014 ﷼

432 33 0
                                    

— ¡Me estás lastimando!

— No. Estoy siendo extremadamente cuidadoso para no lastimarte. —no precisaba de mucho esfuerzo para restringir los movimientos de ella y también para proteger su propio brazo cuando ella giró para morderlo. — Para con esto. Vas a acabar lastimándote, en serio.

— ¡Cretino!

— Ten modos, muchachita. ¡Pero vamos! No es la primera vez que voy a una cena de negocios y llego tarde. ¿Por qué todo esto, esta noche?

Yein quería zamarrearlo, e intentó hacerlo, pero fue en vano.

— ¡Como si no lo supieras!

El mirar de Yoongi estaba sombrío, y apenas en él su emoción quedaba clara.

— No soy tan tonto para preguntar lo que ya sé.

Ella hizo un intento frustrado más de liberarse.

— ¡Te odio!

— ¿Por qué? ¿Puedo saberlo?

La rabia de ella creció un punto más.

— Pasé varias horas en el apartamento de Momo supervisando la decoración que ella mandó y que tenía que quedar pronta para esta fecha, por causa de la cenar que daría hoy. —Yein lo encaró. — Hace veinte minutos, ella me llamó, avisando que tú ya estabas en camino.


Yoongi se quedó callado por un instante.

— ¿Crees que estaba con Momo?

— Haz los cálculos.

— ¿Crees que te mentiría?

Ella no respondió, no podría. Su voz parecía haber desaparecido.

— Ó peor. —él hablaba con mucha tranquilidad. Y aquello la asustaba. — ¿Saldría de la cama de ella para la tuya?

Gélido, encaró a Yein, sosteniendo su cabeza con ambas manos.

— ¿Esperas que yo crea en lo que me dices, sin dudar nunca?

— ¿Es tan difícil?

— ¿Basada en qué? ¿En una fe inquebrantable? —Yein sonrió, con ironía. — Yoongi, por favor, no insultes mi inteligencia.


— ¿Por qué yo buscaría otra mujer si ya te tengo a ti? ¿Quieres saberlo? Eso ya llegó demasiado lejos.

Yoongi se levantó de un salto, abrió la gaveta del escritorio y tomó la agenda de teléfonos. Segundos después, ya estaba discando uno de ellos.


Yein se juró a si misma que no lo escucharía, pero no había como ahogar el sonido de la voz de él.

Palabras duras, inflexibles y ninguna formalidad social. Fue este el tono que Yoongi usó, avisando, de forma que no dejaba margen de dudas, que, si aquello no cesaba, tomaría medidas legales.

Cuando volvió el teléfono al lugar, se giró hacia Yein y exigió:


— Quiero que me digas todo, Yein. Desde el comienzo.

— ¿Sobre Momo?

— Todo. Cada indirecta, cada acusación... No dejes nada fuera.

Demoró mucho tiempo hasta que ella consiguiese hablar. Sus mejillas estaban pálidas cuando terminó.

— ¿Fue eso?

— Todo eso. Y aún aumentaría si contara el tono de voz burlón, las sonrisas maliciosas.


Yoongi quería vestirse, tomar las llaves del coche e ir hasta el apartamento de Momo, y presentarle una intimación para prestar cuentas de lo que hiciera. Pero, aún teniendo el poder suficiente para sacar a su abogado de la cama, jamás encontraría un juez que se dispusiese a firmar cualquier orden a aquella hora.

— Deberías haberme dicho todo esto antes.

— Pensé que lo había hecho. Por lo menos una buena parte —Yein dijo, irritada.

— Ella no te volverá a molestar.

¿Quién podría apostar en eso? Dudaba que Momo se fuese a dar por vencida. Por
el contrario, la venganza vendría pronto.

Yoongi volvió a deslizarse por debajo de las sábanas.

— No dejes de decirme más nada. —y recostó la boca en la de ella, provocándola para enseguida besarla.

Yein quiso protestar, pero fue dominada por un deseo fuerte, primitivo, que la calló por completo.

Ardiente, sensual, Yoongi la acarició hasta sentir que ella no luchaba más contra la lujuria. Por encima del fino tejido de la camisola, trazaba círculos suaves alrededor de sus pezones, causándole sucesivos escalofríos de arriba a abajo.


En el minuto siguiente, ya se tocaban por entero, sintiendo el calor que emanaba de sus cuerpos desnudos. Besándola con pasión, Yoongi la penetró lentamente, controlando su movimiento hasta dejarla agitada, deseándolo, enloquecida.


Con desesperación, Yein clavó los dientes en su hombro, sin conseguir ahogar los gemidos de placer que salían a borbotones.


— ¿Entonces te gusta eso, eh?

¿Fue ella misma quien gritara tan alto, cuando él aumentó el ritmo y la profundidad de sus movimientos, llevándola al clímax, a un deleite descontrolado que la sacudió repetidas veces?
Yein no quería moverse, sentía que no sería capaz.


Descansó satisfecha en los brazos de su marido, que aún besaba su rostro y acariciaba su espalda.


Tiempo después, Yoongi se levantó, caminó desnudo hasta el ropero, tomó su billetera y sacó un boucher de tarjeta de crédito extendiéndoselo a Yein.

— Es del Ritz, el restaurante del Carlton Hotel. Reservé una mesa para cuatro personas. —tomó el teléfono. — ¿Quieres que llame a Henri, el maître, y le pida que te cuente a qué hora salimos?


La fecha, la cantidad, las pruebas bastaban.

— Discúlpame...

No fue fácil decir eso. Y mucho menos encararlo a los ojos al decirlo. Pero ella lo hizo, y con firmeza.


Para alguien mal intencionado como Momo, no debía haber sido difícil sobornar un mozo para avisarle ni bien Yoongi salía.


— Claro que si.

Secret Of Love | Min Yoongi ﷼ ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora