Capítulo 21

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—Hermanita come algo —pidio Narciso ofreciéndome una galleta de soda.

Giré mi cabeza en otra dirección y seguí abrazando mis pies que estaban a la altura de mi pecho. Ambas nos encontrabamos sentadas en el piso de mi casa.

—Tuli, por favor —suplicó Narciso haciéndome ojitos—. Morirás si sigues sin probar un bocado.

—No tengo hambre —murmuré triste.

—Tuli, ¿quieres que me enoje contigo? —expresó seria.

Suavemente negué con mi cabeza y abrí un poco mi boca, Narciso llevó la galleta de soda a ella y yo le di un mordisco masticando lentamente.

—Siso —susurré pensativa.

—Dime hermana.

—¿Cómo hiciste para no dejar a tu novio cuando vuestra suegra se opuso a que salieran? —cuestione intrigada.

—Bueno... Realmente me iba a alejar, sin embargo él no me dejó hacerlo. Antes de que me fuera me abrazo con fuerza transmitiendome calma y confianza. Apesar de los problemas no se rindió conmigo. Esos detalles me hicieron terminar quedándome.

—Tú eres fuerte Siso, yo dejé de serlo hace mucho —declaré frustrada e empecé a llorar—. Siento que no aguantaré otra caída. Me duelen los golpes Siso.

—Vamos —dijo decidida y se puso de pie—. Salgamos y golpeemos al mundo.

Sonreí sabiendo a que se refería y me puse de pie, limpié mis mejillas, me lave la cara y me maquille un poco para ir a la guerra.

...

—¡Apúrate Narciso, quiero llegar! ¡Intenta no caerte! —exclame impaciente.

Mi hermana mayor alzó la vista para verme y suspiro continuando escalando la montaña que subíamos. Yo sonreí y terminé de escalar sentándome en el borde de la montaña sin temor a caerme abajo.

—¡Te he ganado mundo! —grite feliz—. ¡Incluso si caigo tengo esta soga sujetada a un hierro que me protege!

—Deberías agradecerme por traerte —recordó Narciso terminando de escalar y literalmente se acosto boca arriba en la tierra.— Morí.

—Me siento increíble —indiqué feliz—. Gracias Siso.

—Por nada —respondió cansada—. Hace mucho no hacía esto. Mi novio se desmayaria seguramente si me viera.

Reí sabiendo que era muy probable y suspiré. La felicidad me invadía.

...

—Estás despedida.

—¿Por qué? —cuestione sorprendida.

Mi jefa me miró con obviedad.

—Hoy has derramado café en documentos importantes, quemaste el pelo de una clienta ayer, has rompido más de una cosa. ¿Sigo?

Negué cabizbaja.

—Te daré tu paga porque me agradas, pero por favor ten más cuidado en el futuro Tulipán.

Asentí y tras coger el dinero salí de aquella peluquería. ¿En qué diablos trabajaría ahora? Siempre me despedían.

Triste comencé a sollozar observando el piso hasta chocar con alguien; por los zapatos supe que era un chico, pero no le miré la cara.

—Perdón —murmure apenada.

El chico me sorprendió con un abrazo y yo levanté mi cabeza para ver quien era.

—¿Leonardo DiCaprio? —cuestione.

—Si —susurró abrazándome más fuertemente.

No podía estar cerca de él. Su madre me lo había dejado muy claro; si lo quería debía dejarlo porque era lo mejor para él, de lo contrario le arruinaría la vida con mi torpeza.

—Sueltame Leonardo, déjame irme.

—Jamás te dejaré irte de nuevo.

—Basta. Te haré daño si me quedo —expresé lo más dura posible.

—Me harás más daño si te vas —aseguro él y se alejo un poco sin dejar de apresarme entre sus brazos—. No sé que te haya dicho mi madre, pero olvídalo, ¿vale? Prefiero negar a mi madre antes que quedarme sin ti. Quédate.

—¿Por qué? —cuestione sorprendida—. ¿Me quieres tanto como para hacer eso? ¿No te lamentarás más tarde? ¿Me puedes jurar que no estás cumpliendo un simple gusto que tenías de niño?

—Te puedo jurar por quien sea que te quiero verdaderamente como nunca he querido a otra chica. Y la verdad si he salido con otras chicas pero siempre quedaste en mis recuerdos, para mí eres única —afirmó sincero—. ¿Desde cuándo sabes que me gustabas de niño?

—No mucho.

—¿Te lo dijo mi mamá? —indagó apenado.

—No, fue antes de hablar con ella. Es una larga historia y ahora mismo solo quiero abrazarte.

Leo sonrió y me dio un abrazo. Esa tarde hablamos mucho.

Reina de la torpezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora