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—¡HAZTE A UN LADO, ODÍN! —EXCLAMÓ REISHACK

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—¡HAZTE A UN LADO, ODÍN! —EXCLAMÓ REISHACK.

Odín lo observó, confundido. Algo en su mirada le hizo entender que no estaba jugando, pero él no iba a claudicar. Le habían ordenado ir por esa chica y tenía que llevársela. Reishack no iba a impedir que los designios divinos se completaran.

—Sabes que no puedo.

—¡Claro que puedes! ¡Largo!

Odín bajó la mirada en señal de consideración, pero no se movió de la puerta que tenía detrás de él.

—¡Me necesita! ¿No la sientes? Ella me está llamando.

—Te has desviado del camino, Reishack. Ella te ha llevado a esto, pero aún puedes volver a la rectitud, aún puedes seguirte llamando el favorito y llevar ese título con orgullo.

—Tú no lo entiendes, Odín. Allison es todo para mí, el amor que siento por ella es más grande incluso que el que pueda sentir por nuestro creador.

Odín abrió los ojos de par en par. Lo que estaba escuchando iba demasiado lejos.

—No podemos sentir, querido Reishack. Nosotros no estamos hechos para eso.

—¿Acaso no estas sintiendo ahora? ¿Acaso no sientes el dolor tan terrible que ella está experimentando ni que me necesita tanto como yo a ella?

—Pero eso solo es un espejismo. No puedes seguir viviendo con los sentimientos de los demás.

— ¡¿Acaso no sientes mi propio dolor, Odín?! —exclamó el ángel.

Reishack habría deseado asesinarlo ahí mismo, pero pese a su propio ego y rebeldía, se sentía incapaz de utilizar sus poderes en contra de otro ángel.

Odín cerró los ojos unos segundos. Era verdad; también era capaz de sentir el dolor de Reishack y no solo el de Allison.

Imposible.

Por un instante, también él sintió algo de pena y conmiseración por él, pero, eso era aún más imposible.

Reishack entonces se dejó caer de rodillas al suelo, llorando con amargura.

Sentía detrás de esa puerta el dolor intenso de su amada Allison. Aquella mujer que había conocido cuando tan solo era una niña. Mientras jugaba alegremente en un solitario parque infantil.

Recordaba que ya la había visto con anterioridad, una niña hermosa con cabellos largos y rizados de un brillante color caramelo. Sus ojitos verdes eran dos grandes esferas que brillaban con luz propia. Aunque su inocente y tierna belleza no había sido la causa de su repentino interés por ella, sino el ángel que la acompañaba durante su juego, el cual cubría su rostro con una máscara blanca, sin rasgos. Reishack sabía que ese tipo de ángeles enmascarados eran llamados Ángeles de la Muerte Natural. Y por alguna razón, el hecho de que ese ángel estuviera tan cerca de ella le llamó la atención. Le parecía difícil de creer que una niñita que apenas si cumplía los siete años estuviera tan cerca de la muerte.

Reishack - El último ángel de la muerte prematura [Serie Reishack 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora