Capítulo 1: El Chaperón

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-Jyn, ¿no te parece que se ve un poco exagerado? – Pregunto viéndome en el espejo, estamos en casa de Jyn quien está haciendo una prueba de maquillaje para mis 15 años que serán dentro de tres semanas. Los tonos rosas y el brillo se ve precioso en mis ojos. El resto de mi cara parece porcelana, el rubor destaca mis mejillas y el labial rosa combina perfecto con todo.

Me gusta mi reflejo en el espejo es solo que no estoy adaptada a utilizar maquillaje. Jyn se elogia a sí misma por el gran trabajo que hizo al maquillarme. Tiene talento para esto, si decidiera hacerlo de forma profesional ganaría muchísimo. Aunque en realidad el dinero no es algo que mi amiga necesite.

-¡Pues a mí me parece que te ves perfecta!- dice Leonardo entrando por la puerta de la habitación de Jyn y mi reacción es simplemente tapar mi cara y levantarme hacia el baño lo más rápido que puedo, agradeciendo a Dios que en esta casa/mansión todas las habitaciones tienen baño.

Escucho hablar al par de seres que comparten el color de sus ojos, azul como el cielo. En realidad comparten más de un rasgo. Solo que los ojos son lo más llamativo. Quien no los conoce podría jurar que son hermanos y no primos.

-Ximena, deja la tontería solo es Leonardo, él te ha visto hasta en ropa interior- Grita Jyn haciendo que me sonroje.

¿Por qué hace esos comentarios? O sea es verdad pero no tiene que decirlo así. Antes éramos niños y los niños no prestan atención a esas cosas. Ahora soy una adolescente en pleno desarrollo, me da pena aunque no quiera que así sea. A pesar de mis mejillas coloradas no reprendo su indiscreción.

-Lo sé, solo no quiero que me vean con maquillaje hasta el día de la fiesta- grito de vuelta mientras lavo mi cara. Me da cierto pesar quitarme la obra de mi amiga. Creo que podría adaptarme a estar así  de linda si lo hiciera más seguido. Dejo de dar rodeos y al terminar salgo del baño casi corriendo, aun con la falda del uniforme y un top blanco. No hace tanto que llegamos del colegio y me quité la parte superior del uniforme para no ensuciarlo con maquillaje. Me suelto el moño que tenía en el cabello y dejo que me caiga por la espalda. Sigo teniéndolo igual de largo desde siempre. Justo debajo de mis glúteos.

-Vine a decirles que la comida está lista - habla Leonardo.

Me observa y cuando su mirada llega a pecho la desvía a mi cara de inmediato como quien ve algo que no debe o no quiere ver.

-Deberías cambiarte eso, Ximena, te mojaste toda.

Bajo la mirada a mi pecho para ver como la tela húmeda comienza a transparentarse. Mal día para no usar brasier. El calor sube a mis mejillas otra vez y no me da tiempo de actuar cuando él ya se ido.

Maldigo mi hábito de no usar brasier en todo momento. Es que pueden ser tan incómodos que no comprendo como hay mujeres que incluso duermen con ellos puestos. Jyn y yo nos cambiamos. Termino con un enterizo corto y la ojiazul se decide por un short de jean y un top de mangas abullonadas. Tampoco elegimos mucho, tomamos algo cómodo y listo.

Después de cambiarnos bajamos más frescas al comedor. Esto es lo bueno de tener ropa aquí. Es una segunda casa para mí. Siempre que vengo estoy cómoda al igual que ella en mi casa. Pretendo ignorar la escena de hace rato más que nada por mi propia vergüenza. Leonardo como el caballero que es, finje que no pasó nada y Jyn ni se enteró por estar metida en su teléfono, cosa que agradezco porque de haberlo notado, seguiría fastidiando con eso.

-Gracias, nana – habla Jyn refiriéndose a Denis quien es su nana desde que nació ya que sus padres se la pasan de viaje por trabajo al igual que los míos. La mujer debe tener unos cincuenta años, sus grandes ojos destacan mucho en su cara que ya tiene varias arrugas, tal vez por lo mucho que hace expresiones faciales- enséñame a cocinar como tú, así si algún día me caso no voy a tener problemas con mi pareja.

Albor (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora