➳14 ¿Esto es una broma?

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—Me lleva la chingada

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—Me lleva la chingada...

Murmuré en voz alta mientras sacaba mi teléfono de mi bolsillo y empezaba a revisar los mensajes que me había puesto mi abuela la noche anterior y los de ahora en la mañana. Mi teléfono no paraba de vibrar por las notificaciones y yo empezaba a desesperarme, ¿pandemia? ¿No se supone que esa enfermedad era de lo chinos por comer murciélagos o algo así?  Mi abuela se estaba tardando en agarrar mi videollamada, seguro las líneas estaban colapsadas, menos mal al tercer intento se conectó.

—Gatita ¿te encuentras bien? —preguntó preocupada, Taylor intentó contener una risa y yo me apené por el apodo.

—Todo bien Abue, me voy enterando por las noticias que estamos en emergencia.

—Si, en las alertas del gobierno dicen que quien ande fuera de la casa y no sea para comprar en el súper o ir a la farmacia puede llevarse una multa o peor, arresto y confinamiento en un centro de acopio.

—Estoy atrapada aquí, entonces...

—El lado positivo es que tienes tus medicamentos para el corazón y creería que tienes lo suficiente para el fin de semana e ir el lunes al supermercado.

—Si, eso si.

—Pero no me tiene tranquila que estés sola, más con lo descuidada que eres y no podré estar ahí para cuidarte si tienes una crisis —se lamentó— prometí a tus padres cuidarte siempre y aquí estoy... a casi dos horas de camino de ti.

—Abue... no es tu culpa —intente consolarla.

—Yo podría hacerme cargo —mencionó tímidamente Taylor mientras se acercaba a mi para quedar visible en la videollamada con mi abuela.

—¡Taylor, pero qué sorpresa! —sonrió un poco más animada mi abuela.

—Tranquila doña Alice, ayer me quede dormida en plena fiesta y el destino quiso que terminara aquí con Josie, —Explicó sonriéndole— así que yo podré hacerme cargo de ella hasta que esta situación mejore y pueda usted encargarse de ella.

—Por supuesto que si, déjame anotar tu número para así enviarte las indicaciones y que podamos estar en contacto y me informes de su estado.

—Oigan, sigo aquí.

Reclamé en vano ya que Taylor me quito el teléfono para irse a la sala a hablar con mi abuela, esto era algo increíble, ¿como podía quedarme encerrada con ella aquí? ¿De todas las personas del mundo tenía que ser con ella?

A regañadientes terminé con mi desayuno en lo que Taylor entraba de nuevo al comedor con una sonrisa mientras agitaba el teléfono antes de dármelo.

—Seré tu niñera.

—¿Esto es una broma?

—Considéralo como un favor a una de las mejores amigas de mi madre —me guiño, lo cual me molestó demasiado— además, estamos atrapadas aquí hasta nuevo aviso, propongo que primero te tomes los medicamentos y luego limpiemos el desorden que dejaron todos por aquí.

No quise confrontarla más, no tenía caso y muy en el fondo sabía que no era del todo una mala idea, al menos tenía a alguien que me hiciera compañía y no me volvería loca entre estas cuatro paredes yo sola.

Nos dividimos las tareas y yo me dediqué a limpiar el exterior mientras ella recogía todo lo del interior, con algo de suerte quizás podría contratar a alguien después para que viniera con máquinas a hacer una limpieza más profunda, aunque superficialmente no se veía un gran desastre.

Tres horas me había tomado arreglar mi parte y me encontraba agotada, por lo que me había quedado en una de las camas de la piscina contemplando el lago y pensando en todo y nada a la vez, había leído un par de noticias sobre el mundo y el covid, resultaba realmente deprimente leer que todo estábamos en una situación similar.

— Ya casi se ve decente ¿no? —pregunté mientras me secaba el sudor en mi camiseta.

—Casi, pero valoro el esfuerzo —me respondió antes de dar un sorbo a una coca cola y ofrecerme la otra lata que traía.

La acepté con una sonrisa mientras ella se sentaba a mi lado y contemplaba el lago, al menos podríamos nadar en él durante el verano, pero en invierno esto se llenaría de nieve y haría un frío impresionante. ¿Que estoy pensando? ¿Tanto duraría esta emergencia? No lo creo.

—Josie... Si vamos a hacer esto, tendrás que aprender a confiar en mí y viceversa, no quiero que solo me veas como tu profesora o la niñera que te consiguió tu abuela, —empezó a explicarme mientras me veía de lado— si nos lo proponemos podríamos incluso a llegar a ser grandes amigas.

—Lo siento por mi reacción de antes, —me disculpe apenada— solo no esperaba terminar atrapada con la persona que me llevo como si fuéramos perros y gatos.

—Bueno... yo tampoco, —admitió riendo— pero eso no significa que debamos pasarla mal. De momento tengo que coordinar todo en la Academia pero si quieres durante la cena podemos hacer algún manual de supervivencia donde ambas nos sintamos a gusto.

—¿Necesitas que te preste mi laptop o...?

—Tranquila, ando la mía junto con el cargador en mi carro, solo necesitaré que me des un espacio en el garaje para guardarlo y... supongo que una habitación donde dormir.

—Vamos roomie, debemos instalarte.

Dije con un mejor humor antes de levantarme e ir en dirección al garaje, Taylor fue a por su carro y a los pocos minutos regreso para estacionarlo en el puesto donde mi abuela suele dejar el de ella, bajo de este junto con su cartera y volvimos a entrar.

Decidí darle una de las habitaciones de invitados, tenía su pequeño escritorio y todo lo necesario que ella podría necesitar, con el tema de la ropa llegamos al acuerdo de que compartiríamos la mía y le daría un par de cosas que había comprado que jamás llegué a ponerme pero que le podrían tallar.

Ella el resto del día se dedicó a coordinarse con los demás profesores de la Academia y gente administrativa mientras yo me encargaba de acomodar todo e ir haciendo listas de cosas que íbamos a necesitar del supermercado y preparar la cena de ahora, por lo que no me complicaría mucho y terminaría recalentando comida de la fiesta que había quedado.

Y como diría Albus Dumbledore, tiempos oscuros estarían por venir... o quizás no.

Tiéntame las GanasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora