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Es una verdad universalmente aceptada que todo soltero en posesión de una gran fortuna necesita una esposa.
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En lugar de recibir una carta de Darcy excusándose por no volver a Netherfield, como Elizabeth estaba casi segura de que ocurriría, Mr. Bingley se presentó con su amigo en Longbourn pocos días después de la visita de lady Catherine. Los caballeros llegaron por la mañana y antes de que Mrs. Bennet tuviera tiempo de contarle a Darcy que había visto a su tía, algo que a
Elizabeth le desagradaba de solo pensarlo, Bingley, que deseaba estar a solas con Jane, propuso a todos  dar un paseo. Y así lo acordaron. Mrs. Bennet no tenía la costumbre de andar y Mary nunca tenía de tiempo para hacerlo, pero el resto del grupo salieron. Bingley y Jane no tardaron en quedarse atrás mientras Elizabeth, Kitty y Darcy continuaban juntos. Apenas hablaban, Catherine estaba demasiado asustada por Mr.  Darcy para decir algo, Elizabeth debía tomar una decisión desesperada, y es posible que él estuviera en las mismas.
Caminaron a la casa de los Lucas, porque Kitty quería visitar a Maria y como Elizabeth no creyó necesario seguirla, cuando su hermana se alejó, siguió sola con Darcy. Era el momento de llevar a cabo lo que tenía en mente, y, sintiendo que su valor no había mermado, le dijo de inmediato:
— Mr. Darcy, soy una criatura muy egoísta y a fin de calmar mis sentimientos, no tengo en cuenta lo mucho que podría herir los suyos. No puedo continuar sin darle las gracias por la bondad sin igual que ha tenido con mi pobre hermana. Desde que me enteré, no he visto el momento de decirle lo agradecida que me siento. Si mi familia lo supiera, también ellos se lo agradecerían.
—Siento muchísimo —respondió Darcy, sorprendido— que le hayan informado de algo que, erróneamente interpretado, podría haberla sumido en el desasosiego. No pensé que Mrs. Gardiner fuera tan indiscreta.
—No debe culpar a mi tía. La indiscreción de Lydia fue lo que me puso al tanto de su intervención en el asunto y como es natural, no paré hasta saber todos los por menores. Déjeme agradecerle una y mil veces, en nombre de toda mi familia, la generosa compasión que le llevó a tomarse tantas molestias, y pasar por tantas mortificaciones, para encontrarlos.
— ni su familia ni usted me deben nada.  —replicó él.
Elizabeth estaba demasiado turbada para abrir la boca. Al cabo de una breve pausa, su acompañante añadió:
— Usted es demasiado… — se interrumpió en sus propias palabras recordando lo que su tía, lady Catherine, le había comunicado sobre la razón de su viaje a Londres, y lo que había conseguido. Recodando que su compañera esperaba sus palabras añadió— … generosa por agradecerme el arreglar algo que no puedo dejar de considerar culpa mía.  
Elizabeth, esperaba recibir otras palabras pero aun así pudo responder.
— Mr. Darcy no puede usted culparse por algo que estaba fuera de su control, en todo caso la culpa solo puede ser de Mr. Wickham.
— Tal vez usted tenga razón pero aún así no pude abandonarle.
Siguieron andando, sin saber hacia dónde. Había demasiada tensión.  Elizabeth no tardó en suponer que los argumentos que lady Catherine le había expuesto a ella y le habían parecido sin fundamentos y ridículos, para Darcy estaban llenos de sentido y razonamiento lógico.
Después de andar varias millas lentamente, demasiado abstraídos en sus pensamientos, al mirar sus relojes vieron que era hora de regresar a casa.
—¿Qué habrá sido de Bingley y de Jane?
No encontraron a la pareja así que asumieron que habían vuelto a Longbourn imitaron la acción y no dijeron más palabras.


   

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