Celos

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Obi-Wan estaba recurriendo a toda su paciencia que había acumulado a lo largo de los años mediante la meditación como Jedi, sin embargo, ser amigo de Quinlan era probar sus límites cada vez que al alfa se le metía algo en la cabeza.

Como ahora, en medio de una misión rodeado de niños despidiéndose de un bebé sensible a la Fuerza que habían encontrado de casualidad.

- Si no lo admites tú, tendré que sacarte la verdad a patadas.

- Quiero ver que lo intentes.

Quinlan había llegado a su lado luego de explicarle a la familia del bebé lo que ocurriría si aceptaban entregar a su hija, pero pronto había decidido que Aayla podía con todo.

- Soy tu amigo ¿acaso no confías en mí? – preguntó llevándose una mano al pecho con falso resentimiento.

- Confío en ti, pero no quiero que veas cosas donde no las hay – respondió tranquilamente, pero rodando los ojos.

- Claro, cosas donde no las hay y yo soy el alfa del Senador Organa – el omega contuvo el impulso de resoplar mientras Vos se reía de sus reacciones – en serio, no entiendo porque no lo admites, es decir, no es como que te vaya a delatar o algo así, además que no sería la primera vez, para ti o para mí.

Obi-Wan hizo una mueca y se cruzó de brazos. Recordar que Quinlan había sido su gran confidente cuando se enamoró de Satine hace algunos años y que él había sido el único en saber del enamoramiento de Quinlan hacia un guerrero que había conocido al comienzo de la guerra, le hacía querer escupir todo lo que pensaba.

Pero ese no era el acuerdo.

- Según tú ¿Qué es lo que debería admitir ante tu gran presencia? – dijo con sarcasmo.

- Que estás enamorado de eso – y señaló hacia adelante.

Solo unos metros más hacia el costado de Aayla, la alfa ex Padawan de Quinlan que seguía hablando con la familia, se encontraba Anakin. El alfa se encontraba rodeado de niños humanos que no pasaban de los 8-9 años que parecían fascinados con ver un Jedi. Se le tiraban encima e intentaban ver su sable de luz.

El alfa parecía tan maravillado como hastiado con la presencia de los infantes, él definitivamente no era alguien que gustara convivir con los Iniciados del Templo, pero era peor cuando eran niños tan ajenos. Por lo menos a los Iniciados podía hacerles una clase cada tanto.

Y allí, con un chico tan pequeño como R2 colgando del brazo de Anakin, el alfa volteó hacia él y lo saludó con el mismo brazo sin esfuerzo alguno, haciendo reír al niño por el movimiento.

Estuvo tentado a sonrojarse, pero se pudo controlar en cuanto sintió la diversión de su amigo a su costado.

- Por supuesto que no hay nada, debe ser mi imaginación, definitivamente no hay brillo alguno en tus feos ojos cuando miras a ese alfa con cara de Gungan – burlesco, el alfa le pasó un brazo por los hombros y lo sacudió sin fuerza.

- Tú lo has dicho, viejo amigo y suéltame que apestas – se alejó para mayor diversión del otro.

- Bueno, si me prometes que no hay nada entre ustedes dos, le diré a Aayla que tiene vía libre.

Entonces, el omega sí miró a Quinlan, entrecerrando los ojos cuando este le sonrió angelicalmente.

- ¿Qué?

- Claro, ya sabes, ellos son casi de la misma edad y creo que tu ex Padawan ha crecido para convertirse en un buen espécimen, creo que Aayla se sentirá feliz de saber que el chico está disponible – dijo como si nada.

Amor en tiempos de Omegaverse | OBIKIN - ANAOBIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora