“La muerte de una mujer hermosa es, sin duda, el tema más poético del mundo”. [Edgar Allan Poe]
Kailo Vólkov
Me adentro en mi auto cerrando de un portazo, enciendo el auto indispuesto a esperar por la mocosa. Acelero pasándole por un lado, no la tolero, me cae como una patada en las bolas y mierda...
Freno en seco. No puedo dejarla porque simplemente cualquiera de mis padres me mataría si dejo varada a la intrusa, seguro la mocosa le va con el chisme y no me resulta conveniente. Retrocedo viéndola por el espejo retrovisor. Tiene la típica postura que adopta cuando está enfadada o a la defensiva; tiene los brazos cruzados apoyando su peso en la pierna derecha dando leves toques en el suelo con la punta de su pie izquierdo, su entrecejo esta levemente fruncido y sus mejillas rojizas.
Maldición...
«¿Por qué demonios la estoy detallando? ¿En qué momento estudié su expresión corporal?»
—¿Ibas a dejarme? —inquiere la intrusa abriendo la puerta.
—Sí.
—¿Aquí, sola? —cuestiona con su pose a la defensiva— ¿Cómo iba a llegar hasta la casa?
—Sube o te juro que averigüaras como llegar. —demando sin un ápice de paciencia.
—Eres una bestia. —murmura entre dientes.
Enfarruñada entra en el auto cerrando de un portazo extremadamente brusco.
—Mocosa malcriada, sigue como vas y te vas arrepentir del resultado. —advierto con voz dura.
—Ya te dije, no me das miedo. —protesta haciendo un puchero. Ella no se da cuenta, pero lo hace cuando se enoja o está triste.
Retomo la marcha saliendo del establecimiento a toda velocidad. Gran parte del camino la intrusa se mantiene en silencio, pero el puchero de su labio inferior no se va. Juego con el piercing de mi labio, tamborileo los dedos en el volante e incluso pienso en fumar para distraerme y no abrir la boca.
—¿Crees que sea una persona desagradable? —cuestiona con tono suave, casi un susurro.
—Y con todas las letras de la palabra. —suelto con desdén.
Su puchero se remarca más distrayendome por un instante, maldita sea.
—¿Crees que soy tan desagradable como para no caerle bien a una chica rara? —dice con un hilo de voz débil.
«¿Su ánimo decaído es porque no le cayó bien a una chica... Rara?»
Blanqueo los ojos.
—Eres tan desagradable que no le caerías bien ni a una persona sorda y ciega. —digo con un tono burlesco.
La miro por el rabillo del ojo detallandola por segunda vez; lleva ropa y zapatos deportivos, su coleta tiene cabellos sueltos, está echa un desastre pero sigue viéndose como la intrusa más hermosa que haya visto en mi vida de puto. Mis ojos viajan hasta su labio inferior jodidamente pronunciado por su puchero que cada vez se hace más notorio, está cabizbaja, quizás desanimada o...decepcionada. El iris azul celeste está brilloso, pero es el brillo de las lágrimas que retiene con ahínco.
¿Va a llorar por una imbécil chica a la que no le agradó?
«Плакса»
Pero no lo puedo permitir, el único que la hará lloriquear hasta el cansancio seré yo.
Giro el volante desviándome de la ruta que nos llevaría a casa. La mocosa se mantiene cabizbaja, no se mueve ni pestañea, por un momento creo que ni respira, pero luego me doy cuenta que sí lo hace.
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ROSAS EN LLAMAS +21 [en proceso]
Novela JuvenilMi historia es todo lo que no está bien. A la corta edad de mis 13 años comencé a experimentar mi sexualidad. No es sano, no es moral, ni es conveniente. No soy un ejemplo a seguir para nadie y jamás lo seré. Soy una pequeña preadolescente sin herm...