Declaración.

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Craig permanece de pie, enfrente de la puerta del dormitorio de sus padres. Su padre está ahí dentro, solo.

Se debate entre entrar a la habitación y consolarle, o escaquearse una vez más usando como su excusa su corta edad. Como siempre, opta por la segunda opción. Craig era muy valiente para muchas cosas, pero cobarde para unas pocas. De entre esas pocas, estaba enfrentarse a la separación de sus padres y a un posible rechazo.

Se va al baño, se mira en el espejo. Se sorprende porque no tiene el aspecto de un niño de 15 años (cuyos padres llevan separados un año), sino que luce como si fuera al menos 3 años mayor. Se toca la cara suavemente, no podía creer que sus facciones hubieran mejorado tanto en tan poco tiempo. Pero sus ojos seguían igual de verdes y perdidos que siempre.

Ignorar lo que le rodeaba no podía ser bueno, pero seguro que enfrentarse a ello sin saber cómo... tampoco, ¿verdad?

La luz natural se desvanece poco a poco con destellos naranjas que se difuminan a lo lejos, la casa va quedando a oscuras. Craig baja al salón y enciende la luz. Selecciona un show aleatorio y no tarda en dejarse dormir. Cuando se despierta la TV se había apagado sola automáticamente. Eran las dos de la madrugada.

Lo primero que pensó fue en lo mucho que las echaba de menos. Solía hablar con su madre... a veces. Pero era muy tarde para llamarla.

Aun así, lo hizo.

La llamada sonó durante unos buenos segundos, y cuando Craig estaba a punto de rendirse (quizás era lógico dada la hora que era), alguien respondió.

—¿Quién eres?

—Yo... Craig —responde confuso— ¿no tienes nuestro número grabado?

—No. Y no sé quién es "Craig".

Comenzó a ponerse tenso.

—¿Cómo que no? ¿y tú quien eres? —preguntó a la defensiva.

—...Eres tú quien llama, es de mala educación que lo preguntes.

—Es que no sé quién eres.

—Pues igual deberías, ¿llamas a desconocidos por teléfono?

Craig se impacientaba cada vez más.

—Quiero hablar con Tricia. Seguro que está despierta.

La otra persona guardo silencio durante unos incómodos segundos.

—¿Cómo sabes su nombre?

—Te lo he dicho... soy Craig. Su hermano.

—Pero ¡qué dices! Solo tiene un hermano, ¡y soy yo!, me estas empezando a poner nervioso.

Aunque la otra persona no lo pudiese ver, Craig estaba mordiéndose el labio superior con fuerza, conteniendo su rabia.

—Ya basta de mierdas, dile a mi hermana que la estoy llamando.

—¿Y por qué debería de hacerlo?

Justo cuando Craig iba a insultarlo de la forma más vulgar que se le podía ocurrir, una voz familiar se escuchó de fondo y la persona desconocida desapareció de la conversación. Craig sintió un alivio casi instantáneo al escuchar la voz de su madre, era como sentir un cálido abrazo en un mar de desesperación.

—¿Craig?

—¡Por fin! —exclama aliviado— mamá, ¿quién...?

—Escucha, cariño... —empieza— es muy tarde, no puedes llamar a estas horas.

—Lo sé, pero creí que...

—Craig —vuelve a interrumpirlo— ahora mamá... tiene una segunda familia. Te echo de menos, pero tienes que esperar a que llame yo, ¿vale?

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