–yo no entendía nada sus palabras no me hacían sentido, nada lo hacía.

–¿Quien es yo?

–Alan, tu Alan–tomo nuestras manos mientras las juntaba–Vine por ti.

–No mientas, ¡tu nombre no es Alan!–exclame con gran enojo hacia él.

El mentía, pensaba que era diferente pero no, su nombre no era Alan tenía bordado su nombre en el uniforme y no era ese.

Joel

Ese era el nombre que estaba bordado en el uniforme del enfermero mentiroso.

–Soy yo mi amor, he estado cuidándote–hizo una pausa y se acercó más a mi–vine por ti a retomar lo nuestro.

Si ese era mi Alan, había venido por mi me seguía amando.

–Y...yo yo

–Ya nadie puede impedirnos nuestro amor, no queda nadie que se interponga.

¿A que se refería cuando decía tales palabras?

–¿Qué quieres decir con eso?

–Todos los que un día no quisieron lo nuestro, están muertos.pensé que mi reacción sería totalmente diferente, pero no.

No hubo lágrimas, suspiros ni lamentos. En su lugar una gran sonrisa se encontraba plasmada en mi rostro. Estaba feliz, estoy feliz.

Al fin podría vivir mi amor con Alan, ya no había nadie quien se opusiera.

–¿Mi madre esta muerta?–pregunté sin creerlo posible aún.

–Todos lo están, amor.

Pero eso no me afecta nada lo hace, el único dolor que llegue a sentir en mi vida fue la pérdida de mi Alan. Mi Alan que ya no se llamaba así, ahora era Joel, pero para mi seguiría siendo Alan ese siempre será su nombre.

Nuestros labios hicieron contacto, era bello, se sentía genial, libre sin ningún peso. Me deje guiar por Alan por aquel corredor con esa luz tan potente.

Al fin yo y Alan seríamos libres.

Alan: mi pequeña obsesión    [completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora