Capítulo 4 -Amigos-

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—Si como otra manzana voy a vomitar—dijo Klaus lanzando lo que quedaba del corazón de la manzana.

—Podemos comer el ultimo pan que queda. De todas maneras, ya estamos a nada de llegar a Nelius.

—Eso espero

Era ya nuestro cuarto día en el bosque ambos estábamos ya fastidiados de los mosquitos y tener que comer solo nueces y manzanas.

Estábamos descansando, al estar cerca del rio el camino ya no era llano sino un interminable subir y bajar de rocas y pequeños montes y esquivar árboles caídos o ramas bajas, por lo que el camino se volvió más cansado.

Él estaba acostado en el piso sobre su capa, espantando mosquitos con su mano y yo estaba intentado usar el arco, aunque en realidad parecía más que estaba jugando con él, ya que en ninguno de mis intentos había logrado dar al árbol que había elegido como diana, que por cierto ni quiera estaba tan lejos.

Quería aprender a usar el arco y las flechas en caso de que se nos cruzara algún animal peligros, este bosque era conocido por tener lobos y coyotes, pero ahora lo más peligroso que se cruzó en nuestro camino eran esas ardillas tramposas roba comidas.

­—Eres pésima con eso.

—Gracias por el ánimo—dije con sarcasmo.

—Recoge todas las flechas debemos continuar si queremos llegar a Nelius mañana.

—¿Cómo estas tan seguro que estamos cerca? —pregunte mientras recogía las flechas del suelo.

De mi bolsa saco el mapa y lo extendió, en la había marcas nuevas, 4 para ser precisa.

—Aquí acampamos anoche, si nos apresuramos acamparemos a solo unos cuantos kilómetros de Nelius.

—¿Estás seguro de que acampamos ahí?

—Es solo una aproximación—cerro rápido el mapa y lo guardo con prisa otra vez en la bolsa.

Eso fue extraño pensé

Recogió su capa y me la entrego, él recogió el resto de las flechas y también me las entrego.

—Andando

El seguía siendo el guía, manteniéndose al frente, quitando maleza, avisándome de los que había en frente y de las cosas de las que debía de tener cuidado.

Estaba tenso, lo veía en su cuello y espalda, mirarlo cuatro días caminando me ayudo a entender un poco su lenguaje corporal.

La verdad lo que más me causaba curiosidad era su cabello dorado. Era rizado, largo y a pesar de estar dentro de un busque por una semana, muy cuidado, nada que ver con mi cabello que ya estaba lleno de hojas y bastante sucio para mi gusto.

Aunque el día de hoy lo tenía peinado de manera diferente.

—Klaus—lo llame.

El dio la vuelta, aun se veía un poco raro y enfadado.

Me acerque con miedo que descubriera que iba hacer, alce mi mano lentamente, a la que siguió con la mirada mientras se acervaba a su rostro. De manera rápida descubrí su frente y encontré justo lo que creía.

De mi garganta salió un sonido ronco de evitar que saliera una risa.

—No es gracioso—dijo serio.

—Si lo es—dije sin poder evitar ya reírme.

—Es vergonzoso

—Llevo una semana escuchándote roncar y me ocultas dos granos que te salieron en la frente.

Bosque y TormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora