⠀⠀⠀⠀⠀ 𝒗. 𝐞𝐧 𝐜𝐚𝐬𝐚

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𝐜𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐜𝐢𝐧𝐜𝐨
━━𝒆𝒏 𝒄𝒂𝒔𝒂

𝐜𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐜𝐢𝐧𝐜𝐨━━𝒆𝒏 𝒄𝒂𝒔𝒂

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     El paseo hasta el lugar fue agradable. El tiempo seguía siendo bastante cálido por las tardes, algo poco habitual en Inglaterra, y Edmund y Reagan aprovecharon esos minutos para entablar una conversación amena sobre lo que habían estado haciendo desde que se perdieron de vista.

Muy pronto, Reagan se encontró frente a la pequeña casa de los Pevensie. Edmund introdujo su llave en la puerta marrón oscuro, diciéndole a Reagan que sin duda Lucy estaría en su habitación estudiando. En ese aspecto, las dos chicas se parecían, bromeó, ganándose un suave golpe por parte de ella.

—¡Edmund, la próxima vez que te olvides de tu ropa...!—oyeron la voz de la menor de las Pevensie bajando las escaleras. Pero se detuvo en seco en cuanto vio quién estaba en la puerta, con una sonrisa en la cara:—¡Reagan!—.

Las dos chicas se envolvieron en un abrazo bajo la suave expresión de Edmund. Él nunca había imaginado que volvería a ver a las dos chicas juntas. De hecho, había perdido toda esperanza de volver a verla, incluso creía que ella se habría olvidado de él. Intentó con todas sus fuerzas hacer lo mismo, pero un primer amor no se olvida tan fácilmente y menos cuando había sido ella la que le había hecho olvidar su condición de 'traidor a la familia'. En el fondo, él sabía que ella aún conservaba un gran trozo de su corazón, y se lo llevó consigo tras abandonar el Viajero del Alba y tras visitar Narnia por última vez.

—No puedo creer cuánto has crecido, Lu—,Reagan le dio una mano a la niña y la hizo girar.—Ese vestido es extraordinario. Dios, estás absolutamente preciosa—.

—Debería ser yo quien dijera eso—,devolvió el cumplido con una enorme sonrisa en la cara.—No sabes cuánto te he echado de menos. Tengo tanto que contarte—.

Los tres decidieron entonces tomar una buena taza de té caliente y unas galletas en el salón mientras se ponían al día de sus respectivas vidas. Sin embargo, cuando Reagan entró en el salón, se fijó en un cuadro muy familiar que colgaba de una de las paredes. Se acercó a él, como atraída por los delicados trazos que componían los cuadros, y se detuvo frente a él, admirando la figura.

—Lo reconoces, ¿verdad?—,preguntó una voz masculina desde detrás de ella, sobresaltándola,—perdona, no pretendía asustarte—.

La chica rió como respuesta y se giró para mirar los ojos marrones del chico.—Claro que lo reconozco. Pasé semanas en esta nave, estuve a punto de odiarla. Estuve a punto de tirarme del barco y entonces apareciste tú—,recordó con una sonrisa nostálgica.

—De todas las aventuras de Narnia, creo que el Viajero del Alba podría haber sido mi favorita—,sonrió, poniéndose al lado de la chica y mirando también el cuadro.

—Pensé que la guerra contra el rey Miraz fue mucho mejor—,se defendió.—Nunca olvides 'y te niegas valientemente a luchar contra un espadachín de la mitad de tu edad'—.

—Oh sí, ¿cómo podría olvidar aquella vez que casi acabas muerta?—

—Edmund, si tuviera una espada conmigo ahora mismo, no dudaría en luchar contigo—,comentó, haciendo reír a los dos.—No sé, esta foto me hace sentir como en casa—.

—¿Lo echas de menos como nosotros?—Lucy habló desde detrás de ellos, situándose al otro lado de la chica.

—Me... me llevó un tiempo pero... creo que ahora puedo vivir con ello—,admitió.—Me gusta recordarlo de vez en cuando, pero intento no pensar demasiado en ello.—

—Sí... puede ser duro al principio pero... te acostumbras a perderlo todo—,suspiró Edmund.—Recuerdo cuando volvimos que Peter tardó meses en entender que todo el mundo lo trataba como a un niño porque volvía a serlo. Estaba tan acostumbrado a mandar sobre todo el mundo—.

Reagan rió suavemente, siguiendo a Lucy, que ya había tomado asiento en el sofá.—Me lo imagino. Te toca crecer dos veces. Pero oye, al menos tienes el doble de conocimientos—.

—En cierto modo sigo esperando que Aslan nos llame, aunque sé que eso no va a ocurrir—,habló Lucy, dando un sorbo al té aún caliente.—Siempre le digo a Eustace que lo vigile por si vuelve, que por favor nos deje quedarnos un tiempo. Sólo una pequeña visita. Necesito que las hadas me arreglen el pelo—.

—Pagaría literalmente miles de libras por un vestido hecho por una dríada—,rieron las dos chicas.—Y una espada. Dios, cómo echo de menos esa sensación—.

—Eso dices ahora, pero cuando te enseñé, cuando luchábamos contra el tío de Caspian, eras un grano en el culo—.

—¡Edmund!—Reagan se rió, golpeando suavemente el brazo del chico,—para ser justos, yo era un inocente niña aún joven que tenía que usar un instrumento mortífero que pesaba más que yo para que pudiéramos luchar contra criaturas que yo creía que sólo existían en los libros.—

Los ojos de Lucy viajaron a las manos de Reagan, donde vio a la chica jugando con una pequeña banda dorada que envolvía perfectamente su dedo, de la que sobresalía una pequeña flor.—Me encanta tu anillo, Re. ¿Dónde lo compraste?—

—Oh—,sonrió ella, mirándolo y entregándoselo a Lucy,—Thomas me lo compró hace unos meses—.

—¿Quién es Thomas?—

—Mi novio—,se sonrojó ligeramente, todavía no estaba acostumbrada a decir esapalabra,—llevamos saliendo casi un año—.

     —Mi novio—,se sonrojó ligeramente, todavía no estaba acostumbrada a decir esapalabra,—llevamos saliendo casi un año—

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³ 𝐖𝐀𝐘 𝐁𝐀𝐂𝐊 | ᵉᵈᵐᵘⁿᵈ ᵖᵉᵛᵉⁿˢⁱᵉ ⁽ˡᵃˢ ᶜʳᵒⁿⁱᶜᵃˢ ᵈᵉ ⁿᵃʳⁿⁱᵃ⁾ ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora