15. ¿Por la ventana?

1.4K 145 107
                                    

Diviso a Gavin a lo lejos, así que sin dudarlo me detengo de golpe y giro sobre mis talones, para comenzar a caminar a paso rápido lejos de él.

Desde la fiesta a la que fuimos intento evitarlo lo más que puedo. Así como decidí no responderle y no contarle la verdad sobre por qué me acerqué a Ezra ese día, también siento extraño el pensar que quizá le gusto.

No porque crea que no pueda gustarle -bueno, en realidad sí lo creo-, sino porque no quiero confundir las cosas y quedar como tremenda idiota.

Entonces, desde entonces, las cosas han sido algo extrañas y prefiero evitarlo a toda costa.

Lo chistoso aquí es ver a Ezra al final del pasillo hacer exactamente lo mismo que yo hice con Gavin: evitarme.

Ayer en la cafetería se dedicó a esquivar cada pregunta que tenía para hacerle, de hecho, hizo tan rápido el ejercicio de cálculos que no me dio ni tiempo a revisarlo, porque se levantó con la excusa de que su moto había sido arreglada y debía de ir a buscarla, que sin dudarlo agarró sus cosas y se marchó.

Voy tan distraída que me sorprendo cuando alguien me toma del brazo con bastante fuerza y me hace girar de manera brusca, de inmediato me encuentro con los ojos de Sierra.

—No creas que estas ganando, idiota —asegura cerca de mí rostro, sin apartar sus ojos de los míos, sobre todo, sin soltar su agarre de mí brazo—. No sé qué truco estés usando con Ezra, pero créeme, lo conozco y sé perfectamente que jamás podría gustar de alguien como tú.

Me suelto de su agarre de manera brusca, pero no me alejo ni un milímetro de ella.

Lo he dicho antes y lo mantengo, Sierra no me asusta y quiero hacérselo saber.

—Tú no conoces para nada a Ezra —afirmo de manera lenta, y también sin alejar mi mirada de la suya—, sólo quieres creer que sí para sentirte segura, pero sabes perfectamente que no es así. Deja el juego, Sierra. Esto ya es absurdo.

La comisura derecha de sus labios se levanta hacia arriba al mismo tiempo que su ceja izquierda, mientras me otorga una mirada llena de burla.

—Es en serio que te crees la gran cosa —comenta entre sorprendida y divertida, mientras que yo alzo un poco mi barbilla para demostrarle que no me creo, lo soy—. ¿Cómo puedes creer que alguien realmente puede gustar de ti, Ava? —Se le escapa una pequeña risa, pero en ningún momento deja de mirarme a los ojos—. ¿Es que no te viste? O sea... mírate en un espejo, en serio —pide, mirándome de pies a cabeza de manera lenta, dando un paso lejos de mí a la vez que me señala de cuerpo completo con su mano—. No es que solamente no eres atractiva por donde se te mire, Ava, eres más que eso, generas más que eso —asegura con una seriedad que nunca antes me había entregado. De hecho, creo que es la primera vez que me llama por mi nombre y no por absurdos sobrenombres—. Da asco y repulsión de sólo verte, Ava Malkovich. Abre los ojos y deja de creerte la gran cosa porque realmente es penoso eso.

Sin decir más, me guiña un ojo como si acabara de darme el consejo más grande de mi vida y pasa a mi lado chocando su hombro contra el mío, para alejarse de mí a paso firme.

Me quedo en mi lugar sin poder moverme, procesando sus palabras.

Sé que no debería creerlas, pero a veces las palabras son poderosas y, sobre todo, muy dolorosas.

Quizá antes se me era más fácil ignorarlas, porque me lo decían a través de insultos o "bromas" según ellos, pero ahora me lo ha dicho con una seguridad y seriedad que... me ha resultado difícil ignorar.

Siento un nudo en mi garganta que me está costando desparecer, pero eso no es lo peor, sino el hecho de que mi respiración está acelerada de repente.

La apuesta del patito feo ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora