Capítulo 2

137 11 5
                                    

Alpha Dos

Narra Matt

Despierto respirando agitado. Maldición. Había dejado de tener esa pesadilla desde hace varios meses. Y es la misma que en aquellos días. Froto con fuerza mis manos por mi rostro transpirado. Conozco la razón por la que reviví ese momento, porque es una proyección de mi cerebro por ese recuerdo que sin importar cuánta terapia reciba, no se irá. Eso lo sé perfectamente y he aprendido a vivir con ello.

Arrastro mis pies hasta el baño y me echo un poco de agua en el rostro. Verme a mí mismo como el antagonista de mis pesadillas, torturándome, y asesinando a una de las personas que alguna vez fue importante para mí, siempre me deja descolocado.

Esa mierda se sintió tan real, cada golpe, cada descarga de electricidad, incluso el disparo en mi costado derecho... llevo mi mano a ese lugar. Lo que hace dos años fue una cicatriz de una herida de bala ahora es un tatuaje que irónicamente es un proyectil de alto calibre con un mensaje grabado:

You die. I don't.

Por inercia, regreso a mi recámara, pero no a la cama, en su lugar, voy a la cocina a por un vaso con agua ignorando el revoltijo de ropa en el suelo. El recuerdo de la intensa noche que tuve me hace sonreír, pero dura poco.

Fue una gran noche, la mejor que tuve en dos años, por no decir la única y pensar en ello hace que la rabia que había acumulado por meses, desde que salí de Portland para viajar a Washington, regrese.

Dejo el vaso con fuerza sobre el mesón de la cocina, y escondo mi rostro entre mis manos con mis codos apoyados en el azulejo.

Toda esa mierda ya me tiene cansado. Maldito estrés post-traumático. Maldita... no, por mucho que intente odiarla por irse como lo hizo no puedo. Y ya me hice la idea de que nunca lo haré. Verla feliz con otra persona me jodió más de lo que ya estaba, pero, de alguna manera, prefiero saberla feliz y no como en el desenlace de mis pesadillas.

Unos delgados brazos se enrollan en mi cintura y siento unos cálidos labios en mi espalda desnuda, seguido de lo que creo que es su mejilla y sus pechos contra mi piel.

—¿Estás bien? —Su voz se escucha un poco ronca. Intento sonreír, pero no lo logro. Bajo mis brazos al mesón y mi mirada a sus manos en mi abdomen.

—Sí, lo estoy.

—Entonces, ¿por qué estás aquí? —Pregunta.

Giro entre sus brazos y recargo mi cadera en el mesón, encontrándome con Kristine. Sus ojos azules están cargados de preocupación. Noto la camiseta que lleva puesta, mía, y es lo único que usa porque sus pezones se marcan con facilidad. Mis manos acunan su fina cintura. —Solo venía por un poco de agua, —respondo con simpleza y señalando con mi barbilla el vaso a mi lado.

Ella mira hacia allí, pero luego vuelve su atención a mí. —¿Estás seguro?

—¿Qué otra cosa podría ser?

Arquea una ceja. —¿Crees que no te he notado extraño desde que regresaste de Nueva York? —Me interroga, notándose preocupada, y continúa cuando no respondo—. Es por ella, ¿cierto?

Deja escapar un suspiro cuando desvió mi mirada. Sube sus manos hasta mis mejillas obligándome a volver a ella. —Vamos, habla conmigo. Somos amigos, ¿no? —Sonrío entornando mis ojos y observándola de manera inquisidora. Ella rueda sus ojos—. Ya sé, tenemos sexo, sexo del bueno, —hace énfasis y suelto una carcajada—, pero aún seguimos siendo amigos. Confías en mí, ¿no?

—Lo hago.

—¿Entonces? —Insiste.

Eso no es algo que desee hablar ahora. Me limito a sonreír, elevando una comisura de mis labios, y bajo la cabeza hasta su oído. —Entonces, volvamos a la cama, y aprovechemos las horas que nos quedan antes de ir al trabajo, —susurro repartiendo besos desde el lóbulo de su oreja y bajando hasta su cuello con lentitud. Ella suelta pequeños gemidos y con sus manos se aferra a mi cuello.

Operación Rescate [Operaciones Especiales #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora