𝓔𝓹í𝓵𝓸𝓰𝓸

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—REISHACK HA COMETIDO CRÍMENES INNEGABLES, actos que pueden considerarse inconcebibles en un ángel, especialmente en un ángel como él. No solo creó vínculos prohibidos con una humana y una vampira, también se atrevió a ignorar docenas de llamados; inocentes terminaron con sus vidas cuando pudieron haber sido convencidos de lo contrario, se atrevió a comenzar peleas con espectros sin mencionarlo a sus superiores, permitió que uno de ellos se apoderase de su bendito cuerpo angelical.

El Juez Supremo elevó la cara. Era Adonía quien se encontraba al centro de la sala, rodeado por al menos dos decenas de ángeles que lo miraban con un semblante calmo. Como maestro del favorito, su deber era responder por él ante su ausencia. Reishack aún no había logrado recuperar la consciencia. Su cuerpo, ahora convertido en humano, se encontraba demasiado débil para responder y existía la posibilidad de que muriera mientras estaba siendo juzgado por la Corte Angelical Suprema.

Él, desde luego, había tenido que exponer todos los actos de su discípulo en la Tierra, no le quedaba de otra. Sin embargo, se aseguró de mantener en secreto el nombre de Adonai, de Lucifer y de su complicidad con ellos. Una complicidad que no había sido elegida a consciencia. Él solo había intentado obtener toda la información sobre Reishack que Adonai pudiera ofrecerle. Nunca imaginó que este terminaría por utilizarlo para quitar al favorito de en medio. Era tanto el terror que Lucifer sentía hacia él, que no podía desperdiciar un solo día más sin deshacerse de su preciado discípulo, pero él había sido tan ingenuo como para no darse cuenta a tiempo de sus verdaderas intenciones.

El juez; un ángel de extrema belleza echó hacia atrás sus negros cabellos rizados y, observando con esos ojos grises el papiro entre sus manos, continuó:

—Liberó al escriba de la Gran Mansión del Consejo Prematuro, permitió que humanos lo observaran, una mujer murió antes de tiempo debido a sus negligencias y puso en riesgo al compañero que le fue asignado como un obsequio exclusivo.—De pronto, su voz se tornó severa, al tiempo que observaba a Adonía—. Entró al Paraíso, oculto para ángeles de menor categoría, y hurtó el Fruto del Conocimiento del Bien y el Mal y el Fruto Sagrado de la Inmortalidad. Comió el fruto del conocimiento, renunciando así a su cuerpo angelical.

Adonía se mantuvo sereno, aunque por dentro se esparció la duda. Así que no todos los ángeles ignoraban aquella gran verdad sobre la existencia del Paraíso.

—Por todos estos crímenes no quedaría más remedio que enviar el alma de Reishack directamente al Avitchi, sin la oportunidad de regreso. —Adonía cerró los ojos, no quería siquiera imaginarlo—. No obstante, nuestro creador ha enviado órdenes directas a través de su más leal mensajero —indicó, al tiempo que señalaba a un ser envuelto en una túnica blanca e impecable. Ya Adonía se había percatado de su presencia, pero no había imaginado que se trataba del trono más allegado a Dios—. Por ende, el castigo para Reishack por todos sus agravios será —hizo una breve pausa, Adonía sentía que iba a enloquecer—, el Sueño Eterno.

El corazón del ángel prematuro se encogió de dolor al escuchar la sentencia. Era una sensación extraña que jamás había brotado de él de esa manera espontánea. Agradeció que no hubiese ahí ningún ángel prematuro o de lo contrario habría podido sentir el dolor punzante en su pecho.

Una vez lanzada la sentencia, Adonía se obligó a asentir con respeto al juez y al resto de ángeles que habían precedido el juicio. Observó con desinterés como cada uno de ellos salía de la sala para, acto seguido, dar media vuelta y salir también, con las manos entrelazadas en la espalda.

Aquellas palabras seguían taladrando su interior.

Sueño eterno, sueño eterno, ¡sueño eterno!

Reishack - El último ángel de la muerte prematura [Serie Reishack 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora