❝I'm crazy, brother❞
Se acerca el fin del mundo y los Hargreeves deben recurrir a pedir ayuda a Krystal, su hermana que lleva catorce años encerrada en un manicomio y a la que no han visto desde entonces. Es peligrosa y está loca, pero la necesitan...
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Cinco se pulió muy bien en el arte del asesinato en su tiempo en la comisión, convirtiéndose incluso en el ejecutor número uno de éstos. Se llamó a sí mismo una máquina de matar bien engrasada. Si, lo hizo. Y se enorgulleció de su eficiencia. Pero no lo disfrutó. No encontró ningún placer en el homicidio. Solo era un mero trámite, un medio para un fin.
Ahora cree, sin embargo, que al llamarse a sí mismo máquina de matar estaba usando el término incorrecto. Porque no hay mejor definición de una máquina de matar que lo que está viendo ahora.
Quien diga que Cinco Hargreeves es una máquina de matar es porque nunca ha visto en acción a Krystal Hargreeves.
Krystal mata al personal presente, enfermeros y guardias, uno por uno, tiñendo de rojo las paredes y también su propio rostro. Tan rápido que Cinco apenas alcanza a parpadear Y ella sonríe mientras lo hace, saboreando la sangre en sus labios con la lengua. Rompe, arranca, destroza.
Cinco sabe, porque conoce los poderes de su hermana, que Krystal no necesita hacer nada de eso para matar. Su poder convierte la muerte en algo limpio e instantáneo, porque es la mente lo que ella rompe. Es por eso que es aún más inquietante observar la forma en que mata a estas personas, porque no lo hace de ésta manera porque sea la única que conoce, lo hace por el placer de hacerlo.
Hay algo en sus ojos que Cinco no reconoce. En la forma en que saborea la sangre en sus labios. Como si por un instante esos no fueran los ojos de Krystal, como si pertenecieran a alguien más.
Sin embargo, han pasado tantos años, y ella ha pasado en éste infierno tantos de ellos, que es posible que lo que Cinco tiene en frente siga siendo solo Krystal Hargreeves. Solo que es una muy diferente a la que recordaba del día en que se fue.
De cualquier modo, necesita parar ésto ahora. Conoce el hambre de sangre, lo ha visto en algunos de los agentes de la comisión y es la misma mirada de Krystal: Significa que apenas está empezando. Y no puede perder el tiempo valioso que tiene ni llamar la atención con una masacre masiva. No cuando necesita a Krystal. Así que se pone de pie y se teletransporta. Cuando vuelve, tiene un control en la mano que robó de una oficina y Krystal le acaba de arrancar el corazón al último enfermero de la habitación.
Cinco hace una mueca.
—Krystal, se acabó. Nos vamos. Ahora.
—No. —Krystal niega con la cabeza. Se ve como una diosa de la muerte: sus ojos rojos, su cuerpo y rostros cubiertos de sangre que no le pertenece. Y está su voz, que suena como si hubieran dos voces en una, más grave, como si algo hiciera eco. Pero Cinco no tiene tiempo para reparar en ese detalle—. Tú te vas. Tengo más trabajo que hacer aquí. Apenas estoy empezando —ella sonríe y ladea la cabeza, como si se preparara.
—¿Matando a todas éstas personas? —Cinco cuestiona.
—Les estoy devolviendo el favor. Y creéme, por lo que me hicieron todos estos años, les estoy dando una muerte bastante rápida.
