Kiss me.

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"Oh, kiss me beneath the milky twilight".

Ryan se encontraba recostado boca arriba en su cama. Pensando en la vida, en su familia, en lo mucho que su banda estaba creciendo, y ya que lo mencioné, en Brendon. Era increíble lo mucho que amaba a ese chico, lo mucho que él lograba en él y lo que lo hacía sentir.

Jamás había pensado enamorarse, ni en sus más locos sueños. Siempre pensó que aquel sentimiento plástico que veía en las telenovelas, en las canciones de sus héroes o en los populares libros, no existía. Pero allí estaba, comprobando que aquellas viejas ideas eran mentira.

La frase "todo llega cuando menos lo esperas" ahora tenía sentido para él. Aunque jamás se hubiese esperado a alguien como Brendon.

Seguía hundido en sus pensamientos cuando un golpe lo trajo de vuelta al mundo real.

Miró hacia todos lados, pero en su cuarto sólo estaba él y nadie más. Quizás su sombra le hacía compañía, pero no haría ruido.

Otra vez el golpe sonó, pero ahora sí pudo detectar de donde venía: La ventana.

Con cuidado y lentitud, se acercó hacia ella, abrió para ver qué causaba eso.

Y luego sintió un pequeño golpe en su brazo.

Miró la zona golpeada y una pequeña piedra estaba allí.

¿Quién podría estar tirando piedr...

-¡Aquí, Ryan!- gritó Brendon, desde el patio delantero de su casa, con un puñado de piedritas en su mano izquierda. Era tan tierno y parecía un niño de 5 años.

No pudo evitar sonreír.

-Ya bajo- contestó y rápidamente cerró la ventana, se calzó y bajó apurado las escaleras, que casi lo hacen caer.

Salió por la puerta trasera y antes de que pudiera cerrarla, unos brazos estaban rodeando su cintura.

-Te extrañé- le dijo Brendon, apoyando la cabeza en su hombro.

-Pero sí nos vimos hace unas horas en el ensayo, Brenny- contestó sonriente. Brendon tenía el talento de hacerlo sonreír tan fácilmente.

-No importa, te extrañaba- agregó, apretando más sus brazos y acercándolo más a él.

Los segundos pasaban y ellos seguían en esa posición. Era tan dulce aquella escena.

-Es de noche y la luna está llena, ¿quieres ir al parque?- sugirió Ryan después de unos minutos. El menor se deshizo del abrazo y lo miró a los ojos con una gran sonrisa.

-Me encantaría- respondió, tomó la mano del contrario y salieron caminando al parque. No quedaba tan lejos, y era perfecto para ir justo en aquella noche tan hermosa.

De la mano y en silencio, caminaron hacia allí. A veces se miraban y reían, o solamente se sonreían. Pero eso era lo hermoso de esa pareja, no siempre necesitaban palabras. Cada momento era único mientras ellos estuvieran juntos, y nada más.

Luego de unos minutos más, llegaron y como sí lo hubieran planeado, se dirigieron al árbol donde se habían conocido.

Se sentaron apoyados en el tronco y se dedicaron a mirar, en silencio y aún con las manos juntas, la hermosa luna. Estaba tan grande y brillante.

-Es tan hermosa- habló de repente Ryan. Brendon lo miró y le sonrió. -Pero nunca superaría tu belleza.

-Eres un cursi.

-Es tu culpa.

-Oh, gracias- y ambos rieron.

-¿Sabes, Brendon? Hice millones de cosas mal en mi vida. Creo que podría contar con una mano los cosas buenas que logré. Y en ese conteo, haberme acercado a hablarte estaría primero en la lista.

-Eres tan cursi, Ryan- rió. -Pero aún así te amo con cada cursileria que dices y deberías decir más seguido.

-¿Cómo?

-Que te amo, idiota.

-Yo igual, torpe.

Los dos se quedaron mirando fijamente, sin nada más que decirse, acercándose un milímetro por segundo.

Cuando pudieron sentir la respiración del otro, entrecerraron sus ojos y el mayor rompió la poca distancia que quedaba.

Y entonces, fue cuando sus labios se conocieron por primera vez, bajo la gran Luna, bajo aquellos verdes árboles, en aquel enorme parque. Tal como la primera vez que se vieron.

Sus labios parecían estar creados los unos para los otros. Se acoplaban con tanta facilidad.

El aire comenzó a faltar y ambos se separaron, con las mejillas sonrojadas y una sonrisa enorme.

-Oh, por dios- y ahora fue el menor quién comenzó un desesperado beso.

Estaban ansiosos de conocerse, porque desde el primer momento en que se habían visto habían imaginado este momento. El momento en que sus labios se conocieran por primera vez, y lo estaba haciendo.

Y se comenzaba a hacer una adicción para ambos.

Otra vez se separaron cuando el aire hizo falta de nuevo. Y luego se recostaron en el tronco, Ryan sobre el pecho de Brendon.

-Besas bien- agregó el menor.

-Y tu igual. ¿Hay algo que no hagas bien?

Ambos rieron.

-Hay bastantes cosas.

-Igual te amo, nada me haría cambiar de opinión..

-Yo igual, idiota.

Loving can hurt sometimes | Ryden.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora