Tenía un nudo en la garganta. Y sí, literalmente.
Su corbata era un completo desastre, no era como los perfectos nudos que realizaba Anya, pero era un perfecto desastre. Ya que lo había hecho su hija y no podía estar más que orgulloso al ver como crecía.
Y tal vez en parte no era literal ya que su agenda por ese día, de por sí era bastante apretada, pero lo había pospuesto todo para el día siguiente. Al contemplar como sus tiempos libres se irían en el transporte para ir de un lado a otro suspiró angustiado.
- ¿Estás seguro, Damian? – Anya lo observaba con el bolso en mano y bastante preocupada
- Creí que no leerías mentes – paunta él con algo de estrés. Anya reconoce dicho tono de voz, no eran pocas las veces que lo había escuchado de parte de su padre en su vida de espía cuando sentía que las exigencias lo sobrepasaban. Su madre no sabía la naturaleza de su trabajo, pero procuraba alcanzarle un té de tila con un par de masajes a la altura de sus hombros. Ella si sabe lo que sucede con Damian, porque algunas de esas actividades va a acompañarlo. Y se pregunta porque no animarlo un poco.
Masajea sus hombros, con la inicial sorpresa de su esposo, que se acostumbra al contacto y apoya su mano en las femeninas, sonriendo levemente al sentir la argolla en su dedo anular. Eso lo serena.
- No leí tu mente sólo el ambiente, pero creo que es noble de tu parte venir con nosotras teniendo tu trabajo a tope.
- Simplemente deseo marcar una diferencia con respecto a mi padre – suelta avergonzado – No me des tanto crédito
- ¿Y...?
- La verdad, quiero verla con el uniforme de Edén. No pude decírtelo en voz alta cuando éramos niños – menciona algo abochornado al ya conocer el hecho de que esos pensamientos no eran tan secretos como lo hubiera deseado en un principio – pero te veías... muy linda al marchar a la fila cuando te llamaron. Mejor que cualquier niña con el mismo uniforme.
El masaje se detiene abruptamente, y observa como Anya desvía la mirada desconcertada y ruborizada.
De niño, a Damian le hubiera gustado bastantes cosas. Recordaba las veces en las que su madre o alguno de sus empleados le llevaba a los eventos o tenía que observar la butaca reservada para su familia con sólo el polvo presente. Habría querido mayor presencia de su padre en varias cosas, o que al menos lo tratara como era en realidad, su hijo, no un peón, no una herramienta, no un desconocido. Familia. Y a pesar de tener una jornada bastante llena el día siguiente la sonrisa de su hija vistiendo por primera vez el uniforme de Edén valía cada segundo. Y deseaba recoger el uniforme con ella y celebrar una vez más la matriculación de su pequeña.
Junto con Anya habían decidido colocarla en Edén. Con la condición de que no figurara como un interna.
La familia de tres caminaba rumbo a la sastrería, Anya saludaba a las dependientas con Adelaida en brazos quienes alagaban a la niña y la colmaban de atenciones, y en el caso de los señores del bazar, les regalaron un par de caramelos.
- Llegaremos tarde – regaña Damian, con una sonrisa que no lo respalda. Le hace feliz verlas felices.
- Papá miente – suelta muy confiada la pequeña - ¿Quieres un caramelo? Si, si lo quieres –
Adelaida Desmond, no había heredado el poder de su madre, pero en compensación tenía una intuición que rayaba en lo sobrenatural. Una intuición que siempre acertaba.
Damian se detuvo un instante y vio que en el reflejo de la vitrina de la sastrería una imagen algo curiosa.
Es como si de repente la imagen se superpusiera con la imagen de sus suegros. Anya lo nota y le sonríe antes de entrar a la sastrería y saludar a la dependienta, que ya es una anciana
La imagen cala fondo en él.
Y el tiempo pasa muy rápido ya que sale Adelaida con el traje de Edén. El flequillo de su pequeño angelito era bastante similar, por no decir igual al que él tenía a su edad, con mechones rebeldes desperdigados en varias direcciones, para alegría suya había heredado el cabello rosado de su madre, sin ser tan claro como el de su progenitora, y los ojos eran similares a los de Anya salvo por el tono oliva legado de su parte.
Él sonríe orgulloso y Anya sonríe abiertamente derramando un par de lágrimas en el proceso.
- ¿Puedo preguntarles algo? Ma, Pa, ustedes estudiaron en Edén ¿cierto?
Ambos asintieron intercambiando miradas entre ellos.
- ¿Cómo consiguieron las stellas y los tonitrus?
Anya se adelanta con una sonrisa confiada.
- ¡Estás en lo correcto! – una imagen de ella con un uniforme parecido y siéndole otorgado una capa apareció repentinamente en su cabeza – ¡Incluso ambos llegamos a imperiales! – confiesa emocionada y el brillo de admiración adjuntada con los pensamientos que lee de ella hacen que su ego suba un par de pisos, acercándose a su oído para susurrar una frase – Un dato adicional, me convertí en Imperial antes que tu padre.
- ¡Ey! – interviene cruzando los brazos, antes de volver a descruzarlos – Seré sincero – confiesa con una sonrisa ladina – quien sabe más del tema es tu madre. Contrario a ella, yo no rompí el récord de tonitrus acumulados en un año al ser imperial. Ilústrala con tu sabiduría, amor.
- ¡Claro!
Tres segundos son lo que tarda Anya en procesar la información seguida del halago.
- ¡Oye! – protesta antes de hacer un puchero.
La escena de pronto se le hace familiar, cuando eran niños, cuando peleaban. Recordaba que en determinadas ocasiones mientras peleaba contra ella y Blackbell, junto con Ewen y Emile; esas veces en las que deseaba darse de golpes con alguna mesa o pared ya que mientras peleaban en su cabeza la idea de que la pelirosa se veía tierna no lo abandonaba.
- Lorelei te lo contó, ¿cierto? – la niña asintió y él le acarició la cabeza – Es verdad que las stellas son para premiar conductas buenas y los tonitrus para castigar las malas, pero si me lo preguntas, fue gracias a un tonitrus con el cual estoy junto a tu mamá – Anya suspira y lo recuerda, ahora después de tantos años le parece hasta un poco gracioso
- Y te salvé de una, no lo olvides – agrega bastante divertida. Si bien Damian contradecía radicalmente sus palabras con sus pensamientos, Adelaida parecía sacar todo eso a relucir.
- ¿Y cómo llegaron a conocerse?
Ambos desviaron la mirada.
¿Era buena idea decirle que la estaba amenazando con hacer la vida imposible por considerarla plebeya? Pensó Damian consternado por lo que pensaría de él.
¿Era buena idea que pensara en ella como una niña violenta que resolvía todo a golpes? ¡Era un pésimo ejemplo, para Adelaida! Anya jugó con sus dedos preocupada.
- ¿Fue lo que la tia Becky llama "amor a primer golpe"?
Ambos cruzaron miradas.
Iban a matar a la antigua Blackbell.
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- Lorelei debería saber esto – piensa Adelaida al recordar a la hija de Becky y como idolatraba a una serie romántica sin apreciar la emoción que le proporcionaba a ella esa antigua serie llamada "Spy Wars" – Berlint in Love es una novatada en comparación de la historia de mis padres.
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Contrariamente iguales|Damianya week 2022
FanfictionDe alguna forma sus caminos estaban destinados a chocar una y otra vez. . . . • Damianya week 2022, organizada por loubuggins en Instagram y Discord. • Los personajes no son míos, SpyxFamiy le pertenece a Tatsuya Endō • Las imágenes son mías.