Distintos recuerdos.

829 92 44
                                    

Después haber llamado y enviado mensajes a sus amigos, estos parecían demasiado "ocupados" como para ayudarlos.

Llevaban media hora, que es más de lo que parece, en completo silencio. Tweek había entrado en pánico al principio, llegando a aporrear la puerta, pero nadie les escuchó. Después de varios intentos, intentó respirar varias veces y se sentó en el suelo, apoyando su espalda en la cama de Bebe.

Craig se había vestido otra vez, pese a que odiaba ese disfraz no parecía buena idea seguir prácticamente desnudo delante de él... estaba también sentado en el suelo, apoyado en la pared y cara a cara con Tweek.

Durante ese largo momento de silencio Tweek solo quería que Craig no dijera nada en ningún momento. Pese a que suele ser el rubio quien le incita a hablar, solo tenía ganas de que todo pasara rápido y poder irse corriendo a su habitación en la residencia de estudiantes, para hundirse en las sábanas de su cama.

Craig lo miraba de reojo en varias ocasiones. Lamentaba profundamente haberlo interrumpido en un momento así, y durante esa media hora llegó a la conclusión de que, a su pesar, Tweek tenía razón. El problema es que Craig lo quería tener todo siempre bajo control, sobre todo su vida amorosa, pero el rubio conseguía siempre salirse de su ecuación. Era lo único que no le gustaba de él; que era impredecible.

No supo cómo actuar, pero desde luego que también tenía claro que fingir que podrían llegar a estar juntos para tener sexo, estaba mal. Normalmente era fácil, se acercaba a alguien que le gustaba, le correspondían la mayoría de veces (era difícil no hacerlo) y después de tener sexo nadie se sentía atado a nada. No tenía que justificarse, ni preocuparse por herir sentimientos, ni meterse en compromisos. Y no tenía que darle explicaciones a la otra persona de por qué no quería llegar más allá, porque usualmente esa persona tampoco quería.

Pero desde luego que con Tweek era distinto... porque era su amigo. Y además, ahora era más difícil que cuando eran simples conocidos que habían ido al mismo instituto. Se sentía en la obligación de cuidar de él y protegerlo, incluso protegerlo de él.

Después de esa eterna media hora en silencio, Craig mira a Tweek, estaba vez sin rodeos. El rubio doblaba las piernas y apoyaba sus manos en sus rodillas, hundiendo parte de su rostro en ellas para evitar mirarle. Aún así, se dio cuenta y no pudo evitar mirarle durante un segundo.

Craig aprovechó el momento.

—¿Te puedo contar una historia?

Tweek, enfocando otra vez la mirada en sus rodillas, parece confuso.

—¿C-cómo una historia? —le pregunta ligeramente molesto.

Craig, que estaba con las piernas estiradas, las dobla debajo de él para estar más cómodo. Tenía la cremallera del disfraz bajada hasta la mitad de los abdominales porque tenía demasiado calor como para cerrarla hasta el cuello, sobre todo teniendo en cuenta que no entraba ni una pizca de aire en esa habitación. Tweek intentaba no mirarlo demasiado.

El moreno traga saliva y después de unos segundos sin responderle, empieza a hablar. No sabía muy bien por donde empezar... era difícil porque nunca le había gustado hablar de sí mismo y sus sentimientos, ni siquiera con Clyde. Tweek y él se habían hecho amigos en solo dos meses, pero de alguna forma se lo debía. Le debía abrirse con él.

—Cuando tenía 13 años mi hermana y yo jugábamos mucho juntos. Eran juegos estúpidos, pero ella era una niña y yo solo quería verla feliz.

Tweek le mira confuso.

—A veces, ella insistía en jugar a las bodas... era una estupidez. Supongo que muchas niñas lo hacen. Y yo accedía porque era mi hermana, era la única persona por la que haría algo tan vergonzoso. El motivo por el que ella hacía eso era porque siempre habíamos visto a nuestros padres tan enamorados... eran su ejemplo a seguir. Ella quería tener lo que ellos tenían cuando fuese mayor. E incluso durante aquellos tiempos... puede que yo.

Amigos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora