Day 1| Summer/Winter

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Ambos observaban el paisaje que proporcionaba un sitio secreto en cierto parque señalado previamente por Yor. En sus propias palabras, era justo que al formalizar sus intenciones de pertenecer a la familia Forger debía conocer todos sus secretos.

Incluso los que pareciesen más insignificantes

- ¿No crees que es increíble? – preguntó Anya señalando el paisaje que se podía contemplar desde ese sitio

- Soberbio – fue el pensamiento que atravesó su cabeza antes de soltar sin nada de emoción – Pues no creo que sea la gran cosa

- A veces me pregunto cuándo llegará el día, en el que tanto como mi padre como tú sean totalmente sinceros con sus palabras – suelta Anya sonriendo fuertemente y tomando la mano de Damian con un cariño que al no ser expresado con palabras lo tenía escrito en sus ojos

Se sentían felices por ese instante y necesitaban un respiro de todo lo que pasaba con sus vidas. Damian, como un diplomático para remediar en parte el daño que había intentado realizar su padre, y Anya como una parte fundamental en la hora de encaminar, por medios más pacíficos y menos radicales la paz mundial que al parecer tendrían la oportunidad de contemplar.

No había sido fácil estar de acuerdo con tomar una relación teniendo en cuenta su pasado del que a poco habían comenzado a conocer.

Pero desde el inicio, no había deseado algo tan ambicioso y con rasgos de imposible, el que siempre sonría. Él deseaba que Anya Forger estuviera bien consigo misma

A primera vista podía adivinar varios rasgos de su personalidad.

Eran los dichosos comics de Spy Wars adjuntada con una admiración de los espías, las interminables bolsas de maní o simplemente caminar en un paseo, o "pasío" como ella lo llamaba al tener menos edad. Su extensa ansia de buscar aventuras y de no existirlas, crearlas, la empujaba a ser bastante terca y algo necia cuando su seguridad se involucraba.

Siempre había visto la niña llena de energía y sinceridad como era ella. Pero también existían los días malos para ella, días que descifraba de a poco, al igual que su pasado que me desvelaba de a poco, aunque ella realmente no lo quisiera en sus primeros años.

Los paseos, ella los adoraba, aún más que quedarse en casa viendo su serie. Debido a que al estar siempre recluida en cuartos pequeños, le recordaba demasiado a lo que había tenido que vivir en los comienzos de su vida, un comienzo demasiado injusto. Los manís eran una predilección bastante inusual en una niña pequeña, y a la vez era entendible que fueran su golosina favorita por el tiempo en el que había vagado de un orfanato a otro, y tratándose de un alimento que pasaba imperceptible por su color contrario a las coloridas paletas, además de algo que conservara su sabor por más tiempo que una golosina corriente. Y su ansia de participar en situaciones irreales se debía a que de niña todo lo que le rodeaba había estado repleto de emoción, contrario a antes de salir del orfanato de la mano del señor Forger, incluso la mascota había estado involucrada en una situación sacada de película.

Y Anya sacaba lo mejor de todo lo peor. Era semejante al verano, un soplo de vida fresca con sus idas y venidas otorgándole un sentido y más emoción a la vida de Damian. Algo tan simple como un paseo tenía el potencial de convertirse en una odisea si Anya se encontraba al mando, los constantes pedidos de maní y en como buscaba su aplicación en comidas resultaba algo preocupante para Damian, ya que gracias a Becky, con quien mantenía una tolerancia que se convertía en rivalidad por cualquier cosa, Anya había comido tanto maní que había soltado arcoíris en algún día

Escuchó un par de sollozos y observó la reacción de Anya. Ella lloraba pero no parecía hacerlo por la tristeza.

Incluso parecía conmovida como si hubiera...

- Parece mentira, tantos años juntos y sigues olvidándote de que puedo leer tu mente. Muchas gracias... cariño?

No eran de poner apodos, excepto sacar a colación algún sobrenombre utilizado en su niñez.

En ciertas formas Damian era como el invierno, receloso, frío, y prepotente. Ya que la desconfianza había sido sembrada en él en una edad no recomendable y a pesar de que sus esfuerzos no eran pocos, esa situación no había sido solucionada del todo, siempre actuando por su cuenta en la medida de lo posible y con la firme convicción de que las personas deseaban que se marchara lo más pronto posible.

Anya era como el verano, lleno de actividad y emoción, otorgaba calidez incluso más que cualquier estación posible.

Muchos pensarían que era probable de que la primavera fuese en mejor complemento para el invierno, y tal vez en algunos casos, pero no en ese.

El invierno no era enteramente frío y solitario, podía estar repleto de diversión y con un repertorio interminable de historias por contar.

El verano no siempre era luz y calor, existían lluvias torrenciales totalmente imprevistas. Fuertes vientos asolaban y embravecían las olas.

Y esas contradicciones hacían que ambos se complementaran perfectamente. Como invierno y verano, una conexión forjada con tanto esfuerzo no la cambiarían por nada del mundo.

Contrariamente iguales|Damianya week 2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora