Capítulo 40

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Protocolo Casa Blanca

Lips of an Angel - Hinder

Narra Matt

—¿Estas segura de que no luzco como si anoche quise suicidarme en litros de alcohol? Porque no creo que mi cabeza soporte los regaños de Alice.

Kristine me lanza una mirada divertida.

En cuanto salimos de casa de Dmitri, la llevé a casa de Alice para que pudiera dejar el par de maletas que trajo consigo, sin embargo, en cuanto entramos a la casa, el teléfono sonó. Era Alice exigiendo —pidiendo no, exigiendo— que fuese a verla lo más pronto posible, y no sonaba muy feliz.

—Te ves trasnochado, pero no como la mierda. Así que puedes usar la mentira de una noche larga de trabajo. Lo que me preocupa es que quieras que conozca a tu madre simbólica. ¿Eso quiere decir que pronto vas a darme un anillo y viviremos juntos?

—No voy a darte ningún anillo, ni viviremos juntos —la miro a través del espejo, tiene la boca abierta con fingida indignación mientras termina de retocar su maquillaje y yo espero sentado al borde la cama— Pero es importante para mí que la conozcas.

—¿Es parte de la ayuda de la que me hablaste o porque soy importante en tu vida?

Kristine vuelve a concentrarse en su retoque. Ladeo mi cabeza y abandono mi puesto para ubicarme detrás de ella. Sigue sin mirarme.

—Sí tiene que ver con eso —poso mis manos en sus hombros y las deslizo por su piel hasta llegar a la base de su cuello, Kristine exhala en un gemido— y también con el hecho de que eres importante para mí.


Alice me recibe con uno de sus abrazos de oso de los que solía darme cada que regresaba de una operación encubierta. Enseguida se aparta y examina mi rostro.

—¿Qué sucedió? —Exige.

—Solo fue un día pesado ayer, además, vino una amiga de visita.

Hago las respectivas presentaciones, pero puedo notar en Alice una ligera decepción. Ella siempre esperó que entre Liz y yo se arreglaran las cosas, también la amaba como una miembro más en la familia. Sin embargo, debe hacerse a la idea, como yo comencé a hacerla desde que ella se fue, de que eso no volverá a pasar.

Lo bueno de todo es que parece que las dos sí congenian. No es como si fuese a casarme con ella, pero el que Kristine le agrade a Alice es buena señal y simplifica las cosas.

Kristine me ayuda a esquivar las preguntas de Alice cuando intenta interrogarme sobre lo sucedido anoche, lo que me hace notar que ya sabe. Solo dos personas pudieron haberle dicho, una de ellas es Liz, y la otra...

—¿Cómo estás, Angel?

Es el pelirrojo que acaba de entrar con su esposa e hijo y se abraza efusivamente con el hermano de Alice. Sí, es la única persona que pudo haber soltado la sopa. Idiota.

Avanzan hasta la sala, donde estamos sentados platicando, y mientras Caroline saluda a Alice, Dmitri se acerca a mí para darme un apretón de manos, aunque no me toca del todo por el objeto que sostiene.

—Ten cuidado donde dejas las cosas —susurra lo suficientemente bajo para que solo yo pueda escucharlo.

Bajo la mirada rápido, y me doy cuenta de que ha dejado mi celular en mi poder. Ni siquiera me había dado cuenta de que lo había perdido.

El resto de la tarde transcurre con normalidad, entre risas y una plática para conocer a Kristine. Ella se involucra sin ninguna timidez. Les cuenta él como nos conocimos en esa primera sesión de terapia psicológica al llegar a DC para certificar que mi mente estuviera apta para seguir en el FBI. Por obvias razones, omite la verdadera razón por la que continuamos viéndonos en su consultorio y el cómo meses después de que me diera el alta definitiva nos volvimos alguna especie de amigos con derechos hasta la actualidad.

Operación Rescate [Operaciones Especiales #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora