Collar de protección

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Continuación de "Ofrenda"

Si alguien del Consejo se hubiera enterado de lo que estaba haciendo, probablemente hubiera sido expulsado de la Orden hace varios meses.

Pero es que no podía evitarlo, Obi-Wan simplemente se había metido bajo su piel. Su belleza era inigualable, sí, pero no era solo eso lo que lo había cautivado, su forma de hablar y dirigir a su pueblo, su risa, la forma en que sonreía o arrugaba su rostro cuando leía, todo en él lo llamaba.

Qui-Gon y Padmé, por separado, le habían sacado la verdad sobre su amor platónico hacia el Rey. Ambos habían decidido apoyarlo en la locura en la que se estaba metiendo.

Y era gracias a ellos que había podido mantener un contacto estrecho con Obi-Wan. Es decir, él podía perfectamente hablar con el mayor cuando quisiera, pero, aparentemente, era demasiado tonto para recordar pedirle enlazar un canal de comunicación o encontrar una manera para estar en contacto.

Obi-Wan siempre sonreía ante su notorio nerviosismo, aunque podía notar que se sentía igual de nervioso que él con cada encuentro. Ninguno de los dos estaba siguiendo al pie de las letras sus reglas.

Un Jedi y un Rey de otro planeta. La gente se volvería loca.

En fin, tenía que dejar esos pensamientos de lado, sobre todo ahora que iba de camino a su punto de encuentro.

El Senador Organa había organizado (muy en contra de su voluntad, sabía que Bail era bastante reservado) un evento social por el nacimiento de su primogénita y había invitado a Obi-Wan y a Padmé. Por supuesto, habían pedido su presencia como guardia de las autoridades de Naboo y él no desaprovecharía su oportunidad.

La nave aterrizó y bajó de esta para estirar las piernas. El transporte de Naboo bajaría en cualquier momento.

No tomó mucho tiempo, tan solo unos minutos después, una gran nave de transporte aterrizó en el hangar. La compuerta se abrió y por la rampa bajó Padmé, Obi-Wan y un montón de guardias personales.

Saludó a su amiga con alegría y ella le dijo que se adelantaría al palacio con la guardia. Entendiendo la indirecta, se giró hacia el hombre.

Vestido con un traje de seda burdeo y una capa negra, Anakin se sintió solo un poco más enamorado.

- Caballero Anakin, un gusto volver a verlo - habló Obi-Wan, un poco colorado por la mirada atenta del alfa.

- El gusto es mío, Rey Kenobi - hizo una reverencia protocolar.

Habían acordado mantener su contacto personal en la intimidad de la protección. Su alrededor no podía enterarse de lo que allí ocurría.

- El Senador Bail ha preparado una estancia separa para mí y la Senadora Amidala ¿Me escoltará hasta allí? - preguntó con disimulo.

Él solo asintió y caminó detrás del mayor observando su elegante caminar que contrastaba un poco con los amables y personales saludos que intercambiaba con las personas a su alrededor.

En cuanto la puerta del lugar se cerró tras ellos, se fundieron en un agradable abrazo.

- Me alegro ver que estás bien, Ani - susurró Obi-Wan desde su hombro.

- Me siento feliz de verte, Obi - respondió el alfa con cariño. En cuanto se separaron, Anakin acercó su frente a la del contrario y susurró una baja petición.

Obi-Wan sonrió y junto sus labios en un casto beso. El alfa se sentía en el cielo cada vez que el mayor lo besaba.

- Te he traído un regalo - le dijo feliz cuando se separaron.

Amor en tiempos de Omegaverse | OBIKIN - ANAOBIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora