⠀⠀⠀⠀⠀ 𝒗𝒊. 𝐩𝐞𝐫𝐝𝐢𝐝𝐚 𝐞𝐧 𝐥𝐚 𝐜𝐨𝐧𝐯𝐞𝐫𝐬𝐚𝐜𝐢𝐨𝐧

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𝐜𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐬𝐞𝐢𝐬
━━𝒑𝒆𝒓𝒅𝒊𝒅𝒂 𝒆𝒏 𝒍𝒂 𝒄𝒐𝒏𝒗𝒆𝒓𝒔𝒂𝒄𝒊𝒐𝒏

𝐜𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐬𝐞𝐢𝐬━━𝒑𝒆𝒓𝒅𝒊𝒅𝒂 𝒆𝒏 𝒍𝒂 𝒄𝒐𝒏𝒗𝒆𝒓𝒔𝒂𝒄𝒊𝒐𝒏

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     Al contrario de lo que Reagan había pensado, la conversación fluyó sin problemas durante toda la tarde. A pesar de todo el tiempo que habían estado separados, los tres se sentían como si no hubiera pasado el tiempo y como si siguieran tan conectados como en sus tiempos de Narnia. Y es que gobernar un mundo completamente distinto crea lazos que no se rompen fácilmente. Tanto era así que, cuando se dieron cuenta de la hora que era, llevaban horas ahí sentados, las tazas de té vacías y el cielo oscuro en el exterior.

—Por favor, ven a visitarme más a menudo, Re—,sonrió Lucy, abrazando una vez más a su amiga perdida,—me encantaría tener compañía femenina—.

—¿No soy suficiente?—jadeó Edmund, haciendo reír a las chicas.

—Tú eres la razón por la que necesito compañía femenina—.

Después de que Reagan prometiera volver a visitarles pronto y una vez que acordaron ver también el dormitorio de Reagan, Reagan y Edmund salieron a la oscura calle. La chica miró al cielo por encima de ellos, la luna adornándoles con una tenue luz y un par de estrellas mirándoles desde la distancia. Edmund sonrió al ver brillar los ojos de la chica bajo el cielo estrellado, recordando lo mucho que a ella siempre le había gustado señalar las constelaciones que había sobre ellos. Un escalofrío recorrió la espina dorsal de Reagan a los dos minutos del camino de vuelta.

—Te dije que buscaras uno de los abrigos de Lucy antes de salir—,Edmund negó con la cabeza mientras sonreía al ver a la menuda chica abrazándose para entrar en calor.

—¡No hacía frío durante el día!—.

—Toma esto—,se rindió finalmente con una risita, sacando su bufanda y poniéndosela alrededor del cuello a la chica, ayudándola a atársela lo suficientemente fuerte para que no se cayera. La miró fijamente a los ojos, aquellos que tan bien conocía y que tanto había echado de menos. Estaban tan cerca que el suave vaho que salía de la boca de Reagan debido al contraste con el aire frío de la noche le golpeó la cara. El chico rió suavemente, viendo como la nariz de la chica ya estaba roja.

—Te vas a enfriar—,hizo un mohín, preocupada por el estado de su amigo.

—A diferencia de ti, yo me pongo un jersey. Estoy perfectamente blindado contra el frío—.

—Veo que tu arrogancia no ha cambiado, rey Edmund—,sonrió ella, recordando la primera vez que ambos se habían conocido.

—Y veo que tu costumbre de no escuchar al Rey tampoco ha cambiado, princesa Reagan—.

Ambos siguieron caminando uno al lado del otro, charlando de lo que se les ocurría (que no era mucho después de toda una tarde poniéndose al día), hasta que llegaron al dormitorio de Reagan. Edmund se aseguró de acompañarla hasta su misma puerta, ya que nunca se es demasiado precavido y menos durante la noche.

—¿Thomas?—Preguntó la chica al ver a otro chico de pelo negro sentado frente a su puerta. Tenía la espalda apoyada contra la pared, pero su semblante distaba mucho de estar enfadado. En cambio, mantenía su característica sonrisa brillante que les había hecho cruzar muchas puertas.—¿Ha pasado algo?—

—Habíamos quedado en cenar juntos—,le recordó, sin que la sonrisa abandonara su rostro.—Así que pensé en esperarte aquí—.

—Dios mío, lo siento mucho. Nos perdimos en la conversación. Me reencontré con mi primera mejor amiga y...—

—Eh, no pasa nada, cariño—,se levantó del suelo y le dio un beso en los labios.—Gracias por acompañarla a casa, amigo—.

—De nada—,Edmund le devolvió la sonrisa y dejó que sus ojos viajaran hasta la chica.—¿Nos vemos mañana?—

—Por supuesto—,respondió la chica con una sonrisa sincera.—Que duermas bien, Ed—.

El corazón del chico dio un vuelco al oír el apodo. Un apodo que había recordado mil veces desde la última vez que lo había oído, un apodo que le hacía sentirse como en casa. Pero antes de que pudiera responder, Reagan estaba abriendo su puerta y entrando junto a Thomas.

Durante todo el camino de vuelta, Edmund dejó que su mente viajara a Narnia, un lugar en el que se había sentido a la vez increíblemente bien y terriblemente mal. Un lugar en el que había sido tratado tanto de traidor como de rey. Recordaba los susurros a sus espaldas, todos fruto de aquellas delicias turcas que tanto odiaba ahora, pero Reagan nunca lo había juzgado. Nunca lo había tratado de forma diferente, ni para bien ni para mal. Siempre había sido Edmund a su lado, algo que no mucha gente tenía la oportunidad de decir.

 Siempre había sido Edmund a su lado, algo que no mucha gente tenía la oportunidad de decir

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³ 𝐖𝐀𝐘 𝐁𝐀𝐂𝐊 | ᵉᵈᵐᵘⁿᵈ ᵖᵉᵛᵉⁿˢⁱᵉ ⁽ˡᵃˢ ᶜʳᵒⁿⁱᶜᵃˢ ᵈᵉ ⁿᵃʳⁿⁱᵃ⁾ ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora