Capítulo 6

108 8 2
                                    

•. ✶

˚ · .   ·

.  °·

Lo frecuente es que el heroísmo y la locura
terminan siendo los mismo.

.   ·

*       ·

* . •   ·

Era curioso verlo solo. Sobre todo, porque no parecía ir a ningún lado sin su séquito de admiradores. A veces se preguntaba si de verdad les agradaba o era mero interés. No juzgaría a aquellos que admitieran que su amistad es; por esperar un trato mejor una vez saliendo de la escuela o; porque aun con su infantil personalidad, resultaba intimidante estar en su contra. Que si bien, por él mismo, no haría gran cosa contra alguien más. Siempre sacaba a relucir la posición de su padre para que otros se asusten. A estas alturas, funcionaba entre pocas personas.

Esa tarde, fría y nevada. El lago negro había alcanzado una temperatura tan baja que un grado menos y estaría a punto de congelarse. Tal vez era esa la razón por la cual todos los estudiantes se encontraban dentro del colegio. Los que se encontraban afuera era porque venían de la clase de Herbología. Corrían con guantes y orejeras, algunos cargaban un costal de plantas mágicas y otros llevaban macetas vacías. Suponía que las mandrágoras ya habían madurado para hacer pociones.

El resto del campo estaba solo. Perfecto. Eso era lo que quería. De vez en cuando tenía que escapar de sus compañeros. Tanto tiempo creía que provocaban que le faltara el aire. Se lo estaban robando. Y empezaba a sentirse enfermo. Sabía que nadie se atrevería a cuestionar su decisión, pero eso no quería decir que entre ellos no murmuraran sus teorías. El lo sabía. Lo sabía muy bien. Sabía que hablaban de él a sus espaldas. Pero no le molestaba, al final del día, eran los únicos que también le hablaban de frente. Aun si todo lo que tenían que decir era mentira. Le decían lo que quería escuchar. ¿A quién no le gusta eso?

De vez en cuando quieres que alguien te diga la verdad. Aunque sea algo que no quieres escuchar.

No llevaba la túnica. Odiaba usarla. Creía que era de mal gusto y arruinaba el estilo que poco a poco intentaba adoptar. Algo intimidante y elegante. Una capa de hechicero de anchas mangas y picudo sombrero no era exactamente lo que tenía en mente. Al menos por ahora usaba un abrigo; largo y negro; estaba desabotonado desde el cuello hasta las rodillas; tenía 3 pares de bolsillos, 2 por fuera y uno por dentro, aunque todos estaban vacíos; la varita la llevaba en el bolsillo del pantalón; sus manos también estaban ahí, como a la espera de tener que ser ágil y rápido a la hora de sacar la varita.

Planeaba dirigirse al lago negro. Antes de anochecer creía que podía ver su reflejo en el agua. Quizá él mismo pudiera decirse algo. Una crítica o una alabanza. Pero seguramente también estaría mintiéndose, ¿Cuándo no lo hacía?

Entonces escuchó un ruido. No muy lejos de él, pero sí en otra dirección a la que se dirigía en un principio. Cualquier otro día habría fingido no haberlo escuchado y podría seguir con su camino. Pero algo era diferente, sólo por esta tarde él era diferente.

Se acercó a quien -o a lo que- había revelado su presencia. A punto de ingresar al bosque prohibido se encontraba -lo que el catalogaba como- una loca pelirroja. Y esta vez, no estaba del todo equivocado. Amélie estaba con el cabello agarrado en un moño desordenado, la mitad del cabello le caía por los hombros y parecía que la otra mitad estaba a punto de darse por vencida y escapar del peinado. Sus zapatos estaban llenos de lodo, pero parecía no molestarle. Llevaba las mangas de la camiseta arremangadas hasta los codos, como si el frío no fuera un problema par a ella. Pero eso no era lo más raro, lo más raro era el inmenso trozo de carne que alzaba hacia los árboles.

Los hufflepuff no somos débiles ~Harry Potter~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora