—El inicio de una leyenda—
Tres caballos desaparecidos, un misterioso cabo no identificado se había robado uno de ellos, cuatro soldados con fracturas además del mismo Capitán, fue el saldo de la huida de la cuarta impostora, o al menos eso fue lo que el capitán Murna escribió en su informe.
Era la primera que había mostrado resistencia a la llegada del batallón, las demás solo un poco entusiasmadas aun con temor, esa pequeña cacería ya había tomado 3 vidas inocentes. Sin duda había algo especial en aquella chica.
El capitán Alke Murna miraba el mapa de Drinian como si este le fuera a dar la respuesta de donde es que la chica había huido, ya que creía muy estúpido el que hubiera ido al bosque después de todo seguía siendo una dominante.
Pocos sabían de la cacería, parecía como si alguien le hubiera advertido, tal vez.
Los rumores se extendían rápido, en poco tiempo no solo el pequeño pueblo fronterizo de Arbeed sabia de la huida, sino cualquier pueblo por el que el mensajero pasaba para entregar la carta a la capital.
No era un misterio que el reino estaba en crisis sin un elegido, los 7 tenían el control y sin un Nain poco los nómadas podían hacer por el resto del reino.
¿Qué sabia esa chica que el resto del mundo no?
Alke miro a hacia al bosque, todos le tenían un respeto a ese mar de árboles después de todo, como el dicho decía, ningún hombre es tan fuerte como un roble, además de que era de los pocos lugares donde hasta los mis Kidrash temían entrar, tal vez solo fueran leyendas, pero, había algo de cierto en cada una de ellas.
—El muro está funcionando en la frontera norte y dos de los caballos han regresado señor— dijo un soldado entrando a la cabaña del capitán.
—Comiencen todo para el regreso a Hades, iremos a Pnik hasta la próxima luna.
—Señor, debe de ver algo
Ambos salieron, el soldado llevo a el capitán al lado de uno de los caballos, mientras que uno de los caballos está lleno de barro y agitado, el otro apenas y tenía unas cuantas hojas en su melena.
El soldado metió su mano en la bolsa del caballo más limpio y en ellas había un pequeño medallón.
—Aegan
—Necesitamos rastreadores, la chica está en problemas.
— ¿Iremos tras de ella?
—Esperemos encontrarla viva.
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Bosque y Tormenta
FantasyAravis había vivido toda su vida pensando que era una impostora, una de las 5 desafortunadas que habían sido hechizadas para entorpecer la búsqueda del elegido de los Arvraz, el único capaz de tocar la corona y elegir quien se puede sentar en el tro...