Jennie Ruby Jane Kim aparentemente lo tiene todo. Ella es hermosa, tiene un novio guapo y es la chica más popular en su escuela secundaria. Pero también es fría e intrigante, y hace todo lo que quiere. Todos en su escuela están tratando de no tomar...
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Siguiendo adelante, Jennie reflexionó sobre el pensamiento mientras repetía la conversación con su padre.
Habían pasado dos días desde su charla. Jennie pensó mucho en las palabras de su padre y decidió que tenía que intentarlo. Le diría a Rosé que la quería, y bueno, lo que ocurriera a partir de entonces dependería de Rosé.
Esa mañana se estaba vistiendo para otro día de clases. Se sentía mareada y ansiosa. Había algo diferente en este día, Jennie lo sentía en su propio ser. Llámalo intuición o como quieras, pero hoy era el día. Se pasó la mano por el pelo distraídamente.
Jennie no había tenido la oportunidad de hablar con Rosé en los últimos dos días. Cada vez que veía a la rubia, Rosé básicamente salía corriendo en dirección contraria. Era muy buena esquivando, y eso molestaba enormemente a Jennie.
Ayer incluso pensó fugazmente en secuestrar a Rosé para poder hablar con ella, pero supuso que eso no le haría mucho favor.
Aplicando un poco de brillo de labios, se miró en su enorme espejo. Se veía un poco cansada y melancólica, lo que le daba un aspecto inusualmente frágil. Probó una de sus sonrisas falsas para ver si la reina del hielo seguía ahí en alguna parte. Sin embargo, no pudo conseguir del todo su aspecto despreocupado. Su actitud condescendiente seguía siendo evidente en su estatura, pero no era tan intensa como de costumbre. Su sonrisa vaciló un poco y negó con la cabeza.
Oh, Roseanne, ¿qué me haces?
Volvió a mirar la mirada del gato que la reflejaba y, como si finalmente hubiera llegado a una conclusión, asintió para sí misma en el espejo.
Incluso te entregaría a ti. Mi escudo, mi fría pasajera sin emociones, te entregaría por ella. Y lo haré si eso es lo que necesito para tener su amor.
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Chanyeol miró a la fría reina mientras se paseaba por el pasillo. Su mirada no se detiene, su cabeza se mantiene alta y el ligero movimiento de sus caderas mientras camina hace que los estudiantes ralenticen sus acciones para mirarla.
Apoyado en la pared, con la mandíbula apretada, Chanyeol deseó poder hacerle agujeros en la cabeza. Entrecerrando los ojos, observó a la morena. Llegó a la conclusión de que hoy había algo diferente en ella. Seguía siendo la misma zorra, pero también parecía decidida y feroz.
