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—Soy el Gran Rey Peter, el Magnífico—,se presentó orgulloso el chico rubio guardando su espada en el cinturón,—ellos son la Reina Susan la Gentil, el Rey Edmund el Justo, la Reina Lucy la Valiente y Trumpkin—.
—Oh, lo siento mucho. No sabía que eran la realeza—,exclamó Reagan, bastante avergonzada de sí misma, mientras hacía una reverencia frente a los cuatro hermanos y a Trumpkin.
—No tienes que disculparte, Reagan—,explicó Lucy amablemente,—es que Peter se enorgullece mucho de su título. No tiene que hacernos una reverencia—.
Los seis empezaron a caminar hacia un lugar que Reagan no conocía; pero poco le importaba de todos modos, porque estaba demasiado ocupada mirando todo lo que la rodeaba, completamente asombrada. Nunca en su vida había visto lugares tan hermosos como los que estaba viendo en esa extraña tierra llamada Narnia.
—No recuerdo este camino—,volvió a hablar la mayor de las Pevensie tras un rato de silencio.
—No retienen mapas en la cabeza, es lo malo de las chicas—,afirmó Peter mientras seguía caminando. Este comentario hizo que Reagan arrugara la nariz, Peter no parecía el indicado para hacer ese tipo de comentarios.
—Eso es porque ya tenemos algo en la cabeza—,se defendió Lucy haciendo que Edmund riera suavemente. Esto sorprendió a Reagan, sobre todo porque no había escuchado a Edmund pronunciar una sola palabra en todo el viaje.
—Desearía que escuchara al QA de vez en cuando—,se quejó Susan.
—¿QA?—,preguntó Edmund confundido girando la cabeza para mirar a las chicas.
—Querido amiguito—,dijeron Lucy y Reagan al mismo tiempo, haciéndolas reír levemente por el apodo que le habían puesto al enano, Trumpkin. Edmund se rió una vez más enviando una rápida mirada a Reagan y volviendo a mirar al frente.
Esto hizo que Reagan se sintiera más cómoda. No sabía exactamente por qué pero le preocupaba que Edmund estuviera enfadado o molesto por su presencia, necesitaba su aprobación de alguna manera. Probablemente porque era el único de los cuatro hermanos que no había mostrado una señal de simpatía hacia la adolescente. Mientras Reagan estaba en sus pensamientos, la pandilla se había detenido, haciendo que se topara con Edmund.
—Lo siento mucho, no estaba mirando—,se disculpó con el chico realmente arrepentida.
—Sí, eso es obvio. Ten cuidado la próxima vez—,exigió él con un tono duro que hizo que la chica se sintiera incómoda una vez más.
—No te preocupes, Reagan. Siempre es así, últimamente está de mal humor—,le explicó Lucy a su nueva amiga, ganándose una mirada furiosa de su hermano.
Tras una discusión entre Trumpkin y el Gran Rey, siguieron caminando hasta llegar a lo que llamaban cañón. En realidad, era sólo un acantilado. Todos caminaron hasta el borde y miraron hacia abajo, sólo para ver el agua corriendo detrás de ellos.
—Con el tiempo, el agua erosionó la tierra haciéndolo más profundo—,le explicó Susan a Peter, haciendo que éste pusiera los ojos en blanco, molesto. Parecía que estar molesto era un sentimiento característico de los chicos Pevensie.
Sin embargo, esta afirmación hizo que Reagan se cuestionara muchas cosas. Peter juró conocer este camino, pues ya lo había cruzado muchas veces. Pero Susan acababa de decir que el agua había erosionado la tierra con el paso del tiempo y los Pevensie no parecían tener más de veinte años, y mucho menos cientos.
—Oh, cierra la boca. ¿Hay alguna forma de bajar?—,preguntó el hermano mayor mirando de nuevo a Trumpkin.
—Sí, cayendo. Ven. Hay un vado cerca de Beruna. ¿Si nadar no les molesta?—,respondió el último haciendo reír a todos, menos a Peter.
Dichoesto, comenzaron a caminar de nuevo. Hasta que oyeron gritar a Lucy, haciendoque todos se giraran a mirarla por si le había pasado algo.
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