Capítulo 4

135 8 10
                                    

No necesito Protección

Narra Liz

Un par de disparos resuenan, más el impacto no llega a mi pecho, donde se suponía que ese tipo apuntaba. En su lugar, siento un golpe en mi espalda al chocar contra la pared. No puedo ver qué, o quién, me impulsó de esa forma porque cerré mis ojos en cuanto él se interpuso pero sé perfectamente de quién se trata.

Su calor, a pesar de las capas de ropa que se interponen, es muy familiar, al igual que su aroma, despertando cada nervio en mi cuerpo. Matt respira agitado, como yo; al alzar la mirada, tiene la mandíbula apretada.

—¿Alguien más quiere que lo llene de plomo? Porque estaría encantado de hacerlo, —ruge Dmitri.

—¿Estás bien? —Pregunta Matt en susurros, con una preocupación palpable. Su aliento choca mi mejilla, enviando una corriente ardiente por mi torrente sanguíneo. Voy a golpearme cuando salga de aquí, me prometo.

No alcanzo a responder cuando logro ver por el costado izquierdo de Matt al tipo que él había tirado al suelo intentando hacer un movimiento sigiloso por alcanzar un arma tras su espalda.

—Ni se te ocurra o te dejo sin descendencia, —amenazo, con mi pistola apuntándole. Dalton se ocupa de desarmarlo por completo al igual que Dmitri se encarga de mantener controlado los dos restantes.

Esa pequeña risa ronca y grave de Matt me regresan a mi realidad, donde sigo encerrada entre sus brazos, aunque enseguida me libera y su expresión se endurece.

Ignoro su mirada fría y observo a mi alrededor. Definitivamente, aquí no está George, y por todo lo que encuentro en el sótano, parece ser un pequeño centro de operaciones.

Presiono el botón de mi radio para activar la comunicación de mi lado hacia el de Allison. —Aquí Alfa Uno a Central. Necesitaremos una unidad de traslado de prisioneros y un par de unidades forenses. Tenemos bajas enemigas.

Demonios, Liz, ¿estás bien? Ya estoy enviando a las unidades.

Con un todo esta bien, tranquilizo a mi amiga.

¿Elizabeth? ¿Está Elizabeth ahí?

Respiro hondo al escuchar el nerviosismo de mi novio. Debió escuchar todo. Rayos. Decido no responder. No puedo dar señal de debilidad frente a los sospechosos. Afortunadamente, Allison trata de calmarlo y contarle los pormenores, por lo que me quito el auricular.

Quince minutos después, afuera de la casa se encuentran estacionados tres vehículos pesados, dos forenses y uno de traslado, en donde ya están embarcando a los únicos tres sobrevivientes de este tiroteo.

—¿Estás bien? —Le pregunto a Matt, que está a mi lado. Sé que la bala no lo alcanzó, pero pudo haberle rozado. Asiente—. Bien. Ahora dime, ¿qué fue eso ahí en la entrada?

Se vuelve hacia mí con una sonrisa petulante. —Estaba siendo caballeroso protegiendo a la dama del peligro.

Cruzo mis brazos y recargo mi peso en un pie. Su vista baja a mis pechos y regresan enseguida a mis ojos, pero aprieta la mandíbula cuando su mirada se oscurece.

—No necesito que me protejan. Y por si no te han puesto al día, aunque estoy segura de que lo mencioné en la oficina, yo estoy al mando de esta investigación, y por ende, del operativo. Que no se vuelva a repetir, ¿de acuerdo?

Doy media vuelta y me dirijo a los dos agentes que quedan con nosotros a los que les ordeno custodiar la entrada de la casa, mientras yo entro, seguida por Rogers. Nos dirigimos al sótano en compañía de los forenses.

Operación Rescate [Operaciones Especiales #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora