❝I'm crazy, brother❞
Se acerca el fin del mundo y los Hargreeves deben recurrir a pedir ayuda a Krystal, su hermana que lleva catorce años encerrada en un manicomio y a la que no han visto desde entonces. Es peligrosa y está loca, pero la necesitan...
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Hace 17 años
Todavía le ardían las heridas de sus muñecas de la última sesión de entrenamiento individual, donde se había clavado las uñas con tanta fuerza como para hacerlas sangrar.
No fue su intención hacerlo, ella solo quería que parara. Las voces, los pensamientos amplificados de esas personas al estar tan cerca de todos ellos en el parque. Dolió tanto.
"Concéntrate" decía papá, "Dime que piensa ese hombre de allá, y solo él"
Y Krystal quería hacerlo, quería darle a papá lo que él le estaba pidiendo, pero eran tantas, tantas mentes y pensamientos que se entremezclaban como si pelearan por el dominio que simplemente no podía encontrar el hilo que la llevara a los de ese hombre. Había pensamientos horribles, cosas que esas personas jamás harían pero que pensaban y daban vueltas de entro de ellos como armas afiladas que golpeaban a Krystal cuando intentaba pasar.
"No estás mejorando." Dijo papá.
"No estás avanzando" afirmó.
"Estoy tan decepcionado" Y dolió.
Hilos de sangre bajaron por sus muñecas cuando se clavó las uñas con las manos opuesta y ella las limpió contra la chaqueta para evitar que su padre lo notara.
Ahora, cierra los ojos brevemente cuando Diego presiona un algodón empapado con alcohol contra las marcas de media luna en sus muñecas.
No había sido su intención ir hacia Diego, es solo que... todo era tan negro. Negro, como el lazo con su padre. La ahogaba y ella solo buscó una luz brillante: Rojo. El rojo era hermoso. Y Diego, limpiando sus heridas con concentración y una suavidad que nunca ofrecía a nadie, también se sintió como algo hermoso a los ojos de Krystal.
—T-T-T- —Diego se detuvo y respiró profundo, apretando los labios con frustración. Krystal esperó pacientemente a que ordenara las palabras en su mente. Finalmente, Diego respiró profundo y dijo:—Tienes que dejar de hacerte esto a ti misma.
Diego era hermoso. Cálido. Rojo brillante. Su calidez llegó a Krystal en oleadas y ella quiso por un momento darle un vistazo a su mente, solo por curiosidad. Pero no lo hizo. En cambio, se contentó con sentir los ecos de lo que él estaba sintiendo.
Diego era hermoso pero él no podía entenderlo. Lo que podía hacer un poco de dolor para aplacar el caos. Klaus lo entiende, pero a Krystal no le gusta molestarlo con éstas cosas, no cuando sabe en lo que consiste su entrenamiento individual.
