Limpie el sudor de mi frente y observe el pelo crespo que estaba planchando. Todavía me faltaba la mitad por terminar. Me ahorre lloriqueos y volví a coger la plancha de pelo para continuar.
...
Sonreí al verme con el dulce que hace unas semanas quería y le di una mordida. Estaba delicioso. Camine feliz hasta que tropece uno de mis pies con un banco y comence a dar brinquitos en un pie. Puse mi dulce en un banco y observe mi pie con un moretón en el lugar golpeado. Al ser albina cualquier golpe se me notaba enseguida.
Cansada me senté en el banco y al sentir que mi trasero aplastaba algo recorde mi dulce. Inmediatamente me levante e hice un puchero sollozando por mi comida. Saque un toallita de mi bolso y comence a pasarla por mi pantalón con corte de bota.
Suspire frutrada por mi torpeza y seguí lloriqueando mientras limpiaba toscamente mi ropa. De reojo vi a Leonardo acercarse en su patineta y seguí en lo mío con más vergüenza.
—Tulipán, ¿qué te paso?
Le ignore tratando de hacerme idea de que no estaba y él solo me observo como si analizara la situación. Rápidamente termine lo que hacía y recogí el dulce que me iba a comer para botarlo en el cesto de la basura. Pero soy la reina de la torpeza. Cuando limpiaba mis manos me resbale con una cáscara de banana. En resumen otra vez estaba en el suelo y ni siquiera me dolía.
Leonardo me extendio la mano para ayudarme a levantarme, pero yo lo seguí ignorando y al ponerme en pie casi vuelvo a caer sentada en el piso, por suerte Leonardo me aguanto y debido a mi poco equilibrio termine tumbandolo conmigo directo al piso. Ambos soltamos un "auch" y nos miramos a los ojos, en esta ocasión el estaba encima y yo debajo. Mis mejillas se colorearon y rápidamente lo aparte para levantarme inundada de vergüenza. Otro chico que desde lejos nos observaba se acerco y ayudo a Leonardo a levantarse.
—Menuda caída hermano —comentó riendo el desconocido.
—Cállate DaVinchi —ordenó Leonardo y me miro— ¿Estás bien, Tulipán?
Asentí y mire de un chico a otro varias veces, eran totalmente iguales, como si viera doble.
—¿Gemelos? -cuestione sorprendida.
—Trillizos —respondió el llamado DaVinchi—. Hola, soy Leonardo DaVinchi, pero me puedes llamar Vinchi, soy el hermano mayor del patinador.
Sonreí y le extendí mi mano, DaVinchi la tomo regalándome una sonrisa amistosa.
—¿Puedo decirte Tui? —cuestionó el Leonardo con nombre de pintor.
—Claro —afirme amistosamente.
—¿Cómo es que con él no eres tímida y conmigo si? —cuestionó ofendido el Leonardo con nombre de actor—. Yo me esfuerzo y él llega de la nada y ya te gana.
—Tranquilo hermano no te la robare. —aseguro DaVinchi.
Yo me sonroje y carraspee mi garganta.
—A él no le caí encima en nuestro primer encuentro —expliqué avergonzada.
—Me tienes que contar DiCaprio.
Leonardo DiCaprio nego mirando a Leonardo DaVinchi y yo reí en voz baja ganando la mirada de ambos. Me daba gracia tener a dos chicos llamados Leonardo.
—Debo irme —murmure y alse mi cabeza—. Fue un gusto Vinchi, nos vemos por ahí.
DaVinchi asintió y DiCaprio frunció su rostro. Yo me giré y me retire caminando hasta la parada.
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Reina de la torpeza
RandomA ella siempre le pasaba algo debido a su torpeza. Y un día gracias a esa torpeza se encontro con él, un chico que amaba el patinaje. Él se ofreció a sostenerla. Pero, ¿sería la torpeza un impedimento para que se acercarán? Saga "chicasflores" 7