Capítulo 2: Industrias Oscorp

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En un oscuro almacén de camiones, me escondí entre las vigas del techo, observando cómo un hombre estacionaba su camión. Detrás de él venía un deportivo que se estacionó a un lado de la salida, listo para irse de ser necesario.

El hombre del camión es un proxeneta, según mi seguimiento. Era alto, apuesto y de complexión fuerte. Venía acompañado por otro hombre de rasgos asiáticos. Se bajó del camión para abrir la compuerta trasera.

Del cargamento salieron unas 10 mujeres, con vestidos cortos y llamativos, tacones relucientes y cabelleras preciosas. Debían de tener entre 14 y 16 años, todas con un semblante nervioso, temerosas de la presencia del proxeneta.

Del auto deportivo salieron dos hombres robustos, de panza cervecera y cadenas de oro en sus cuellos. Les acompañaban 2 guardaespaldas.

- ¡Jiuu, preciosas todas! ¡Chiquitas! - el barrigón pelirrojo alzó las manos, admirando a las mujeres - ¡Estoy enamorado de todas ustedes!

- Ella esta a 20 - el proxeneta empezó a señalar - 25, 20, 30, ellas dos a 25, 30, 25 y las últimas dos a 40 - apreté los labios. Son las más jóvenes.

El barrigón pelirrojo sacó de sus bolsillos una bolsa con comida; pollo frito con salsa teriyaki. Comía como cerdo, con la comida chorreando por su boca, mostrando dos dientes de oro y torciendo los labios. Mi boca se arqueó en una mueca asqueada.

- ¿Tú cuál quieres? - preguntó a su compañero, quien se encogió de hombros.

- Todas son iguales para mí.

- Una de 40 y la de 30 con vestido azul.

- Ya oyeron - el proxeneta tomó su arma y empujó a las chicas hacia el barrigón.

- ¡Jiuu-uh, pero que hermosas! - sonrió complacido. Tomó a la más jóven del mentón; una niña rubia, con un rostro de muñeca. No podía tener más de 15 - Dame un beso, mi amor.

La chica lo miró con horror, quizás no solo porque el hombre tenía manchada la boca con pollo, sino porque era espeluznante y horrible de ver. El barrigón no se hizo de esperar; la tomó de la nuca y la acercó a la fuerza. Antes de que pudiera acercarse más, decidí intervenir.

Lancé una telaraña roja a su boca, amordazándolo. El barrigón se asustó y trató de gritar. El proxeneta apuntó al techo con su arma.

- ¡Sabía que vendrías, zorra imbécil!

Disparó varias veces. Tuve que moverme entre las vigas para esquivar las balas. Usé una cuerda-telaraña para columpiarme y patear el arma del proxeneta. Aterricé en medio de la gente.

- Imposible. No recibí invitación.

Las mujeres se fueron a esconder detrás de un camión. Tomé al proxeneta del cuello de su camisa y lo lancé contra el deportivo, estrellando su cuerpo contra el parabrisas.

El hombre asiático sacó sus cuchillos, y trató de clavarlos en mi cuerpo, pero me moví con agilidad, esquivando y subiéndome a los hombros de un guardaespaldas para usarlo como escudo. El asiático terminó por herirlo, y usé mis telarañas para quitarles sus cuchillos y darle una patada en el rostro.

Me deshice de los guardaespaldas entre patadas y choque de cráneos. Terminé por atar a los 6 hombres, incluyendo a los barrigones, en cada pilar del almacén.

- Ya pueden salir.

Las mujeres salieron de su escondite, y me miraron con cierto temor.

- ¿Alguna tiene dinero?

- Nos quitaron todo - dijo la niña rubia.

Observé el camión del proxeneta. El vidrio polarizado de la ventana daba mi reflejo; todo el cuerpo cubierto por ropas negras, incluyendo el cuello y unos guantes. Una máscara negra cubría la mitad de mi rostro dejando ver sólo mi boca y un espacio para respirar, y mi cabello estaba recogido en trenzas pelirrojas que rodean mi cráneo.

Telaraña de sangre | Spiderman/Peter Parker | TASM 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora