Capítulo 37.

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Volvimos a entrar y ella se sentó a la mesa sin dejar de sonreírle a Iglesias. Ella nos miró consecutivamente y sonrió levemente esperando escuchar algo. 

— Vero, mañana vamos al partido con Lauren. — Le dijo ella. Veronica sonrió. 

— ¿De verdad? ¿No te molesta? Camila, si no quieres podemos ir al cine como habíamos acordado. 

— Tranquila Vero, vamos a ver el partido. La vamos a pasar bien igual que en el cine. — Dijo ella y apoyó su mano sobre la de ella. 

La miré de reojo, ¿Con que ese era su plan, verdad? 

— ¿Qué pediste para cenar Iglesias? — Le pregunté. Ella me miró. 

— Mmm, bueno pedí algo simple y rico. Pastas. — Me respondio. 

— Lamento decirte Veronica que Camila es... 

— Vegetariana. — Me interrumpió. — Lo se. Por eso para ella pedí una pasta especial, de sémola con una salsa de espinaca. 

— Eres tan considerada. — Le dijo ella. 

— Lo mereces. — Le dijo coqueta. ¡Ya no iba a poder tolerarla! 

— ¿Y como van las cosas en el centro Veronica? — Le dije para que pusiera su atención en otro cosa y dejara de mirar a mi Karla. 

— Por ahora todo marcha sobre ruedas. La semana pasaba tuve una reunión con el rector y el director de la administración. Vamos a hacer un nuevo proyecto basado en mejorar las condiciones de los laboratorios y talleres. 

— Si, he escuchado un poco de eso. Todo el mundo esta muy conforme con tu mandato. — Le dije divertida. Iglesias rió. 

— Yo no lo llamaría así. Solo soy una alumna más que fue elegida por el resto del alumnado para hacerle llegar sus quejas e ideas a las autoridades. — Dijo condescendiente. 

— No seas modesta. — Le dijo Camila, haciendo que ambas la miráramos. — Eres una gran presidenta, si yo hubiese estado cuando te postulaste te aseguró que te hubiese dado mi voto. 

— Serías una excelente asesora de campaña. — Dijo divertida. 

— ¿Lo crees? — Preguntó ella. 

— Si, eres así como especial para esas cosas. — Dije metiéndome en su conversación. — Te gusta mucho el tema de hablar, de opinar sobre la gente, tienes la palabra fácil. 

— Ella tiene ese carácter fuerte y decidido, como todas las mujeres que saben de política y esas cosas. — Me dijo Vero. La miré. 

— Si, principalmente porque miente muy bien. — Dije divertida. 

Sentí como una pequeña mano se apoyaba sobre mi rodilla. Mis ojos se abrieron bien y mi cuerpo dio un pequeño respingo sobre la silla. 

— ¿Sabes Vero? Ayer encontré ese libro del que hablamos el otro día. — Le dijo ella. Su mano comenzó a acariciar mi rodilla, por debajo de la mesa. ¡Oh diablos, este si era su maldito plan! 

— ¿A sí? — Dijo algo sorprendida. — ¿Has podido leerlo? 

— Muy poco. — Dijo ella sin dejar de mirarla. 

Ellas seguían hablando, pero mi cabeza estaba demasiado distraída como para prestarles atención. Tragué saliva. Su mano apretó mi rodilla sutilmente, haciéndome recordar que así también lo había hecho la otra noche. 

Entonces mi respiración comenzó a agitarse un poco, cuando sentí como su mano comenzaba a subir un poco más a allá de mi rodilla. 

¡O si, ella quería en enloquecerme! 

I Want You. | | Camren.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora