02. Worlds Apart

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El sonido de las gaviotas revolotea por el lugar, mezclándose con las pequeñas olas que llegan a la orilla y se rompen. Volkov empieza a cobrar consciencia incluso con los ojos cerrados ¿Acaso sigue en su habitación de la academia? ¿Ha sido todo una pesadilla? Empieza a levantar los párpados poco a poco y con pesadez, enfocando su vista al techo que lo cubre. Es un techo de madera clara, mueve la cabeza y observa el resto del lugar. Es una habitación pequeña, hay una ventana grande y abierta que da vistas a la playa. Hay una mesa también de madera, sobre esta hay varios papeles y lápices, a un lado hay un baúl cerrado, del que salen un par de trozos de tela, que se han quedado pillados al momento de cerrarlo. No hay mucho más en la habitación, es muy simple a la par que luminosa, dejando que el sol entre por la ventana hasta la cama en la que él está estirado.

Intenta incorporarse, pero en cuanto mueve la pierna siente un dolor intenso en esta. Se aparta la sábana y encuentra un vendaje en su muslo, una mancha de sangre empieza a aparecer, tintando la tela de color rojo. Sabe que no va a poder caminar durante hasta que se cure, porque el dolor que siente es intenso en esos momentos.

La puerta de la habitación se abre, y Volkov observa a la persona que entra. Es un chico que parece de su edad, su cabello rubio está rapado por los lados, y la parte central está recogida al final con un moño. Es alto y de complexión fuerte, pero su expresión le infunde cierta paz.

-¡Has despertado!- Exclama el desconocido con una sonrisa.- No hagas esfuerzos por levantarte, tranquilo.- Se acerca a él, pero Volkv siente algo de desconfianza.

Repara entonces en la bandeja que lleva en las manos, tiene un pequeño cuenco con agua, vendajes, gasas, y otro cuenco con algo que no sabe distinguir. La deja en la mesita que hay al lado de la cama, y deja algo de distancia entre ellos.

-¿Quién eres? ¿Y dónde estoy?- Pregunta con cierta preocupación asomando en su voz.

El chico le sonríe, tratando de calmarle.

-Me llamo Horacio, estás en la isla de Los Santos. Te encontré hace un par de días en la orilla de la playa... Creo que te hiciste daño en la pierna por culpa de las rocas que hay cerca de la costa, son bastante peligrosas...

Asimila toda la información que le da el contrario, procesando cada una de sus palabras. Los Santos es una isla muy solitaria en medio del océano, está entre su país y el país vecino, en términos políticos es algo así como una tierra de nadie. No esperaba que la corriente le terminara llevando hasta tierra firme, pero tiene los recuerdos tan borrosos, que incluso podría haber sido él mismo quien empezó a nadar en busca de refugio.

-Si te parece bien...- La voz de Horacio volvió a traerlo a la realidad.- Voy a cambiarte la venda y curarte la herida, luego te traeré algo para comer.

Volkov no está muy seguro, pero simplemente asiente en silencio, porque él no tiene ningún conocimientos en acerca de sanar heridas, y Horacio procede a retirar el vendaje con cuidado.

-Todavía no me has dicho cómo te llamas...- Incide mientras limpia la herida, haciendo que Volkov frunza el ceño por el dolor.

No puede decirle su nombre de verdad, porque, aunque se vea una persona amable, no lo conoce de nada. No puede decirle quién es en realidad, porque no sabe qué consecuencias puede tener, al final, por más que no quiera, su vida y su nombre son públicos.

-Puedes llamarme Viktor.- Dice finalmente, aún con desconfianza.

-Bien, Viktor...- Repite su nombre aún concentrado en la tarea de limpiar el corte.- ¿Recuerdas cómo has llegado hasta aquí?

Volkov sigue con la vista fija en los movimientos del rubio. Se siente nervioso, desconfiado y vulnerable, y lo odia con cada fibra de su ser. Está acostumbrado a mentir a su padre y al resto de personal, pero aquí se juega mucho más.

Walking the wireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora