¿Quién eres Robin?

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NOTAS

A continuación leerán el capítulo revelación de toda la trilogía. La idea de que estos secretos salgan a la luz ahora es porque necesito que Robin use esa información a su favor para todo lo que vendrá.
Este libro es un poco más corto que los dos primeros y mucha de la información que he ido repartiendo finalmente convergerá en una sola línea para ayudar a los personajes a solucionar el conflicto.
Si se dieron cuenta, este libro no tiene "hitos". Es decir, no habrá primera, segunda o tercera parte, es una sola porque todo transcurrirá de forma lineal. 
Al final del capítulo habrá algunas notas extras. Espero que les guste.

Se le apretó el pecho

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Se le apretó el pecho. Intentó tranquilizar su respiración, pero estaba siendo difícil. Vanna había dicho que estaba en una especie de limbo, ¿cómo podía respirar ahí? Ni idea.

Si era otro universo, otra tierra, otra dimensión, con otra densidad, le era difícil explicarse por qué aún podía respirar. ¿Había oxigeno ahí realmente o aquel lugar se sostenía por sí solo?

Su madre estaba ahí. La escurridiza Eydis, la mujer que se comunicaba con todos menos con ella, y eso que había estado en la isla Ramaya.

No sabía qué sentir. ¿Rabia? ¿Alegría? ¿Tristeza?

Lo que sí sabía era que quería gritar. Estaba harta de ser el peón de alguien que jugaba al ajedrez como si fuera la lucha libre.

—¿Lo que puedo hacer? —jadeó. ¿Y si estaba muerta y todo lo estaba imaginando? 

Se dio una vuelta, otra más y se llevó las manos a la cabeza. Donde fuera que mirara no había más que dunas, dunas y oscuridad. Y sabía que las había porque Vanna irradiaba una especie de luz rojiza. Pero también desde algún lugar una luminosidad blanquecina bañaba los contornos de aquellas colinas desiguales como finas líneas blancas en medio de la nada.

Al final terminó cayendo con todo el peso del trasero sobre el suelo. Sus manos tantearon la superficie. La textura era como la arena, pero más fina, más sedosa. Y también, muy fría.

—¿Qué es lo que está pasando? —Preguntó agotada—. ¿Qué eres? —Miró a Vanna con cansancio—. Por favor, no más mentiras —luego se fijó en su madre y los ojos se le llenaron de lágrimas. Ahogó un gemido y luego gritó con furia. Ninguna de las dos se movió. Cuando dejó de gritar, miró a Eydis con rabia—. ¿Por qué me hiciste esto?

—Yo no...

—¡Sí! ¡Me abandonaste! Me abandonaste... —lloró desconsolada—. Sebastian supo de ti antes que yo, que soy tu hija. Nunca me buscaste en sueños. Me dejaste una caja con pistas, llenaste mi cabeza con tus propios recuerdos y jamás pensaste en cómo afectaba todo eso a mí calidad mental —se puso de pie. Eydis no tenía ninguna expresión que pudiera definir—. Me dejaste a merced de píldoras y medicamentos, de sueños que me consumían, de recuerdos sin explicación. ¿Qué te costaba contarme desde niña todo lo que yo era? ¿Por qué no me pediste que buscara a Sebastian? ¿Por qué no me dijiste nada? No me abandonaste con tu partida, me dejaste a merced de mis propios recuerdos sin explicación. ¡Y tenía nueve años!

Crossroads - A Través de la Oscuridad (Libro 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora