capitulo 10: Margaritas para tí.

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Serkan Bolat.

Nunca había estado tan ansioso por ver a alguien, de hecho, era la primera vez que me ocurría. Después de terminar la reunión tuve que atender asuntos imprevistos, uno tras otro, nisiquiera tuve la oportunidad de tomarme un café con calma.

Aun tenía la noche anterior presente en mi cabeza. Mi intento de siempre alejarme de lo que me atrae, estaba siendo totalmente inútil. Sé que esto pudo sonar tonto pero, ¿hasta que punto llegamos cuando comenzamos a aferrarnos a algo?. Si, hasta un punto demasiado alto, tanto así, que salir de allí sería lo más difícil que alguna vez hiciésemos.

Y ese justo era el problema, yo no podía aferrarme a la esperanza que me generaba Eda, por que tarde o temprano querría salir de allí y no por ella, sino por mi, por que ni yo, ni nadie, sería digno de aquella mujer.

Es demasiado egoísta de mi parte decir aquellas palabras, pero juro que muchos me entenderían si tan solo tuviesen un momento a solas con ella. Es que simplemente ella es todo lo que hace desaparecer la nada. Su calidez, su delicadeza, su alma completa, era un sinónimo de imposibilidad.

- Leyla - grité llamando a mi asistente. No tardó ni un par de segundos en venir hasta mi.

- Dígame, señor Serkan - respondió con varias carpetas entre sus manos.

- ¿Hay algo más en la agenda por atender? - Pregunté rogando internamente que me diera una negación por respuesta.

Ella revisó entre los papeles y luego alzó su cabeza para mirarme - No señor - negó. Suspiré ante aquello.

- Está bien Leyla - me levanté de la silla para tomar mi saco - No estoy para nadie más hoy. Si alguien necesita hablar conmigo, agendalo para mañana.

Ella asintió por lo que agradecí. Después de eso, me dirigí a la salida. Miré el reloj antes de que llegara mi auto, y apenas marcaba las 10:00am. Justo la hora perfecta para llegar un rato al café a supervisar como pequeña excusa para ver a Eda.

Durante todo el camino pensé en algún detalle para ella, pero ninguno se ajustaba a lo que yo quería. No lo sabía, pero debía ser tan increíble como ella o aún más, aunque esto fuese imposible.
Una llamada desvío mis pensamientos, y supe que era mi madre cuando su registro se proyecto en la pantalla.

- ¿Mamá? - contesté. Era poco usual que ella me llamase a esta hora.

- ¡Serkan, Serkan! - habló desesperada por lo cual mis sentidos se alertaron.

- ¿Que ha pasado? ¿Estas bien? - pregunté angustiado.

- Estoy bien, Serkan - respondió un poco más calmada - Pero, he olvidado pasar por los ramos de flores para la reunión que tendré esta tarde.

- Y supongo que quieres que yo pase por ellas - divagué.

- Estas en lo correcto - afirmó al otro lado del teléfono - Por favor no tardes, te quiero, gracias - dijo con rapidez lanzándo un beso al final.

Suspiré y desvíe mi camino hacia la dirección que me enviaba mi madre. Después de unos veinte minutos llegué al lugar siendo recibido por una mujer con una edad aproximada a la de mi madre.

- ¿Hola? - Ella sonrió recibiendome amablemente.

- Buenos días - saludé imitando su tono

-¿Es usted algún cliente nuevo? - preguntó funciendo el ceño - Disculpe, es que nunca antes lo había visto por aquí.

- Nada de eso - sonreí. Miré detalladamente el lugar para luego detener mi vista en lo que hacía con algo que parecía un cristal - Es muy curioso eso que esta haciendo - confesé.

¿Y si Te Quedas? - Edser.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora