Capítulo 11

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*Minutos más tarde, hospital de konoha*

Hace al menos quince minutos que Naruto, Sasuke y Hinata habían llevado a la misteriosa chica al hospital. El rostro de la chica se les hacía familiar aunque aún no sabían exactamente el porqué; pero algo dentro de ellos los empujaba a ayudar a esa chica. Los empujaba a asegurar el bienestar de esa chica de cabellos plata. Los médicos la atendieron de inmediato al ver el aparente mal estado de la chica. Como no sabían su nombre, los médicos y enfermeros se comenzaron a referir a ella como "Jane Doe" hasta que ésta despertara y les dijera su nombre y de qué aldea provenía.

-Conocidos de Jane Doe- dijo un enfermero llegando a la sala de espera donde se encontraban Sasuke, Naruto y Hinata.

-Nosotros, ¿Cómo se encuentra?- dijo Naruto, levantándose de su asiento. El enfermero puso una mal disimulada cara de desagrado al reconocerlo, pero finalmente respondió.

-Perdió demasiada sangre pero está estable. Aún está bajo los efectos de la anestesia que le suministramos para atender la herida de su cabeza por lo que aún se encuentra inconsciente. La mantendremos bajo vigilancia en cuidados intensivos por algunos días- mientras les decía esto, el enfermero los guiaba hasta la sala en la que se encontraba la chica. Una vez ahí, simplemente los dejó solos con ella.

Los tres observaron a la chica con curiosidad y preocupación reflejadas en sus miradas. Ellos lo habían visto. La herida de su cabeza era demasiado profunda y parecía que había corrido por demasiado tiempo; ¿Quién era ésta chica? y ¿Qué clase de cosas habría tenido que pasar esa chica para terminar en ese estado? No lo sabían aún, pero algo tenían muy claro y es que una vez supieran las respuestas a ésas preguntas, no dudarían en ayudar a esa chica.

*Mientras tanto, en la mente de Elizabeth*

Elizabeth acababa de despertar sin saber dónde estaba. Lo último que recordaba era que se encontraba corriendo por el bosque, escapando de Madara y del lugar donde creció recluida, cuando de repente vio a dos chicos y una chica que la ayudaron pero cayó inconsciente y se despertó en ese lugar.

Parecía un antiguo templo griego hecho de lo que parecía ser principalmente piedra caliza. Era un templo al aire libre por lo que podía ver perfectamente las estrellas en el firmamento y la única fuente de luz que había en el lugar eran algunas antorchas que iluminaban el camino hacia unas inmensas escaleras que daban a una grandiosa y gigantesca estatua que parecía hecha del mismo material que las columnas del templo, pero que al mismo tiempo había algo que era diferente.

 Era un templo al aire libre por lo que podía ver perfectamente las estrellas en el firmamento y la única fuente de luz que había en el lugar eran algunas antorchas que iluminaban el camino hacia unas inmensas escaleras que daban a una grandiosa y...

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Elizabeth recorrió el lugar con curiosidad. Algo ahí le decía que estaba segura. Que ahí era donde se suponía debía estar y que su destino se hallaba justo en ese misterioso templo. Algo dentro de ella la empujaba a acercarse poco a poco a la gigantesca estatua para mirarla con más detenimiento cuando de repente, el ruido de unos pasos la hicieron ponerse alerta.

-Oh, lo siento. No era mi intención asustarte Elizabeth-

Una hermosa mujer que aparentaba tener su misma edad, de cabellos largos y de color purpura, vestida con un hermoso y sencillo vestido blanco que le cubría los pies y una especie de báculo de oro en su mano derecha. Su mirada era tranquila y reflejaba una inmensa compasión.

 Su mirada era tranquila y reflejaba una inmensa compasión

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-¿Quién eres?...¿Cómo sabes mi nombre?- preguntó Elizabeth.

-Bueno, he tenido muchos nombres a lo largo de la historia. Me han conocido como Sendai, Sasha e incluso como Saori Kido. Y en todas esas ocasiones he reencarnado en este mundo para protegerlo como la diosa protectora de los humanos y de la Tierra. Soy la diosa Athena; y en cuanto a cómo se tu nombre, bueno pequeña, eso se debe a que tú eres mi actual reencarnación-

-Espera un segundo...si yo soy tu reencarnación...eso significa que tú y yo somos la misma persona...o sea que...-

-Significa que en ésta era, serás la encargada de proteger la tierra. Pero descuida, no estarás sola en éste camino y las respuestas a tus preguntas serán respondidas muy pronto-

Y con esas palabras, el cuerpo de la diosa frente a la chica comenzó a desvanecerse en pequeñas partículas de luz que se fueron acercando a ella hasta rodearla e introducirse en su cuerpo poco a poco. Y con cada partícula de luz que la tocaba, un nuevo recuerdo llegaba a su mente, y luego de varios minutos, finalmente recordaba todo. Ella era la diosa Athena y de ahora en adelante protegería éste mundo y a aquellos que le importaban. Pero de algo estaba segura, ésta vez no dependería de sus caballeros para ser rescatada cada vez que estuviera en peligro; ésta vez sería la diosa que siempre debió ser.

*Fuera de la mente de Elizabeth*

Ninguno de los tres daba crédito a lo que estaban viendo. Pues de repente, justo frente a sus ojos la chica que habían salvado hace casi una hora comenzó a emanar un poderoso cosmos. Pero no cualquier cosmos. Uno que conocían muy bien. El poderoso pero gentil cosmos de su diosa. La chica frente a sus ojos no era otra que la hija desaparecida de su sensei. Aquella que muchos conocidos del Hatake daban por muerta. La chica inconsciente frente a sus ojos era Elizabeth Hatake, la reencarnación de la diosa Athena en ésta era.

-Hinata ve por Kakashi sensei y dile que encontramos a Athena. Él entenderá. ¡Rápido!- dijo Naruto para luego ver como Hinata del hospital para buscar al ninja que copia.

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Bueno mis queridos lectores, se que éste capitulo es demasiado corto pero me quería centrar únicamente en el despertar de Elizabeth como la diosa Athena. Sin embarco, a pesar de que es algo corto, espero que les guste.

Cada vez falta menos para que Kakashi se reencuentre con su hija y con Obito!!

Bueno, sin más que decir

Nos leemos luego! :D

Renazcan Almas DoradasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora