Baile

86 16 97
                                    

Después del desayuno inundado de un silencio sepulcral voy a mi alcoba para recostarme y quizás quedarme dormida ya que la noche anterior no me fue suficiente. Me despierta una de las damas de servicio, me informa que los hermanos Frost han venido a la casa y que el hijo mayor solicitaba verme. Le agradezco mientras ella con una amable sonrisa se va cerrando la puerta. Reviso mi aspecto en el espejo de cuerpo completo y trato de arreglar mi cabello alborotado por la siesta y alizo las faldas de mi vestido después de colocarme mis zapatos. 

Paso mis manos por mi rostro en un intento de espavilarme y doy medio vuelta para dirigirme a la puerta. Bajo lentamente las gradas hasta llegar al primer nivel y encuentro al peliblanco en el salón principal interesado en algo que desconozco, a través de la ventana. Cuando escucha mis pasos acercándose se gira en mi dirección y me dedica una sonrisa a medias mientras examina mi aspecto, intintivamente bajo la mirada para asegurarme que las mangas de mi vestido sean lo suficientemente largas como para cubrir las marcas de los dedos que mi padre  dejó marcados en mi piel la noche anterior. 

Abro la boca para saludarlo pero él habla primero.

—Siento mucho lo de ayer—murmura con los sentimientos de culpa y preocupación reflejados en su rostro. Cuando me doy cuenta él se aproxima a mí con largos pasos y lo tengo a centímetros de mi cuerpo—¿te hizo algo? 

—Estoy bien—miento dando un paso atrás para mantener prudente distancia entre nosotros.

—No lo creo—niega ligeramente con la cabeza—sabes que puedes contarme. Puedes desahogarte conmigo—ofrece.

—No quiero eso—digo—prefiero distraerme—sugiero. El peliblanco asiente. 

—Demos un paseo entonces—toma mi mano entre la suya, no me resisto y disfruto de su calidez envolver esa parte de mi cuerpo unos segundos antes de que alguien irrumpa en la habitación y yo  me suelte abruptamente de su agarre.

—Hermana—volteo a ver a Anna mientras ella se acerca apresurada—mira lo que han traído—extiende su mano, mostrándome el sobre beige con tonos dorados y con el escudo de los Haddock grabado en el medio.

—El baile—murmuro tomando el sobre sellado lo reviso para comprobar que efectivamente, era el baile anual de primavera de los Haddock—entrégaselos a mis padres, por favor.

—¿Iremos?.

—No hay razón por la cual no ir.

—¿Podemos llevar...a alguien?

—De mí es lo esperado, pero no sé si mis padres te lo permitirán—informo—te ayudaré a convencerlos si en caso estás interesada en ir con alguien en específico.

—Bueno...—desvía la mirada y yo alzo una de mis cejas.

—He de admitir que me siento sorprendida y ofendida porque no me haz contado nada sobre algún caballero—la pelirroja niega rotundamente.

—No es eso. No hay nadie.

—Como tu digas—finjo creerle.

—Es enserio—frunce el ceño.

—Y he dicho que te creo—sonrío levemente.

—No sonrías así—se queja—sé qué insinuas, pero no hay absolutamente nadie.

—Anda, ve a buscar a nuestros padres—la incito sin dejar de sonreír—iré a dar un paseo con el joven Frost y cuando vuelva espero estés lista para hablarme de ese "nadie"—mi hermana abre la boca para quejarse de nuevo pero me doy media vuelta tomando de la mano a Jackson para arrastrarlo fuera conmigo.

—Así que tu hermana ya tiene a alguien en la mira—empieza él mientras nos alejamos más de la entrada de mi casa.

—Eso parece—derrepente caigo en cuenta que sigo sosteniendo ndo la mano del peliblanco y la suelto al instante.

Destinos EntrelazadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora