Suspiro dejando mi taza de té sobre el platillo de porcelana. Giro mi rostro viendo por encima de mi hombro al grupo de hombres, entre ellos a mi padre y al de Jackson montados en los caballos listos para marcharse a cazar, habían pasado solo dos semanas desde que nuestras familias habían aceptado aliarse pero ya fingían perfectamente ser amigos desde hace años.
—¿Por qué no podemos ir?—escucho decir a Anna.
—Porque nos creen incapaces—responde Emma—se creen superiores solo por tener pene—la comisura de mis labios se agitan en la sombra de una sonrisa. No odiaba a Emma porque cuando todo pasó ella llevaba fuera del reino ya 2 meses. No había forma de que hubiera estado involucrada en la muerte de mi hermana. No sé a donde fue mandada, solo sé que estaba lejos y que apenas hace unos días regresó.
Giro el rostro de regreso.
—Pero somos tan capaces como ellos—alega Anna. Emma y yo a sentimos de acuerdo—¿entonces por qué no nos dejan?
—Porque temen que seamos mejores—respondo yo. Estiro mi brazo para tomar una de las galletas del centro de la mesa—y ellos queden en ridículo con el ego herido.
Se escucha un crack cuando llevo la galleta a mi boca y muerdo. Veo a Emma sonreír al igual que Anna en muestra de aprobación por mis palabras. Una sensación de gusto se extiende por mi pecho alegrándome saber que ambas chicas coincidían conmigo, a diferencia de muchas otras en el pueblo.
Mientras Anna y Emma comienzan una nueva conversación sobre lo bien que se caían ahora que tenían la oportunidad de conocerse, no puedo evitar pensar en lo extraño que sería ahora convivir con los Frost a diferencia de años atrás dónde apenas nos permitirán dirigirnos la palabra entre nosotros.
A pesar de eso, Aurora y yo siempre conseguíamos la manera de entablar conversaciones con el albino. Recuerdo como me sorprendió encontrarla una tarde charlando con Jackson en el establo de nuestra casa. Él era terreno prohibido y Aurora siempre había sido tan...perfecta.
No podía creer que ella estuviera rompiendo las reglas.
Mis padres nos advertían que la rivalidad era solo entre ellos pero la razón por la que no nos querían cerca de sus hijos era porque algo retorcido corría en sus venas. De Emma habían rumores de que se besaba con algunas niñas del reino pero nunca dieron prueba de nada, a pesar de que los aldeanos lo consideraban pecado la familia Frost tenía dinero de sobra y unos cuantos billetes y monedas callaban sus bocas para que nunca llegaran los rumores a oídos del rey. Mamá y papá nos querían lejos de esa niña. Les molestaba de sobre manera la posibilidad de que ella fuera así. A mí en cambio me resultaba curioso, si eso era verdad: ¿cómo sucedía? ¿Era posible sentir atracción por alguien del mismo sexo?.
Después estaba Jack, los rumores no eran sobre su promiscuidad, los varones siempre podían librarse de esas habladurías por el simple hecho de ser hombres; pero estaba metido en algunos líos más fuertes.
Muertes.
Parece que me he desconectado de mi realidad al perderme en los recuerdos, porque cuando Anna pone una de sus manos en mi hombro para llamar mi atención mis ojos descubren al hijo mayor de los Frost parado frente a nuestra mesa de jardín.
—Joven Frost—saludo con un asentamiento de cabeza. Él sonríe, inclinando su cabeza—¿hay algo en lo que pueda ayudarlo?
—Me preguntaba si quería venir conmigo.
—¿A dónde exactamente?—pregunto curiosa.
—A la caza—responde con simpleza dejando a Anna y a Emma sorprendidas. Más a la pelirroja que a la castaña—¿dije algo malo?—pregunta examinando las expresiones en nuestros rostros.
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Destinos Entrelazados
Hayran KurguFamilias destinadas a odiarse y destruirse. Rivales. Enemigos. Sangre. Muerte. Victoria. ¿Puede entre una guerra surgir el amor? Un amor imposible. Tan delicioso como probar la manzana prohibida del Edén. Destinados al fracaso y al castigo. Pero...