7. Paragua Roto

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Desde lo ocurrido en casa de Tess el viernes, he intentado no cruzar mirada ni nada que tenga que ver con Ezra Mackey.

No sé cómo hablar con él después de lo que casi pasa entre nosotros.

¿Lo ignoro? ¿Hablo del tema? ¿Me voy del país?

Bueno, igual siento que me estoy haciendo mucho la cabeza, cuando en realidad él tampoco muestra interés en querer volver hablarme.

Estamos a miércoles, en teoría el lunes nos debíamos ver para nuestras sesiones de estudio, pero cuando nos cruzamos por el pasillo, ambos decidimos ignorarnos. No me animé hablarle para decirle si nos veríamos o no, y cómo él no se acercó a decirme nada, di por hecho que la clase se cancelaría.

Ayer, martes, todo volvió a la normalidad cuando me insultó en el pasillo, haciendo que varias personas presentes se rieran de mí.

Todo eso me ayudó para olvidar lo del viernes y recordar quien es realmente Ezra.

Un pobre diablo que no tiene nada más interesante que hacer en su vida, que molestar a los que, según él, son indefensos.

Por otro lado está Tess, quien no sólo está rara en general, también me presiona para hablar sobre lo ocurrido.

—Por el amor a Dios, Tess, no pasó nada esa noche —insisto, por milésima vez, soltando un suspiro.

Max se apoya en el casillero de brazos cruzado, también algo cansada de esta conversación repetitiva.

He tratado más con ella estos últimos cuatro días y ahora comprendo por qué a Tess le cae bien, ¿y cómo no? La chica es realmente cool.

—Porque llegué yo —me recuerda la morena, sacando las cosas de su casillero—. Si no dime, Ava, ¿qué habría pasado si no llegaba?

—Nada, no hubiera pasado nada —respondo, resoplando algo fastidiada.

Aunque sé que mi respuesta fue una mentira, porque la verdad es que no sé si no hubiera pasado nada.

¿Tenía ganas de besar a Ezra esa noche? Claro que sí.

Pero ella no tiene por qué saber eso.

—Eso dices ahora, pero...

—Ya, no seas molesta —interviene Max, haciendo que ambas giremos a verla—. Ava ya ha dicho que no hubiera pasado nada, ni tú, ni yo, ni ella le creemos, pero es lo que asegura ahora y listo, eso es todo lo que importa.

—Oye, que yo sí me creo —me quejo, cruzándome de brazos y ella sonríe de lado, divertida por mi necesidad repentina de que me crean.

—Ajá —responde Max burlesca y yo giro los ojos.

Tess cierra su casillero para después girarse con un libro entre sus brazos. Nos mira a ambas y abre la boca para darnos su opinión, pero algo –o alguien- a lo lejos capta su atención, haciendo que cierre la boca abruptamente.

—Nos vemos.

No dice nada más y se aleja de nosotras a paso rápido, logrando desconcentrarnos.

Max y yo nos miramos confundidas, para después volver a ver por donde se fue Tess.

—¿Sabes por qué está así? —cuestiono, preocupada por la nueva actitud de mi mejor amiga.

Últimamente anda nerviosa, pensativa y hasta puedo decir que distante, o por lo menos, eso es lo que pude observar desde el lunes.

—No, pero... —deja la frase a medio terminar cuando cruza mirada con Sierra, quien por primera vez no me mira burlona a mí, sino que mira así a Max quien se tensa a mi lado y su rostro deja la preocupación para pasar a ser uno serio—. Debo ir a clases. Nos vemos luego, Ava.

La apuesta del patito feo ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora