Capítulo 3

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No luchar por lo que quieres sólo tiene 

un nombre y se llama perder.

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Frotaba sus manos con fuerza. Este era el momento perfecto para culparse a sí misma. Aunque también era demasiado tarde para volver a Londres, lo único que funcionaría es que tuviera una máquina del tiempo y esta vez no olvidar empacar sus guantes de invierno. Sentía que se le congelaban las manos, y, aun así, negaba que sus amigas le prestaran un par extra. De sobra sabía lo descuidada que era, por lo que temía perder lo que no fuera suyo.

Estaban saliendo del castillo, como cada sábado. Ahora más que nunca buscaban una excusa para dejar atrás la fortaleza que parecía más una prisión gracias a los sucios planes del ministerio. 

Amélie no iba acompañada de sus amigas. Tenían un plan para el día de hoy, pero antes de llevarlo a cabo esperaría a su hermano, convencerlo de esa travesía podía ser difícil, sobre todo porque Doanne Bellum se considera a sí mismo como un defensor de la justicia. Por lo menos esperaba que el odio hacia la nueva profesora fuera razón suficiente para tenerlo de su lado.

—¿Olvidaste los guantes otra vez? —el tono burlesco de su hermano la golpeó junto con el viento frio, en cuanto lo vio acercarse corrió hasta donde él. Pudo haberlo tacleado, lo único que hizo fue quitarle la bufanda del cuello y la enrolló en sus manos.

Las quejas del despiadado robo no se hicieron esperar, aunque no hubo respuesta alguna, pues la menor de los Bellum empezaba a caminar, sin importarle demasiado que tan atrás dejaba a su hermano.

—No me gusta llegar tarde, vamos —un poco harto del extraño comportamiento de su hermana, no tuvo más remedio que obedecer a su mandato y trotar en irregulares pasos sobre la fina capa de nieve hasta llegar a su lado.

—¿Me vas a explicar a dónde vamos? —tampoco lo sabía muy bien. Luna había explicado muy por la superficie la loca idea de los Gryffindor, pero de lo poco que entendía, todo le emocionaba.

—La resistencia, hermano —detrás de ella, su hermano giraba los ojos cansados de que todas las conversaciones importantes con Amélie fueran un acertijo —Tendremos clases extracurriculares de Defensa Contra las Artes Oscuras —.

Sorprendentemente, Doanne estaba de acuerdo. La idea de sumar una clase extra a su expediente de alumno perfecto sonaba como un escalón más a ser el premio anual. Finalmente le presumiría el premio en el rostro a Percy, aunque ya no asistiera a la escuela, lo buscaría sólo para burlarse de él. Nunca olvidaría la constante vergüenza que le hacía pasar en los corredores.

Lo único que no cuadraba en su ecuación, era el hecho de que se dirigían a la Cabeza de Puerco, un lugar con no muy buena reputación. Para cuando quiso preguntar qué hacían ahí, su hermana ya había entrado al lugar. 

Una explosión de sorpresa inundó al chico, pues no esperaba encontrarse a tantos estudiantes en ese lugar. Nunca escuchó buenas reseñas de esa cantina, por lo que era su última opción los sábados.

Alcanzó a su hermana antes de que empezara a platicar con las chicas de su casa, listo para darle un par de sermones acerca de juntarse con personas problemáticas a la vista de Umbridge, se vio interrumpido por la entrega de un par de cervezas de mantequilla.

Los hufflepuff no somos débiles ~Harry Potter~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora