Day 4| Pets

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La arrogancia del Segundo había desaparecido, y parecía adormilado con un lacónico espíritu, sin estar de humor para lanzar sus burlas constantes hacia la Forger.

Y eso, era raro.

Tan raro que llamaba la atención de los alumnos de la casa Cecile, y de cuantos conocían las batallitas que libraban los bandos de ambos niños.

Y no faltaron quienes acusaron a la némesis del Desmond, de hacerle algo tan horrible que ni se dignara a presumir.

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- ¡Esto es idiota! – profiere Becky al verificar la ausencia de cualquier docente que le reprenda su nada elegante insulto – No se preocupan cuando pelean, no se preocupan cuando los dos terminaron en la enfermería, pero ¡claro! Cuando todo está tranquilo comienzan con sus teorías locas, vale, Anya eres distraída pero nunca harías algo tan horrible como dijeron aquellas niñas sin cerebro.

- Anya... ¿es mala?

- Claro que no – defiende Becky

- Pero ellas dijeron que ya le pegué

- Tenías razones – argumenta orgullosa la Blackbell.

- Pero podía haberle respondido, ¿Cierto?

El mutismo aparece en su amiga de dos coletas. Anya siente como su optimismo se hunde tanto o más como la vida amorosa del protagonista de Berlint in Love.

¡Anya era una niña mala! Y lo peor...

¡Papi y Mami se encargaban de eliminar a los malvados!

Nueva misión para la super talentosa y modesta Anya Starlight: Demostrara que ella no es la mala, y animar al Segundo.

¡Por el bien de la paz mundial!

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Primero: Averiguar la causa de la tristeza del Segundo.

Anya se encontraba observando el menú elegido por el niño. De ella, su acostumbrado desayuno era un omelette debido a que era una comida sencilla y de fácil digestión, pero cambiaría su pedido usual por el que el Segundo elegía. A veces su papá estaba desanimado por la falta del café con leche que le preparaba su mamá, o ambos se retiraban derrotados por la comida tan fatal como la misma cocinera.

Existía una pequeña posibilidad de que el cocinero estuviera agregando algo desagradable a la comida del Syon-boy pero debía cerciorarse, eso opinaría su papá.

- Anya... ¿estás segura?, tu odias las zanahorias

- Por el bien de la paz... - musitó ella observando con profundo desagrado los cubitos naranjas

Becky la vio alejarse y como comía esa comida que no le agradaba. Sonrió orgullosa como su querida amiga aguantaba con entereza. Anya será una adulta bastante madura resuelve pero la admiración desvanece cuando la pelirosada se lleva las manos a la boca para evitar devolver lo engullido, y corre con toda la rapidez que le otorgan sus pequeñas piernas al lavabo de las niñas.

Resultado: Anya no ha almorzado nada y puede ser que, o el almuerzo es la razón sin lugar a dudas, o su sentido del gusto de Segundo es retorcido y desagradable.

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Segundo: Averiguar si la razón del mal humor es debido a que le digan Segundo al Segundo.

- ¿Te gusta que te llamen Segundo? – preguntó Anya antes de ladear la cabeza

- ¿Te gusta que te llame paticorta? – escupe sin consideración antes de hundir su cabeza entre sus brazos – No fastidies enana.

Resultado: El segundo es un tonto pero al menos ha reaccionado.

Tercero:...

Anya le pregunta directamente la razón.

Parece sencillo, pero su papá realmente es admirable al averiguar tantas cosas sin leer la mente. Pero ella aún no completa su entrenamiento, y ella tiene esa ventaja.

- Por qué estás tan malhumorado, Syon-boy? – pregunta, totalmente segura de que al leer su cabeza recibirá la respuesta contundente que ha buscado tanto. Aún está segura de que se trata de su mal gusto a la hora de elegir su comida.

- ¿Anya diría que es una tontería? No, ella es aún más tonta - el puño de la pelirosa se cierra amenazante – Pero fue divertido verla intentando comer e mismo menú que elijo. Yo lo hago para parecer un poco más maduro a los ojos de mi padre, alguna vez, sería bueno probar el omelette de esa tonta, parece feliz al comerlo. No me fastidia que me llame Segundo, me fastidia aún más que todos los demás lo digan a mis espaldas, es sincera respecto a ello. Y sé que en palabras de mi padre, el diría que es una niñería un simple capricho que se puede arreglar, pero Max, él parece mucho más feliz con esa familia, de lo que fue conmigo.

Max se había escapado de casa el fin de semana, y había aparecido, su desaparición no era un problema. Y había sido adoptado por una familia tan amorosa, que por un momento Damian sintió como los celos lo invadían.

Max tenía un entrenador personal canino, recibía cuidados superiores a los que cualquier habitante perruno de Ostania podía aspirar. Pero a pesar de ser bañado por un profesional, su pelaje era más brillante en los brazos de aquel niño.

Damian no se encargaba de asear o alimentar a su perro. Lo hacían otros, ni siquiera pasearlo, sólo lo visitaba para jugar con él. Pero ese niño se encargaba de hacer todo eso por Max y el perro lo adoraba.

Y resolvió dejarlo, a pesar de que eso le rompió el corazón.

No supo en que momento, el niño que Damian se esforzaba por mantener a raya, salió a flote. No supo en el momento en el que comenzó a llorar apoyado en los brazos de una plebeya que le transmitía calidez y sosiego.

- Anya cree que todo estará bien – analizando sus palabras por primera vez y viendo como el orgullo del Desmond lo mantenía reacio, decidió hablar – A cambio – Damian esbozó una mueca llena de desagrado, por lo predecible que era – Si me siento así, serás mi apoyo.

El primer trato que no le desagradó a Damian. Uno que por desgracia se cumpliría.

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- ¿Lo recuerdas?

Los gritos desgarradores de Anya al no sentir a su amado Bond con vida, lo descorazonaban. Y el momento de cumplir aquella promesa de niños apareció.

Bond no solo era una mascota. Era el único ser que podía entender a Anya con respecto a tener problemas y un pasado abundante de batas blancas. Y ella no deseaba aceptarlo, llorando hasta que las lágrimas ya no existieron.

- Creo... que todo, eventualmente estará bien, Anya. Bond ahora se encuentra en un lugar mucho mejor del que estamos nosotros.

Los llantos volvieron.

Y luego, la calma que le transmitió Damian con un beso en su frente.

Contrariamente iguales|Damianya week 2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora