⠀⠀⠀⠀⠀ 𝒙. 𝐩𝐞𝐬𝐚𝐝𝐢𝐥𝐥𝐚𝐬

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𝐜𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐝𝐢𝐞𝐳
━━𝒑𝒆𝒔𝒂𝒅𝒊𝒍𝒍𝒂𝒔

𝐜𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐝𝐢𝐞𝐳 ━━𝒑𝒆𝒔𝒂𝒅𝒊𝒍𝒍𝒂𝒔

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Reagan no pudo dormir aquella noche. Su conversación anterior con Lucy le daba vueltas en la cabeza y, por más que lo intentaba, no podía dejar de pensar en ello. No entendía por qué no le había contado a Thomas su anterior relación con Edmund. Claro, no eran nada serio pero, por un tiempo, sintió que podían serlo. Eso fue, por supuesto, hasta que se vieron obligados a perderse de vista durante años. Ella había forzado a Edmund y a Narnia a salir de su mente y, ahora, todo había vuelto de golpe sin previo aviso.

Decidió que necesitaba un vaso de agua para despejarse durante algún tiempo, así que, haciendo suyas las palabras de Lucy de que podía servirse lo que necesitara, bajó las escaleras. Sin embargo, la luz de la cocina ya estaba encendida. Por un momento, pensó en darse la vuelta y volver a la cama, esperar a que se hiciera de día y entonces ir a su propio apartamento y hablar con Thomas; pero, a pesar de todo, entró en la cocina.

—¿Re? ¿Todo bien?—

—Edmund—,exhaló ella, mientras sus ojos se adaptaban a la repentina claridad,—sí, todo va bien—.

—¿Pesadillas?—

—Se podría decir que sí. ¿Qué haces aquí?—

—No podía dormir—,admitió el chico, incitando a la chica a tomar asiento frente a él.—¿Quieres agua, té?—

Reagan pidió una taza de té, viendo que Edmund se había preparado un poco, y tomó asiento en la silla frente al chico de pelo negro. Durante un rato, permanecieron sentados en silencio. Sin embargo, al cabo de unos minutos, Reagan empezó a sentirse incómoda y pudo notar como Edmund también se incomodaba, viendo como jugaba con la cucharilla y la hacía girar entre sus dedos.

—Quería preguntarte algo—,Edmund rompió el silencio, haciendo que Reagan lo mirara,—¿le molesta a Thomas que salgas tanto con nosotros? No nos gustaría ser la causa de problemas. Ya sabes, porque...—

—No le he dicho lo que éramos—,soltó ella.—No sé, simplemente no lo he hecho. No me gusta mentir pero, cuando me preguntó sobre cómo nos conocimos y todo eso, simplemente le dije que éramos amigos. Y no tuve ningún problema en mentirle directamente a la cara—.

Edmund la miró con los ojos muy abiertos, sorprendido por el repentino arrebato.—No, no, Re. No te preocupes, no pasa nada—,tomó asiento junto a ella, acariciándole suavemente la espalda mientras la chica enterraba la cara entre las manos y respiraba agitadamente.—Éramos jóvenes y ha pasado mucho tiempo desde que todo aquello terminó. No tienes por qué sentirte culpable—.

—Sí pero ¿por qué ni siquiera dudé en mentir? ¿Qué había de malo en decirle que salimos cuando éramos niños?—.

—Porque tu corazón lo sintió así en ese momento y eso está bien—.

El chico siguió pasándole la mano por la espalda, intentando que la chica se calmara. Edmund tenía ese poder y ella lo sabía. Siempre se había sentido más segura a su lado, incluso cuando se conocieron en su primer día en Narnia; aunque él le hubiera lanzado algunos comentarios duros y miradas duras al principio. Y no había perdido su toque, siempre conseguía hacerla entrar en razón cuando lo necesitaba, por mucho tiempo que pasara.

La habitación se quedó en silencio cuando Reagan levantó la cabeza y se giró para mirar a Edmund. Sus ojos marrones, unos ojos que ella conocía tan bien que podría decir el número exacto de motas doradas que los adornaban, ya la estaban mirando. Sus ojos conectaron con los de él y no hicieron falta palabras. Ahí mismo, sintió lo que era estar en casa. Hacía tiempo que no sentía tanto calor llenando su cuerpo y no se había dado cuenta hasta entonces.

Sus ojos viajaron a los labios de Edmund. Por una fracción de segundo, se preguntó si él habría adquirido experiencia en besar. Luego, se reprendió por ello. Para empezar, era obvio que él besaría mucho mejor ahora que eran mayores. Y para continuar, ella ni siquiera debería estar pensando en eso. No cuando tenía los labios de Thomas para besar. No cuando Edmund y ella habían terminado hacía tiempo. Supuso que era una cuestión de curiosidad, una cuestión de no haber podido cerrar todo lo que había pasado en Narnia, y lo olvidó inmediatamente.

Tosió cuando rompieron el contacto visual, volviendo de repente a una realidad que no sabían que habían abandonado. Sus miradas empezaron a viajar por toda la cocina mientras Reagan terminaba su té y se levantaba de la silla, deseándole buenas noches a Edmund y subiendo de nuevo las escaleras. Los ojos de Edmund no se apartaron del lugar de Reagan mientras ella se marchaba pero, una vez más, él tampoco abandonó sus pensamientos aquella noche.

 Los ojos de Edmund no se apartaron del lugar de Reagan mientras ella se marchaba pero, una vez más, él tampoco abandonó sus pensamientos aquella noche

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³ 𝐖𝐀𝐘 𝐁𝐀𝐂𝐊 | ᵉᵈᵐᵘⁿᵈ ᵖᵉᵛᵉⁿˢⁱᵉ ⁽ˡᵃˢ ᶜʳᵒⁿⁱᶜᵃˢ ᵈᵉ ⁿᵃʳⁿⁱᵃ⁾ ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora