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A últimas horas de la tarde entraron en el salón, donde se encontraban; Lady Catherine, su hija, Mrs. Jenkinson y Mr. Darcy. Su señoría, aunque se levantó con gran amabilidad para recibirlos, no le prestó mayor atención a Lizzy, más que para lanzarle algunas miradas de desagrado o frialdad. Elizabeth no estaba intimidada por Lady Catherine pero sí desecha por que durante la noche Darcy no se le acercó para mantener una conversación. La conversación de la tarde fue en su mayor parte dirigida por Lady Catherine. Mr. Darcy hablaba poco, aun cuando Lady Anne parecía intentar comenzar una conversación, el caballero mantenía los labios pegados.
— Supongo, Mrs. Collins. Qué se encantó al ver de nuevo a su familia.
— ¡Oh si! Muchísimo.
— Siempre es un placer ver a la familia, es por eso que me encanto el ver a mi sobrino de nuevo tan pronto — comentó mientras miraba a Darcy.
La anfitriona no daba parte a que conversara Elizabeth, está última no se sentía el deseo igual de hacerlo, su atención se centraba en lanzarle miradas de reojo a Darcy que este no parecía advertir.
A la hora de la cena Elizabeth tuvo la suerte de sentarse a lado de Charlotte. La cena paso muy rápido, hasta que Lady Catherine sacó el tema de la reciente boda.
— Debe Mrs. Bingley ser una muchacha de lo más encantadora para casarse con un hombre como Mr. Bingley.
— Le puedo asegurar Lady Catherine que Jane es de lo más agradable, cualquier hombre hubiese deseado casarse con ella.
— Supongo que es así, señorita Bennet, me gustaría conocerla pronto —respondió, aunque bastante indignada por tal contestación de parte de Lizzy.
— La encontrara como la describo.
— Supongo que la extraña.
— Esa es justo la razón por la que decidí aceptar la invitación de visitar a los Collins — contestó— fue una verdadera sorpresa encontrarme con Mr.  Darcy.
Lizzy considero que la velada se le paso bastante rápido a pesar de no encontrase cómoda.
Elizabeth se pasaba las mañanas dando placidas caminatas, generalmente sola aunque a veces era acompañada de Maria o Charlotte, en las cuales podían mantener largas conversaciones sin descanso.
No habían recibido ninguna otra invitación para pasar otra velada en Rosings. Elizabeth sabía que ella era la causa, pero nunca consideró ni mencionarlo. Todos los que asistían a los sermones provenientes de Rosings se iban en cuanto terminaban, seguramente para evitar dar invitaciones a cenas. Darcy se quedaba un poco más, pero hablaba poco y luego también se iba. El no ser invitada no le molestaba en absoluto, agradecía no tener que estar compartiendo habitación con tan desagradable mujer, quien seguramente había logrado su trabajo de que su sobrino se interesara por su hija.
Algunas veces tenía ocasión de observar a Mr. Darcy junto a Lady Anne, el primero lanzaba una mirada de frialdad a Elizabeth, que la entristecía, la última se mostraba bastante vanidosa lo cual le causaba repulsión. No sabía porque cada vez que miraba aquel par juntos se sentía tan desdichada. Creía poder superar el amor que sentía por Mr. Darcy, pero aun así los celos a Lady Anne prevalecían.
Una de las mañanas en las que Elizabeth daba su habitual paseo escuchó voces a la distancia, aunque no tenía intención de escuchar pudo hacerlo.
— Georgina debe estar muy cómoda en Pemberley — dijo Lady Anne.
— Le complace sin duda — fue todo lo que respondió Darcy.
Lizzy no tenía el deseo de encontrarse con la pareja, a pesar de que apenas llevaba unos minutos decidió regresar a Hunsford. En su camino de regreso, iba analizando el comportamiento de Darcy. Había llegado a creer que el caballero no mostraba interés, ante los demás por Lady Anne para no someterse a una humillación sin ella lo rechazaba. Pero eso no justificaba el modo de actuar del caballero, en aquel paseo, donde se suponía que nadie debía oírlos.
En la casa del párroco se encontró con la grata sorpresa de haber recibido una carta de Jane.
Esperaba esté suceso desde hace unos días, sin embargo pronto la perdonó. Intuía que estaba pasándola tan bien que no tenía el tiempo de ponerse a escribir.
Salió al patio a leerla para estar en completa tranquilidad.


Querida Lizzy:
Antes que nada debo pedirte perdón, por no haber tenido ocasión de escribirte, sin embargo debes suponer que he estado tan cansada como para hacerlo. Tengo tantas cosas que compartirte, que no se si pueda escribirlas todas en esta carta.
Tengo que decirte que Bingley se aportado de maravilla, es todo lo que podría desear y más aún. ¡Oh, Lizzy, que encantador es! Constantemente me pide perdón por que no sabía de mi presencia en Londres, durante los meses que nos alejamos, aunque yo ya lo eh perdonado, desde hace mucho tiempo, él sigue lamentándose.
En nuestra corta estancia en Londres, Bingley me mostro lugares tan hermosos que nunca antes había tenido ocasión de conocer, también puedo llegar a creer que verlos junto a él pudo afectar mi imparcialidad.
Tuvimos la ocasión de encontrarnos con la señorita Bingley y Mrs. Hurst un día por sorpresa. Durante todo el día no me dejaron estar a solas con Bingley, deseaban mostrarme la ciudad a su manera. También se la pasaron dándome indicaciones de como debo actuar ante la alta sociedad, lo cual debo añadir se los agradezco bastante. Aunque ya no me engaño, por el trato que recibí de ellas con anterioridad, creo que están dispuestas a aceptarme como esposa de Bingley.
Elizabeth a pesar de querer creer lo que decía su hermana, sobre aquellas damas. Encontró, más bien, que intentaban hacer a Jane menos, por no provenir de una buena familia lo bastante rica o distinguida, como la de ellas. Continuó su lectura.
He de decirte Elizabeth que hice un desvió en mi viaje, porque deseaba ver a nuestra hermana. Se que no te agrada en absoluto Wickham pero no quise por ello que Lydia se quedara al margen de la noticia de mi boda. Me recibió de la manera más a tenta, se sorprendió enormemente e incluso exclamó “¡casada tú, Jane! no creí que te vería casada” no consideré esto más que un reflejo por su sorpresa y dicha.
Elizabeth quien era más prejuiciosa que su hermana considero más bien aquellas palabras de Lydia como un acto de desdicha al ver a Jane con tan encantador marido y ella teniendo que conformarse con el antipático de  Mr. Wickham.
Lydia me ha dicho, en múltiples ocasiones, que me desea mucha felicidad en mi matrimonio. Además añadió, que si me iba la mitad de bien que a ella con su esposo, podía considerar un buen matrimonio.
Me pareció un buen encuentro. Aunque creo que para Bingley no fue así, en un primer momento. Estuvo dispuesto a hablar cómodamente con Wickham pero el único tema en común que tenían al principio era Mr. Darcy, puedes imaginarte que ambos tienen al caballero en cuestión en tan diferente trato que no coincidieron en sus observaciones. Fue solo gracias a la lotería que su trato mejoró, aunque no puedo creer que Bingley lo considere como un amigo y yo no desearía cambiar a Mr. Darcy por alguien como Mr. Wickham, solo lo tolero porque hace muy feliz a Lydia.
Elizabeth se alegro al saber que Bingley no tenía intención de perder la amistad que tenia con Darcy solo por mantener tratos con Wickham.
Se que te alegrará saber, Elizabeth, que encontré a nuestra hermana muy cómoda y feliz. Puedo llegar a creer que su matrimonio, aunque apresurado, fue una muy buena opción para los dos. Lo cual me llena de dicha.
Elizabeth no quiso ser escéptica pero creyó que su hermana no tuvo la imparcialidad que ella habría tenido con la pareja y posiblemente habría obtenido observaciones completamente distintas.
Mi viaje no parece que dure mucho más tiempo. Tanto Bingley como yo coincidimos en la idea de  volver a la tranquilidad del campo, me gusta Inglaterra no lo dudes, pero no estoy acostumbrada a tantos cambios.
Elizabeth, aunque estoy bastante ansiosa de volver a verte, para contarte todos los pormenores de mi viaje, no puedo pedirte que acortes tu estancia en Rosings. Donde seguramente estás pasándola de maravilla.
Deseo que aquello que te aquejaba antes de mi partida ya no te moleste más y puedas disfrutar de la compañía de Charlotte. Me lamento al creer que mi mención sobre tu malestar no haga más que recordártelo, pero enserio deseo que recuperes tu antigua actitud y espero que me cuentes cual es tu mal.
Saluda a todos, de mi parte y de Bingley. Por lo referente a la salud ambos estamos muy bien. Bingley también los saluda y dice que espera verte pronto tanto como yo, me falta decirte tanto pero deseo contártelo cuando te vea.
Tuya,

JANE.


La carta le dejó, a Elizabeth, un sentimiento a un mayor por ver a su hermana, sin embargo consideró que no era problema esperar otro par de días, para que Jane terminara su viaje.
No estaba dispuesta a escuchar las suplicas que le trasmitía la carta, después de todo deseaba reencontrarse con Jane. Elizabeth pasó el resto de aquel día repasando la carta, se alegró bastante al encontrar en cada palabra la alegría que caracterizaba a Jane, se complació mucho más al saber que su hermana ya no perdería tan bonita característica.

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