i. narnia

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𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐔𝐍𝐎
𝖭𝖠𝖱𝖭𝖨𝖠

𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐔𝐍𝐎𝖭𝖠𝖱𝖭𝖨𝖠

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A Reagan le gustaba la aventura. Le encantaba dar largos paseos por el bosque cercano a su casa, aunque ya no podía hacerlo tan a menudo, debido a la guerra. Los bombardeos eran constantes y tenía que pasar la mayor parte del tiempo escondida en su búnker. Sin embargo, los pequeños momentos en que las bombas cesaban, los pasaba fuera, respirando aire fresco y oliendo las flores que rodeaban su casa.

     Su parte favorita del bosque era el pequeño estanque escondido entre los árboles. Pasaba incontables horas ahí, sentada en una roca y completamente hipnotizada por cómo se movía el agua.

     La tarde del jueves no fue diferente para ella. En cuanto cesaron las bombas, salió del búnker escondido bajo su casa y comprobó que nada había sido destruido en el proceso. Por suerte, vivían lejos del pueblo, así que las bombas no los alcanzaron, pero más vale prevenir que lamentar. Una vez que su madre la perdió de vista, comenzó a caminar hacia el bosque hasta llegar al pequeño estanque.

     Ahí se quedó sentada, tranquilamente y mirando a todos lados, respirando el aire fresco y puro, oyendo el dulce movimiento de las hojas. Dulcemente, introdujo sus dedos en el agua, haciendo pequeños círculos y sintiendo su frescura. Pero ese día algo le pareció extraño, aunque no pudo averiguar qué ni por qué. 

      Volvió a escudriñar el lugar, buscando lo que la hacía sentir diferente (ni bueno, ni malo, sólo diferente), pero no encontró nada. Una vez que volvió la vista al agua, lo comprendió todo. Era el estanque. Había empezado a brillar y el agua se movía un poco más rápido, como si hubiera viento que la moviera.

     Antes de que pudiera procesar lo que estaba sucediendo, sus ojos se cerraron y dejó de sentir el suelo bajo ella. Intentó gritar, pero su garganta estaba completamente seca. Intentó abrir los ojos, pero estaban como pegados, como si alguien los hubiera cerrado con una llave y hubiera tirado la llave.

    La chica tampoco escuchó nada, y se preguntó sólo por un segundo si tal vez el agua era venenosa y así se sentía estar muerta, aunque desechó ese pensamiento de su cabeza. Se limitó a esperar a que pasara algo.

     Después de lo que parecieron horas (aunque sólo habían sido un par de minutos), Reagan volvió a aterrizar en el suelo.

     Pudo abrir los ojos de nuevo, sólo para revelar una tierra verde con cientos de árboles altos, pero ninguno de ellos gris como el que había tenido en sus manos antes (incluso ese era ahora uno normal). Un bosque. Pero no su bosque, pues no tenía el pequeño estanque que había visto innumerables veces. No había nadie. Ni una sola alma. Todo estaba en silencio.

     Nohabía ni siquiera el piar de un puente, las hojas de los árboles estabancompletamente quietas, y Reagan no sabía si eso era tranquilizador o aterrador.Como no quería quedarse ahí sola ni un minuto más, decidió explorar la tierraen la que había aparecido, tratando de encontrar el camino de vuelta a casa.Sacudiendo sus pensamientos sobre lo que podría pasarle si encontraba a alguienmalo, comenzó a caminar hacia Dios sabe dónde.

𝐊𝐈𝐃 | ᵉᵈᵐᵘⁿᵈ ᵖᵉᵛᵉⁿˢⁱᵉ ⁽ˡᵃˢ ᶜʳᵒⁿⁱᶜᵃˢ ᵈᵉ ⁿᵃʳⁿⁱᵃ⁾ ¹ ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora