Capítulo 8 -El inicio de la verdad-

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La sensación de estar atrapada era muy familiar para mí, aunque en realidad nunca había estado realmente encerrada en un lugar, tal vez solo entre mis responsabilidades y en mis miedos.

Y así era como sentía en ese momento, aunque no podía ver nada, me sentía sofocada, hasta que vi una pequeña luz a mi izquierda, camine hacia ella, luego me di cuanta que era una antorcha, intente tocar el fuego, con la intención de sentir el fuego quemándome, pero no podía sentir nada.

De la nada el fuego se apagó. Y la obscuridad se hizo presente, después el sonido de caballos galopando.

De pronto estaba de nuevo en Arbeed, reconocía sus calles, y el rostro de algunas personas, pero no sentía como mi hogar, el sonido de las campanas llego a mis oídos, para luego escuchar otra vez los caballos

—¡Aravis! —escuche mi nombre siendo gritado.

Voltee a ver a todos lados y solo veía a gente pasar

—¡Aravis! —oí de nuevo

Busque de nuevo y por fin puede ver de donde venia, era mi hermano, Edmund, estaba en una carrosa, sonaba desesperado, grita mi nombre

—¡Edmund! —grité de vuelta y empecé a correr tras de él

Corría con todas mis fuerzas, pero los caballos eran demasiado veloces y las personas no dejaban de interponerse en mi camino.

Aun podía escuchar como Edmund gritaba por mi ayuda, pero yo no podía llegar hasta él.

Caí de rodillas y luego todas las personas desaparecieron.

De la nada alguien tomo con brusquedad mi brazo.

—No tengo todo el día—dijo el hombre que me tomo y me dirigía algún sitio

Arbeed había quedado atrás y ahora estaba en un pasillo con muros y piso de piedra, no reconocía del todo el sitio al principio, eso hasta que llegamos a esa habitación.

Había una silla de madera, y con eso lo recordé, era la sala donde mi hicieron las pruebas.

El hombre me hizo sentarme en la silla, y por una extraña razón no podía negarme, puso mis brazos con mis palmas hacia arriba sobre los reposabrazos, los sujeto con una especie de cuerda y luego salió de ahí.

Otro hombre esta vez con uniforme, y claramente un anvraz entro en la habitación.

—Esto puede doler—recordaba bien esa frase.

Unió sus pulgares teniendo las manos echas puño y luego los coloco en mis palmas, luego con toda la fuerza que tenía los preciso, y luego una descarga eléctrica me inundo el cuerpo y solo en ese momento puede gritar.

Era la sensación más dolorosa que había sentido en mi vida.

Había tenido pesadillas por las pruebas por días y por alguna razón volvieron.

Cuando el hombre me soltó, mire a mi izquierda por algún motivo, Edmund estaba ahí, atado también

—¿Qué están haciendo? —por fin puede hablar

El hombre solo volvió a unir sus pulgares y se aproximó a mi hermano

—El no es un impostor déjenlo ir—grite intentando zafarme de la silla

Mis palabras no parecían importarle porque en cuanto termine la oración empezó a electrocutarlo.

—¡No! —grite con todas mis fuerzas

Los focos y luces de la habitación empezaron a parpadear, luego la luz se fue y el sonido de un trueno inundo la habitación.

La sensación como si el aire volverá a mis pulmones después de estar mucho tiempo bajo el agua me invadió de repente, aún estaba oscuro, pero pude reconocer que estaba en la carpa de nuestro campamento improvisado.

Bosque y TormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora