Jennie Ruby Jane Kim aparentemente lo tiene todo. Ella es hermosa, tiene un novio guapo y es la chica más popular en su escuela secundaria. Pero también es fría e intrigante, y hace todo lo que quiere. Todos en su escuela están tratando de no tomar...
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"Jennie eres una idiota". Jennie susurró para sí misma, secándose las lágrimas. Agarrando su bolso de la mesa, salió apresuradamente de la habitación.
Miró a izquierda y derecha tratando de ver a Rosé. ¿Dónde se habrá metido? pensó Jennie con pánico. Todavía estaba conmocionada por lo que acababa de ocurrir en esa habitación.
En un momento todo era perfecto, y en el siguiente todo se fue al garete, irónicamente gracias a su propia estupidez. Cómo diablos podía hacer eso, y pensar que no le haría daño. Idiota, maldijo mentalmente.
Jennie rebuscó en su bolso en busca de su teléfono. Desbloqueándolo, marcó el número de Rosé, pero le envió directamente al buzón de voz. Con un gemido de frustración, entró en el salón de baile, donde la fiesta estaba terminando lentamente.
Buscó a Rosé, pero no aparecía por ninguna parte. Sin tener en cuenta que se suponía que no debía ser vista con Rosé ni buscarla, se dirigió directamente a su amiga Jisoo, que estaba sentada con algunas personas. Jisoo arrugó la nariz con disgusto al ver a Jennie.
"¿Dónde está Roseanne?", preguntó la morena con severidad. Jisoo se puso rígida en su asiento, obviamente sorprendida de que Jennie la reconociera e incluso le hablara.
"No la he visto". Jisoo frunció las cejas, confundida. Jisoo le echó un vistazo, notando que la dama de ojos de gato parecía particularmente distraída, y con pánico, y por lo tanto no era ella misma.
"¿Qué quieres con ella, de todos modos?", le preguntó secamente a Jennie, con un toque de genuina curiosidad en su voz.
"No es asunto tuyo". Jennie respondió fríamente, girando sobre sus talones y dejando a Jisoo confundida y molesta mirando tras ella.
Envió un par de mensajes a Rosé, disculpándose y pidiéndole que hablara. Nada. Intentó llamarla de nuevo. Nada.
Sintió que las lágrimas volvían a asomar en el fondo de sus ojos. Se mordió el labio intentando serenarse. No quería que nadie la viera en ese estado de ánimo. Fue a pasarse las manos por el pelo y se dio cuenta de que seguía recogido en un moño inmaculado.
Molesta por ello, soltó las pinzas, dejando que su pelo cayera libremente por su espalda. Se preparó para esta noche con mucho cuidado, queriendo dejar a Rosé sin palabras. Quería hacer algo bueno por Rosé, para demostrarle que le importaba, pero al final se las arregló para arruinar todo de alguna manera. "Idiota", volvió a murmurar para sí misma.
Este era uno de los raros momentos en la vida en que Jennie se sentía completamente impotente. Se desplomó contra la pared, cerrando los ojos, con el calor de los labios de Rosé y su reconfortante olor aún presentes en su piel. El dolor sordo en su pecho sólo se intensificó, haciéndola apretar los puños con desesperación.
Clavando las uñas en las palmas de las manos y apretando los dientes con fuerza, no consiguió mantener las lágrimas a raya. Las lágrimas caían libremente por sus mejillas y Jennie pensó en las palabras de Rosé.
