Reina de la torpeza

Capítulo 16

—Ay no —protesté al ver a Verónica—. ¿Qué haces aquí? Te arreglé tu pelo no hace mucho.

—Leonardo me rechazo y dijo que volverían a estar juntos pronto.

Abrí mis ojos por el asombro y sacudí mi cabeza en negación.

—Él y yo nunca hemos sido pareja y a mí parecer nunca lo seremos —mencione seria.

—Leo te quiere.

—Y yo a él, pero solo nos queremos como amigos —indique neutra.

—Como amigos que se quieren besar —aseguró ella.

Fruncí mi rostro por el comentario de Verónica y resople.

—Vete. Me estás quitando tiempo de trabajo.

—Trato de que dejes de tapar tus ojos —dijo Verónica con sinceridad.

—¿Y si quiero seguir con la venda delante de ellos? —interrogue—. Sí, Leo me gusta, pero no le diré. Conozco perfectamente mi lugar y el hecho de que no le gusto.

—Incorrecto —afirmó Verónica—. ¿Qué lugar de qué, tonta? El gusto es mutuo o sino pregúntale a Leo.

Al ver que la chica señalaba a su derecha, abrí mucho mis ojos y giré la cabeza lentamente. Efectivamente, Leonardo estaba ahí. Volví a mirar delante y rogue que la tierra me tragara. ¿Ahora cómo lo miraría a la cara?

—Mi acción buena del día está hecha —declaró Verónica sonriendo y se fue por el otro lado—. Adiós.

Oí pasos acercarse y cerré mis ojos con fuerza queriendo ser invisible.

—Tuli —murmuro Leonardo y me abrazo por la espalda—. Tú también me gustas.

Abrí lentamente mis ojos sintiendo mis pelos de punta y mi corazón latiendo como loco. Leonardo me soltó y se puso frente a mí para volver a abrazarme apretandome contra su pecho como si no quisiera soltarme nunca.

Sentí un suave beso en mi mejilla seguido de pequeñas caricias en mi cabeza y dibuje una diminuta sonrisa en mis labios. Comodidad total.

—¿Desde cuándo yo a ti...? —pregunté en un susurro.

—Desde la primera vez —aseguró interrumpiendome—.Recuerdo que te vi y supe que valías la pena.

—¿Porqué te robe un beso? —cuestione tímidamente y alse mi vista viéndole.

Leonardo río negando con su cabeza.

—No amiga mía, nada que ver con eso. Aunque si me gusto ese beso —explicó risueño y me giño un ojo— Desde ese día no dejo de repetir el momento en mis sueños.

—Me has dicho amiga —musite confusa.

—Eres una amiga que me gusta —explicó sincero, yo me sonroje—. Me gustaría salir contigo.

—Claro —susurre apenada—. Nosotros solemos salir a tomar cosas juntos, como amigos.

—Apartir de ahora será como personas que se gustan y quieren establecer una relación.

—Este... Yo... —dije nerviosa y al ver el brillito en sus ojos asentí—. Me gustaría.

—¡Genial! —exclamó alegré y beso mi mejilla—. ¿Cuándo sales del trabajo?

—A las cinco y media.

—Perfecto, vendré a buscarte —indicó decidido.

—Si me sueltas puedo seguir trabajando —comenté en voz baja.

Leonardo dejo de abrazarme levemente avergonzado y dijo adiós yéndose.

...

Sonreí al ver esperándome a mi, ¿amigo? Me acerqué y le besé la mejilla obteniendo una sonrisa de su parte.

—Hola, Tuli.

—Holi, Leo.

—¿Holi? —cuestionó divertido y tomó mi mano—. Que moderna.

—¿Y Roberto? —indagué al no ver su patineta.

—En mi casa. Lo dejé para no preocuparme por él mientras estoy contigo. Tú eres más importante.

Asentí halagada y le di un fugaz beso en su mejilla.

—Eres bueno con las palabras bonitas.

—Pues gracias, chica albina que no engorda.

—Y roba beso —añadí entre divertida y abochornada.

—Yo también los robo —indicó divertido y me giño un ojo.

—Inténtalo si quieres que salga corriendo y no te mire a los ojos en una semana.

—Vale, no lo haré —expresó divertido—. Iremos a comer juntos.

—Tengo una cena con mis hermanas. Solo dejé que me esperarás para hablar contigo hasta que consiga un taxi —expliqué balanceando nuestras manos unidas.

—¿Y mañana?

—Mañana estoy disponible —respondí pensativa.

Sonreí mirando el brillo de sus ojos y entrelace nuestros dedos en silencio hasta la parada. Hice señas a un taxi y al verlo parar solte la mano de Leonardo.

—Nos vemos mañana, Leo.

Él asintió con una sonrisa y yo subí al taxi mirando detrás hasta que estaba muy lejos.