Capitulo II

58 4 0
                                    

Se sintió el desesperante ruido de un clapson que de manera muy brusca dejo estancado los oidos de varias personas que se encontraban cruzando la via.
-Fijate por donde caminas pordiosero , la proxima te aplasto -gritó un hombre que manejaba un camión de maderos, de la compañia "IKEA" , su cara provocaba terror y la molestia que demostraba era intensa, Tobias se paralizó por un momento y su corazón latia a mil, lo instantaneo que habia sido el acontecimiento lo dejo con la boca seca , de manera lenta acabó de cruzar la via y se sentó en el filo de una vereda.
Walter lo miro fijamente al otro lado de la calle, muy asustado y con una cara de angustia, al alcanzarlo lo abrazó. -Tienes que tener mas cuidado compadre, sabes muy bien lo peligroso que es esta vìa -exclamó Walter con una mano en el hombro de Tobias -Esta bien compadre, sigamos con lo nuestro -respondió Tobias

-Doctor, un centavito porfavor, no hemos pasado bocado en muchos dias -Tobías le recitaba su historia a un señor que se apresuraba hacia su automóvil-. Porfavor señor mi compañero esta enfermo.
- "Hagase el enfermo", le susurró al óido a Walter; éste aflojó el cuerpo y quedó como si estubiera colgando de una pared; el señor sacó varias monedas de su billetera y las repartìo entre los dos muchachos.

-Buen trabajo, Tobías; si hacemos otros dos o tres de éstos, podremos comprar unos cigarillos y una gaseosa para después de la comida.
-Si, compañero; nos estamos volviendo profesionales -afirmó Tobías, orgulloso de su habilidad.
Los muchachos se fueron, unas veces caminando despacio, otras saltando, otras corriendo y otras jugando. Se distraian viendo los hermosos rincones de New York. Mientras tanto diez dolares con treinta centavos habian recogido entre uno y otro cuento.

Cuando llegaron a su destino, estaban hambrientos y cansados.
-Yo creo que esa casa, allá al otro lado de la calle, se ve muy bien ; deben tener buena comidita -dijo Walter preparando los jugos de su estómago para un festín.

Una sirvienta de cara muy pálida, muy mal vestida y con un delantal azul claro, salió a abrirles la puerta.
Antes de que la mujer pudiera decir una palabra, Tobías saltó en palabras frente a ella.
-Mire, majestad, no hemos comido en dos días. ¿Sería tan amable de regalarnos un bocadito? Mi compañero esta enfermo, le duele la barriga -dijo Tobías, y repitió su historia con gran convencimiento.
Walter no emitió sonido alguno, se cogió el estomago con ambas manos y se quedó mirando el suelo mientras esperaba ansiosamente el resultado de su trabajo.

-Ladrones, inútiles, buenos paranada, todo lo que hacen es pedir y robar! Trabajen en algo decente ; ¡Lárguense! -les gritó la sirvienta con furia, y les tiró la puerta en la cara.
-Bruja fea y... -le gritó Tobias con rabia mientras se alejaban de la casa - espero que no tengamos que desperdiciar nuetra actuación así como así. ¿Qué se cree la vieja ésa? Vámonos para esa casa de la esquina, allá en la otra calle -dijo Tobías, y señaló la casa, no queriendo darse por vendido.
La hermosa residencia mostraba clase y elegancia. El jardín estaba cuidadosamente diseñado; arbustos y flores de todos los colores le daban un aire encantador. Los hambrientos niños se encontraron frente a un gran portón.
-¿Qué quieren? -les preguntó una hermosa niña observandolos detalladamente. Tenías ojos azul marino que inundaron la mirada de Tobías quedandose por un momento sin habla.
Después de unos segundos los muchachos repitieron la historia y la actuación, mas lentamente, para que la muchacha entendiera lo que ellos querían. Ella los miraba con lástima.
-¿Porqué no van a su casa ? Sus padres les darán de comer -les dijo la muchacha , que habia flechado el corazón de Tobías.
-Nosotros no tenemos padres -contestó Tobias con cara de tristeza.
- ¿Quien es, Sofia ? Ya sabes que no debes abrir la puerta a extraños ; te lo he dicho mil veces! -gritó una voz desde el segundo piso.
-Son dos niños que tienen hambre. ¿ Les podemos dar algo de comer, mamá? -preguntó la muchacha mientras Tobias y Walter esperaban con ansiedad la respuesta de la madre de Sofia.
Los ojos de Tobías se deleitaban admirando la belleza de la niña , era como si su mundo se hubiese desvanesido por un momento.
-Cierra la puerta, Sofía, y diles que esperen. Le ordenó la madre a la muchacha, mientras bajaba las escaleras.
-Lo siento, pero tengo que cerrar la puerta, esperen un momentico -les dijo Sofía y cerró el portón suavemente.
Los muchachos quedaron con la cabeza abajo, esperando, pero en la mente de Tobias permanecia ese tan angelical rostro.
Unos minutos más tarde, salió la niña y les dió una canasta con varias cosas adentro y desapareció detras del portón.
Tobias agarró la bolsa y se fué, esperando volver a verla. -Tengo tanta hambre, quiero enterrar los dientes en un pedazo de papa, pan o de lo que sea -dijo Tobias corriendo y jalandole la mano a Walter.
Se sentaron en el pasto y se acomodaron lo mejor que pudieron. De la bolsa sacaron cuatro papas con mantequilla, un pedazo de hueso y galletas.
Inesperadamente, tres muchachos mas grandes y fuertes de su misma labor los observaban fijamente . Tobias y Walter no se habían dado cuenta que tres ladrones se dirijian hacia ellos.

Corazón AbandonadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora