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Después de la recuperación de Christoffer, Sebastian se vio en la obligación de mantenerlo vigilado y cuidar de él de los ojos espías de Phoenix, Pedro y Liana.
Con el primero había establecido una tregua de mentira para poder enterarse de sus planes, mientras que a Liana la tenía completamente encantada. Lo sabía porque Antaruk alzaba su vibración para llegar hasta Ramaya, lo que le hacía creer a ella que era Sebastian quién le causaba las mariposas.
Con Pedro la cosa era diferente, porque no lo conocía y no sabía bien cómo poder llegar hasta él para ponerlo de su lado.
Después de lo que Uri había hecho por su amigo, Phoenix decidió mantenerlo controlado a través de Pedro. Sebastian le contó lo que había ocurrido y le mostró las píldoras que Urademon había transmutado de la nada. Por fortuna, su padrino no se había dado cuenta aún que el Dios estaba despierto, lo que les daba una ventaja para poder salir de ahí. Si Phoenix se enteraba que había uno entre ellos seguramente lo habría utilizado para cosas peores, y por suerte, ni Liana ni Pedro querían arriesgarse a ver qué sucedía, así que se mantenían en silencio.
Entre cuchicheos, Sebastian descubrió que Pedro y Liana le tenían miedo a Alabaster. No era de extrañar si el tipo cada vez estaba más loco. Ya había visto en Pedro su buen gusto por vestir, o por lo menos, tratar de mantener un cierto estatus estético dentro de aquella caverna en medio de la nada. Ya lo notaba incómodo físicamente.
El primero en ofrecerle algo para afeitarse —de modo estratégico, por supuesto—fue Dimitri. Quien, con sus conocimientos de sobrevivencia a la intemperie, le enseñó algunos trucos con roca para poder perfilar la barba de su rostro. A la mañana siguiente de aquel consejo, Sebastian vio que Pedro estaba mucho más limpio y aseado. Y había comenzado a conversar más amenamente con Dimitri y Richard Madsen.
Había sido inteligente en el modo de ganarse su confianza. Sabía reconocer un narcisista cuando lo veía, si él mismo había sido de ese modo antes de recordar a Robin.
Lo que lo llevaba una vez más a pensar en ella. Si bien no dejaba un minuto de hacerlo, siempre estaba planificando los medios para poder escapar de ahí, pero, cuando tenía tiempo para sí mismo, volvía ella a su memoria: ¿Dónde estaba? ¿Estaría bien? ¿Qué había ocurrido?
Nadie había sabido darle una respuesta ya que todos estaban inconscientes o dominados por Pedro cuando ella desapareció.
Así que ganarse la confianza de Pedro era un buen inicio. Incluso con la tregua de por medio con Alabaster, dudaba que le dijera nada si se mostraba interesado por ella. No podía arriesgarse.
Liana desapareció esa tarde siguiendo a Phoenix fuera de la caverna. Mientras tanto, Pedro estaba agazapado junto al tipo de Brasil cuyo rostro seguía hundido entre sus rodillas.
Había una suerte de energía intensa que se colaba por los rincones de sus células. Elderon estaba en todos lados, y le parecía curioso sentir la vibración del agua a través de Antaruk siendo que él manipulaba la luz y la energía. Pero tenía sentido si ambos dioses venían de la misma fuente.